jueves, 8 de marzo de 2012

Anosognosia

Anosognosia – Editorial del 9 de marzo de 2012
Como nada es casualidad, y cuando tenía el tema pero me faltaba el título, vino en mi auxilio, impensadamente, un correo que me envió una amiga con la que comparto el apellido. En ese texto se habla de la anosognosia, que indica el no darse cuenta de lo que ocurre.
Yo creo que las normas de respeto al Presidente de la Nación, más allá de que estén o no escritas en la legislación comparada, se imponen por una cuestión de mera razonabilidad. A nadie se le puede ocurrir que esté bien faltarle el respeto al primer magistrado de una República. Y eso sin necesidad de que la autoridad recurra a la fuerza para imponerlo, sino porque nadie en su sano juicio puede pensar que la falta de respeto pueda ser la manera de resolver un conflicto.
Sin embargo la ecuación cierra solamente, si es que en serio creemos que estamos en una república democrática, en tanto y en cuanto sea recíproco el respeto, ya que desde casi los comienzos mismos de nuestra Patria, en la misma Asamblea del Año XIII, pero después, y fundamentalmente, en la Constitución de 1853, se abolieron los títulos de nobleza y los fueros personales.
Toda esta introducción tiene que ver con la afirmación, rayana en una práctica fascista, que Cristina Fernández incluyó en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, y en las que estimó que los docentes no deben reclamar por un aumento de sus sueldos ya que "trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones".
¡Y es la presidente de un gobierno popular la que dijo eso!
Cómo será de grave la cosa que Hugo Moyano, secretario general de la CGT, brazo sindical del peronismo, opinó que "no se puede hablar así de una actividad como la docencia, tan importante para la sociedad, que forma a nuestros niños. Hablar de la forma en que se habló...".
El líder de la CGT calificó de "lamentable" que no se quiera "reconocer los reclamos legítimos de los trabajadores". Dijo que en "algún momento" hay que reclamar. "No se puede quedar a la espera. Van a tener que comenzar a dar algún tipo de respuesta", deslizó.
Recordemos que antes de cada uno de los Golpes de Estado que sufrió la Argentina, el argumento era más o menos el mismo que utilizó la presidente, solo que estaba referido a la clase política. Desde entonces, decir que los políticos ganan demasiado y no hacen nada es ser golpista y atentar contra la democracia. Hace pocos días, cuando los legisladores se aumentaron sus dietas y los funcionarios sus sueldos, escuchamos acá mismo, en nuestra aldea, razonamientos basados en lo mucho que hacen nuestros representantes y el tiempo que le dedican a la función.
Yo, que no soy maestro, aunque ejerzo la docencia desde hace más de veinte años, tengo un altísimo respeto por el concepto y la tarea, al punto que me hubiese gustado muchísimo serlo, y lo considero una de mis más importantes asignaturas pendientes. Cuando cruzo en las calles de mi pueblo a quienes me educaron en la Escuela Nº 9, y en los nombres de Zully Scabini y Neyi Strilciuc hago mi homenaje y mi acto de desagravio, siento como que paso delante de dos próceres. Y créanme que no exagero.
¿Es que entenderán algún día quienes tienen la responsabilidad de gobernar y muchos de los que tienen la responsabilidad de transmitir y no lo hacen, que el maestro es, en el presente, el emisario del porvenir? La incomprensión y el desprecio que en la actualidad recae sobre la vocación y la profesión docente en la Argentina no daña, como ya se ve, los intereses exclusivos de un grupo o de un gremio. Con semejante menoscabo se ataca uno de los centros vitales del proceso de humanización: la facultad y la posibilidad de aprender, entendiendo por ello la experiencia de autocomprensión y no sólo de capacitación técnica.
La verdad es que no vemos en la actual conducción política quien haga hoy algo por la educación, haciendo abstracción de las obras públicas y de la provisión de computadoras a docentes y alumnos, que sabemos no tienen una finalidad educativa, o por lo menos no en primera instancia. Esos son negocios.
Si alguna vez logramos que se muestre verdadero interés en mejorarla, extenderla y multiplicarla (a la educación), para que nadie quede afuera por razones económicas o geográficas, para que tenga calidad y que la calidad sea gratis, será porque se entendió que un país mal educado es un país condenado a muerte.
No quise caer en la tentación fácil de explicarle a la Sra. Presidente que los docentes, aunque estén cuatro horas en la escuela, "viven" su trabajo todo el día. Creo que al hablar de la anosognosia expresé mi convicción de que, a veces, es mejor olvidar.
Yo, que tengo el mismo título que Cristina y que Manuel Belgrano, puedo optar por parecerme a una o a otro. Y podría invitarla a presentarse en un concurso y atreverse luego a conocer la realidad cotidiana de una escuela, a ver si así se deja de decir pavadas. Y esta última palabra es una inmerecida concesión a aquél argumento de respeto que utilicé al principio. El lector sabrá poner la otra que corresponde.
Esa misma tentación fácil me obligaría a invitarla a que se traslade de una escuela a otra (por supuesto que no en el avión presidencial que ella usa para irse con sus hijos el "finde" a su feudo patagónico); que estudie, que planifique, que corrija, que trabaje en aulas superpobladas con cuarenta alumnos, y que haga el esfuerzo por impartir conocimientos a chicos a los que el sistema capitalista (que ella defiende a capa y espada, aunque nos quiera hacer creer lo contrario) les negó todo desde que nacieron.
A medida que fui escribiendo estas líneas me fue creciendo la bronca, quizás como nunca antes me pasó. Y no me sucede esto solamente por haber escuchado de boca de Cristina Fernández lo que escuché, sino, más que nada, por no haber escuchado después, de su misma boca, un pedido de disculpas.
Por acá hay "amigos" suyos que siempre levantaron las banderas progresistas, y que a la hora en que muchos de nosotros salimos a reclamar por una educación más digna no solo no nos acompañaron sino que no se cansaron de repetir que "no se debe hacer paro porque hay que preservar la educación de los gurises" (sic).
Parece que ahora también sufren de anosognosia, porque no los escuchamos dar su opinión respecto a esta poco feliz intervención presidencial. ¿Será que están muy ocupados con su propia reivindicación laboral y no tienen tiempo, ahora, para escuchar el clamor popular? ¿O es que deberemos tomar su ejemplo y acudir a la justicia para reclamar por el respeto a nuestros derechos?
A mi, si es que para eso me faltaba todavía este dato, me queda ahora muy claro que no les gusta la educación.
Por eso apuestan a la ignorancia.
Y para aquellos que minimizan la afirmación de Cristina, aconsejo leer (o releer) el Poema del Pastor luterano alemán Martìn Niemöller:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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