jueves, 7 de febrero de 2013

Riendo por no llorar

Riendo por no llorar - Editorial del 8 de febrero de 2013 Pensando en un título para el editorial de hoy, que representara el sentimiento que pretendo trasmitir, me acordé de un libro de Langston Hughes, que leí cuando era chico, y que conservo todavía de la biblioteca heredada de mis padres. No importa la temática, porque algún otro día ahondaré en la cuestión que trata en sus cuentos. Por hoy me quedo solamente con el nombre. Como para entrar en tema, diré que hablando con un funcionario municipal días pasados rescataba (él) la decisión de reeditar los corsos, bajo la organización del poder público. El argumento esgrimido, válido por supuesto, aunque discutible, era que eso era lo que el pueblo quería, y entonces había que dárselo. Obviamente que la función del político es lograr el bienestar general, pero esto no significa solamente pensar en el esparcimiento y el ocio, sino también la obligación de dedicarse a cosas más profundas, por lo menos en cantidad proporcional a la que se dedica a la diversión. Muchas veces he analizado la posibilidad de convertir a Crónica en un bisemanario, o sea que salga dos veces por semana en vez de una. La razón de tal medida tendría que ver, más que nada, con la inmediatez que requieren algunos temas , lo que saliendo una vez por semana me genera una acumulación (por suerte), y una seria dificultad a la hora de decidir por cuál decantarme. Para empezar, y en el orden de importancia que creo tienen, me pareció un error que, paralelo al festejo del Carnaval (que no debemos olvidar que tiene un origen pagano), se dejara de lado la recordación de los dos hitos fundamentales de la Historia argentina, más que nada porque uno de ellos es también uno de los puntos más altos de la participación de Entre Ríos y de los entrerrianos en la fundación de la República. Ya que el jueves se había decretado feriado para recordar los doscientos años de la Asamblea del Año XIII, acontecimiento que los kirchneristas resolvieron festejar, como vienen haciendo ya por costumbre con lo que les caiga en gana, con una convocatoria a la Plaza de Mayo, y aunque a muy poca gente le quedó en claro el contenido de la Asamblea, más allá de la tan mentada "libertad de vientres", y se haya ocultado que la mayoría de las medidas políticas y económicas adoptadas tenían más que ver con lo que hoy se llama liberalismo o neoliberalismo, bueno hubiese sido que el domingo se recordara que del Combate de San Lorenzo se cumplían también el 3 de febrero 200 años. Es evidente que en este proyecto de país que tanto se desesperan en decir que apoya el 54% de los argentinos, solamente importa festejar los 200 años de aquellos hechos cuya fecha cae en jornada hábil, para convertirla en feriado nacional y aumentar los días en que no se trabaja. Como el bicentenario de la primera batalla por la independencia argentina y la única que el General San Martín protagonizó en nuestro territorio cayó en domingo, a nadie le interesó conmemorarla. Y eso que, en tren de reconocerle importancia, no le va en zaga a la ahora tan mentada Asamblea del año XIII. Si San Martín y sus Granaderos a Caballo no hubiesen parado a los realistas en las barrancas del Paraná, junto al Convento de San Carlos Borromeo en la localidad de San Lorenzo, de la provincia de Santa Fe, otra hubiese sido nuestra realidad institucional, y hasta es probable que hoy tuviésemos que elegir entre ser hinchas de Barcelona o del Real Madrid, y en vez de pensar en Trezeguet y en Riquelme, estaríamos preocupados por Iniesta y por Cristiano Ronaldo, y Messi no tendría problemas para jugar en la selección española. ¡Riendo por no llorar! Pero, en fin, lamentablemente a la hora de elegir a nuestros dirigentes no solemos destacarnos por votar a los que piensan más allá de sus narices. Y conste que espero que nadie se lo tome a esto como una cuestión personal, más que nada cuando hace muy pocas horas nuestra presidente dijo, textualmente, que "todos los argentinos tenemos la necesidad de abrir nuestras cabezas. Esto