jueves, 19 de julio de 2012

Mitos, utopías y ucronías

Mitos, utopías y ucronías - Editorial del 20 de julio de 2012 Utopía (ningún lugar, lo que no está en ninguna parte) es el nombre que Tomas Moro le dio a una singular obra suya que describe las costumbres, condiciones de vida y organización social del pueblo que habitaría una isla desconocida para los europeos. Más tarde, por extensión, se dio el nombre de Utopías a sistemas sociales ideales o perfectos, supuestamente liberados de las fallas conocidas. La utopía puede ser entendida como una reacción frente a una realidad política, por parte de quienes la consideran irracional, injusta, inhumana, etc. Su planteo suele ser algo así como el "negativo de la fotografía" de la situación que se critica, y muchas veces puede percibirse que los ideales que se proclaman en la utopía, llevados a la práctica, producirían otros defectos (no los mismos) pero equivalentes a los que se señalan. La finalidad moral de una comunidad, tal como la idealizó Moro, era producir buenos ciudadanos y hombres con libertad intelectual y ética, eliminar la ociosidad, subvenir a las necesidades físicas de todos sin excesivo trabajo, abolir el lujo y el derroche, mitigar la riqueza y la miseria y reducir al mínimo la ambición y las exacciones; en resumen, alcanzar su consumación en la libertad del espíritu y adorno del mismo. ¿Se entiende? La ucronía, en cambio, es una especie de ensayo histórico, relativo a un pasado supuesto pero no puramente imaginario. Es como un ejercicio sobre "cursos alternativos" de la historia, que identifica y evalúa políticamente los procesos causales fundamentales de la historia real. En una ucronía uno realiza un razonamiento del tipo "lo que hubiera ocurrido si hubiera pasado tal otra cosa" (algo que suele fastidiar mucho a los historiadores profesionales). Las utopías sociales tienen como características principales el dirigismo (en el sentido de una vigilancia perpetua a la que se somete al hombre y donde todo está reglamentado y controlado). La mayoría de los utopistas creerían faltar a todos sus deberes si dejaran algo librado al juego del equilibrio natural. No sólo suprimen la libertad económica de compraventa, de producción y de intercambio. Atacan también la libertad moral, familiar, artística y científica. ¿Por qué están pensando todos ustedes en Guillermo Moreno? Cabe preguntarse por qué las utopías, en general expresión de ideales políticos de libertad, hacen tanto hincapié en los factores ordenadores. Creemos que la razón está en que perciben la realidad política de su tiempo como caótica, desordenada y arbitraria, y para quien tiene esa percepción, la libertad pasa por el orden. Tenemos experiencias recientes al respecto, que nos permiten comprender aquellos sentimientos: no es sólo la habitualidad de la violencia, no es sólo el abuso del poder. Es también la imprevisibilidad de la represión y la incertidumbre del propio destino, hágase lo que se haga. Por eso resulta que finalmente se relacionan utopía y ucronía, porque las supuestas víctimas del terrorismo de estado (no sabemos a ciencia cierta si lo son) terminan haciendo lo mismo que hacían aquellos contra los cuales sus compañeros lucharon. Es probable que a esta altura del desarrollo de mi página el lector se esté preguntando hacia dónde voy. ¡Ya se va a enterar!¡Tenga paciencia! En el título hablo también de "mitos" (historias o relatos que alteran las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les dan más valor del que tienen en realidad), y es bueno recordar que para que un mito se desarrolle deben darse tres "momentos" sucesivos: la época de la servidumbre y la miseria; la época de la catástrofe y el sacrificio; y la época de la plenitud y el cumplimiento. ¡Pero no necesariamente en ese orden! No es extraño, por ejemplo, que ese cambio se produzca cuando lo concebido como utopía por un intelectual es apropiado por las masas, y al pasar de la razón a la emoción, la utopía cambia de estructura y de función hasta transfigurarse en mito. Y la Historia nos demuestra que esos cambios se producen cuando los pueblos deben enfrentar situaciones de intensa frustración histórica, de amargura y desesperación, que convocan la emergencia del mito, el cual, entonces, puede estructurarse con materiales utópicos. Ahora sí, casi sobre el final, voy a explicar lo que no entiendo. El vicegobernador de Entre Ríos, José Cáceres, consideró "desafortunada" la decisión de Agmer (el gremio docente de la provincia, dicho esto para los de "afuera") de ir al paro si no hay una oferta salarial antes del lunes próximo. No obstante aclaró que sus declaraciones no fueron "una advertencia ni mucho menos, como por allí se tituló" (¡por favor, no vayamos a entender eso de parte de un demócrata como Cáceres! ¡Nada más van a descontar "los días no trabajados", porque como dice la Marcha Peronista, "hay que combatir al capital"). Además reclamó que los pedidos se atengan al contexto económico actual. Y añadió: "siempre en este gobierno los reclamos de los trabajadores serán respetados como legítimos en tanto sean reclamos que tienen una base de racionalidad, que no sea una cuestión más ligada a la política que a un reclamo salarial" (¿lo habrá leído a John William Cooke?). En ese sentido, explicó que cuando los representantes de los trabajadores pueden tener acceso a esa información: "saben qué es lo posible de pedir en un contexto como el que actualmente vivimos". ¿Cuál es el contexto y quiénes lo "vivimos"? ¡Por favor, es necesario que lo aclare! No sé, entonces, si debo hablar de mitos, de utopías o de ucronías, pero me parece que estos dirigentes no leyeron tampoco el discurso de Perón en la Plaza el 1º de Mayo de 1953. "Compañeros: No hemos de cejar en nuestra empresa. He dicho muchas veces que es clara nuestra divisa, y las divisas claras se defienden con la vida en un puesto de combate. Cada trabajador argentino está en su puesto de combate para consolidar la liberación del pueblo trabajador argentino y, si es preciso, para luchar por la liberación de todos los pueblos trabajadores del mundo. Esta es la hora para lanzar nuevamente al mundo la sagrada frase de la liberación, diciendo en todos los idiomas de tierra: ¡Trabajadores del mundo, uníos! Compañeros: Sabemos de donde viene el golpe. Ante estas ideas todos los pueblos saben de donde viene el golpe. Pero lo hemos parado y ahora se lo vamos a contestar. Pero lo vamos a contestar inteligentemente. Ellos quieren que aquí, donde decimos estas cosas que les hacen cosquillas en la cartera, se produzca un desorden". Parece que lo único que quienes nos gobiernan a los entrerrianos han entendido ante lo votado en el Congreso de Agmer, que expresó la voluntad unánime de los docentes de la provincia, es la última parte del discurso de Perón. ¡Y lo que no soportan son las cosquillas en la cartera! Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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