jueves, 13 de marzo de 2014

Nos quedamos sin memoria

Nos quedamos sin memoria - Editorial del 14 de marzo de 2014 Estamos ya viviendo lo que desde hace un tiempo se ha dado en denominar el “Mes de la Memoria”, dentro del cual se incluyen la Semana y el Día de la Memoria, este último el 24 de marzo, recordando el golpe militar que en 1976 depuso a la entonces Presidente María Estela Martínez de Perón, generando lo que luego fuera el tristemente célebre autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, durante cuya gestión se produjeron muertes y desapariciones de personas, bajo el método de constituirse, las fuerzas armadas y de seguridad, en jueces que determinaban por sí solos, y sin necesidad de apelar a lo que para ellos era un innecesario procedimiento. Si alguien “pensaba feo”, o era portador de una condición social, religiosa o política inadecuada, debía perder la vida frente a un paredón de fusilamiento, en uno de los denominados “vuelos de la muerte” o en los inventados “enfrentamientos”, eufemismo con el que definían los balazos por la espalda o en la nuca. A eso, obviamente, hay que agregarle el hecho de que si alguno de esos “apátridas” (nombre con los que aquellos genocidas se referían a los que pensaban distinto) era secuestrado junto con un hijo pequeño, o si, siendo mujer, estaba embarazada, el bebé era dado en “adopción” ilegal a algún amigo, ocultándole su identidad. Precisamente uno de los temas más recurrentes en cada oportunidad en que se conmemoran estos hechos, sobre todo en los colegios, en los que es obligación curricular destinar clases especiales para analizar los cómo y los porqué de esta etapa tan cuestionable de nuestra historia cercana, tiene que ver con la conculcación de los derechos fundamentales respecto a los cuales nuestra Constitución nos ampara y nos protege. Y hablo, específicamente, de la defensa en juicio, del principio de inocencia, de la igualdad ante la ley, del derecho a trabajar y ejercer una profesión, y todos los concordantes con los que acabo de citar. Terminada esta introducción, voy a meterme de lleno en el tema de hoy, que obviamente tiene que ver con lo sucedido el domingo por la madrugada, al finalizar los Corsos Populares Basavilbasenses, y que culminaron con una gresca en la que resultó gravemente lesionado el Comisario José Luis Verbauwede, titular de la Comisaría local, y que luego derivaran en un intento de “rescate” del supuesto autor, que había sido detenido y trasladado a la misma. El resultado final, más allá de la internación del Comisario y su traslado a un centro de mayor complejidad en Concepción del Uruguay, fue la detención de cuatro personas más, imputadas de ser autores de delitos tales como resistencia a la autoridad, algunos de ellos, y otros de lesiones graves dolosas. El lector sabe que este editorialista es abogado, y lo que puede que no sepa, y se esté enterando ahora, es que asumió la defensa penal de los cinco detenidos, justamente en el libre ejercicio de esos derechos constitucionales de los que, por suerte, gozamos todos, específicamente yo el de ejercer mi profesión libremente, y ellos el de contar con una defensa técnica adecuado que les asegurara un juicio justo. En cumplimiento de esas premisas fundamentales en una república democrática, y dentro del marco legal que rige el procedimiento judicial entrerriano, el día lunes, luego de ser indagados por el fiscal interviniente, recuperaron su libertad tres de los detenidos, a quienes solamente se les imputaba el delito de Resistencia a la Autoridad. Ese mismo día, por un acuerdo entre el Fiscal y el Defensor, se convino que a los dos restantes, a los que se les agregaba en concurso real el delito de Lesiones Graves, se los sometería a un juicio penal abreviado, que es una figura relativamente nueva en la legislación de nuestra provincia, y que permite agilizar aquellas causas en las que los autores son primarios, o sea no reincidentes, y concordantemente se comparte el criterio de su readaptabilidad a la sociedad. En ese encuadre, y ante la alternativa de un juicio oral que podría haber derivado en una prisión de cumplimiento efectivo, que en el sistema penal argentino, más allá de la expresión de deseos de nuestra Constitución que dice que “las cárceles serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ella”, formalmente se convierten en una escuela de delincuencia, se propuso y se concretó la imposición de un año y medio de prisión en suspenso para ambos, y su inmediata libertad, sujeta a una serie de restricciones, lo que se concretó al mediodía del martes, o sea poco más de cuarenta y ocho horas después de los hechos. Esto que debería ser reconocido por la sociedad como un avance, tanto en el concepto tan mentado de que “la justicia lenta no es justicia”, cuánto en la posibilidad de concederle una nueva oportunidad a quién pueda haber cometido un primer error, se convirtió, sin embargo, a entender de quién firma, en una oportunidad para que quienes todavía no llegaron al estadío de la sociabilidad, se despacharan a través de los medios digitales, con comentarios discriminatorios e insidiosos, mayoritariamente contra los cinco imputados, y en menor medida contra este profesional, haciéndolo, también mayoritariamente, en forma anónima o escudándose en pseudónimos. Llama poderosamente la atención la recurrencia a expresiones tales como “a estos negros hay que matarlos a todos”, “castigos severos”, “que los dejen guardados bastante por lacras”, y también la confusión respecto al ejercicio de la profesión de abogado, sobre todo en Derecho Penal, ya que hay comentarios en los que se me cuestiona “defender a delincuentes”, cuando justamente la tarea de un profesional del derecho es la de garantizarles la defensa y, como finalmente sucedió, que se les aplique una sanción justa, si es que corresponde, o se los absuelva. Opinar lo contrario, justamente en este Mes de la Memoria, es proponer el retorno a tiempos en los que se castigaba por instinto y no por razón. Y ni hablar de comentarios firmados con nombre y apellido, algunos reconocidos como personal policial, que sin comprender fielmente su rol en la sociedad, ni conocer las leyes penales, piden penas exorbitantes (¡20 años!) o hablan (y esto es de terror) de que “sí, tal vez los liberen a todos, pero el premio que le van a dar a cada uno ahí dentro por haber agredido al jefe, no se los quita nadie. Así dice el código y guay del que lo viole, aquí, allá o más allá”. Debo decir que le he corregido la ortografía porque me daba vergüenza transcribirlo con los horrores que tenía, pero si eso es así, caer preso es, como dije, volver al terrorismo de estado del Proceso de “Reorganización Nacional. Algunos de los citados comentarios fueron borrados, pero la mayoría todavía está en las páginas digitales de las dos radios locales. Y causan impresión no solo desde el punto de vista ya mencionado de la discriminación y el odio, sino también del abuso de autoridad y hasta de la flagrante contradicción entre las opiniones condenatorias de muchas personas a las que conocemos, particularmente de algunas de las que sabemos tienen una militancia cristiana muy importante, o se dedican a la docencia de las Ciencias Sociales, y borran con el codo lo que escriben con la mano. Pese a que soy de religión judía, y solamente reconozco como Libro de los Libros al Antiguo Testamento, estudié a fondo el Nuevo y especialmente los Evangelios, y es por eso que voy a citar, tanto para los que sé que son practicantes, cuánto para los que simplemente son seres humanos y viven en sociedad, lo que dice Mateo 5,43-48: “Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman ¿qué recompensa vais a tener? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular?” A mí me parece que muchos de los que escribieron esos comentarios ahora deben estar pensando: “Dije lo que dije, pero no debería haber dicho lo que dije. Como no pensé lo que dije...pero dije lo que pensaba, ahora pensé lo que dije y pienso que no debería haber dicho lo que dije”. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

No hay comentarios:

Publicar un comentario