significa también tener la comprensión, aún para los que todavía no entienden ni comprenden, que no hay que parecerse nunca a los que no entienden y no comprenden. Yo les pido, por favor, a todos los que creen en este proyecto y a los que creen en su país, que sus conductas y sus comportamientos sean dignos, humanos, respetuosos para todos los argentinos, aún para los que no piensen igual. Porque esta es la clave también, lo cual no significa negarse al debate, a la discusión ardiente, fogosa, al contrario, a mí si hay algo que me encanta es debatir y discutir, desde chica". Hasta aquí lo que dijo Cristina. Ahora digo yo, retomando la palabra, que si la máxima autoridad del país piensa eso, ¿qué es lo que queda para los que vienen por debajo? Y ya que estamos, siendo que muchísimas veces he destacado acá que el mandatario no es en realidad, por definición, el que manda, sino el que hace lo que el mandante le dice que haga, es bueno recordar que en este sistema democrático y republicano que por suerte tenemos, los mandantes somos nosotros, o sea el pueblo. La diferencia, recordamos, es que en esta desvirtuación de los hechos, conviene ser mandatario, ya que los sueldos son excepcionales. Acá en Basavilbaso ya circula un chiste que asegura que muchos están por el 48 x 20, cálculo matemático que involucra como factores a los meses de mandato y a la cantidad de miles de pesos del sueldo, respectivamente. Los autores clásicos romanos usaban el término minister, ministri para denotar "sirviente, trabajador doméstico, esclavo", mientras que ministerium era para ellos el "oficio de siervo". Es en las sociedades contemporáneas donde la palabra se refiere a funcionarios de la más alta jerarquía, de quienes se espera la formación más esmerada, una irreprochable transparencia y la más absoluta honestidad. Y también, ya que estamos, el reconocimiento de los errores cometidos y la aceptación de las sugerencias. Pero hablando de olvidos, uno que no tiene perdón es el que se cometió al obviar la celebración de la Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), de la que si bien es cierto no se cumplía un número redondo, que en este proyecto nacional y popular amerita un feriado y, como ya dijimos, una multitudinaria reunión en la Plaza de Mayo, no importa para qué, (la verdad es que hace "solamente" 161 años), es la que dio lugar a la Constitución Nacional que tenemos (aunque con reformas lógicas), o sea que es el único éxito concreto para institucionalizar la Patria. Pero sería incauto, crédulo o ingenuo si pensara que ese "olvido" fue casual. En realidad lo que sucede es que a muchos de nuestros dirigentes les molesta tener que decidirse entre Urquiza y Rosas, aun siendo entrerrianos, más que nada porque ser rosista "queda bien" y es más "progre". Un amigo ya fallecido, que ocupó muchos cargos públicos en su vida, evitaba cantar la Marcha "Entre Ríos" (de paso así se llama, y no "A Entre Ríos" como erróneamente se la menciona en los actos) para no tener que decir, a viva voz, "la Entre Ríos que Urquiza soñó". A mí me llama mucho la atención que en otras ciudades de la provincia se hayan hecho actos públicos con ese motivo, incluso en Paraná uno con la presencia del Gobernador y de la Presidente Municipal de esa ciudad, y en mi pueblo no. Digo yo, ¿será que las provincias parecen dependencias del poder central y si no hay plata de la Casa Rosada, no funcionan o lo hacen con severas limitaciones? ¿Será que los gobernadores desempeñan el papel de gerentes o delegados del gobierno nacional y a varios les encanta mostrarse a puro aplauso en los discursos presidenciales? Entonces, si las palabras alusivas en un acto por la Batalla de Caseros, y por ende, por el Pronunciamiento y por la decisión de Don Justo José de darle a la Argentina una constitución federal, tenían que decir lo que correspondía, iba a quedar en evidencia que, en los hechos, vivimos nuevamente en una nación unitaria, y que lo demás es puro cuento. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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