jueves, 29 de diciembre de 2011

Centro vs. Periferia

Centro vs. Periferia - Editorial del 30 de diciembre de 2011
En el editorial correspondiente al viernes 18 de noviembre próximo pasado, que justamente comenzaba expresando satisfacción porque el tema del anterior había sido tratado luego por el Diario La Nación (tres días después) con un enfoque muy parecido al nuestro, hablábamos de la situación de las provincias argentinas en relación al gobierno central, y a que esa relación era, y se preveía que lo siguiera siendo, de subordinación, porque los gobernadores están "obligados" a canjear lealtad política a cambio de los favores que el Estado Nacional les tiene que brindar para superar su déficit y el pago de sus deudas.
Decíamos allí que en 2010 se concedió un año de gracia a las provincias para que abonaran su deuda con la Nación, pero que no resultaba creíble que ésto se pudiera renovar, ya que debería conseguirse previamente una fuerte reducción del gasto (poco dado en el kirchnerismo) o el incremento de los ingresos. Pero también adelantábamos que ese efecto podría lograrse con la todavía por ese momento reciente decisión de quitar los subsidios, y el también esperable aumento de los impuestos. Tanto para los que conserven la edición impresa, como para aquellos que lo encuentran en el blog, la relectura les permitirá comprender de qué manera hay actitudes que resultan previsibles, y que tanto desde la política como desde el periodismo tenemos la obligación y el compromiso de anticipar.
A esto íbamos cuando decíamos que este gobierno parece más unitario que federal. Ahora resulta más que evidente que el gobierno nacional no tiene ningún interés en romper la relación de subordinación con la que mantiene sujetas a las provincias, en especial a aquellas gobernadas por los que, uno imagina, podrían atreverse a desafiar su poder. Es más, la Presidente dijo que "el plan anunciado forma parte de la sintonía fina" a la que aludió reiteradamente desde que ganó las elecciones de octubre último.
Dentro del acuerdo no se incluyen los distritos que no están endeudados con la Nación. Son La Pampa, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero y la ciudad de Buenos Aires. Con dolor debemos reiterar que Entre Ríos debe más de tres mil millones de pesos a la Nación. Justo Entre Ríos, en la que por mucho menos plata pero por un poco más de dignidad Urquiza se pronunció contra Rosas un 1° de Mayo de 1851. Ya lo dijimos, pero no está de más volver a decirlo, "para crear y fomentar instituciones tutelares, mejorando su actualidad y aproximando su porvenir glorioso, reservado en premio a las bien acreditadas virtudes de sus hijos".
Buenos Aires y el "interior" fueron dos mundos opuestos desde antes de 1810. Las luchas civiles entre unitarios y federales terminaron con la adopción de la forma de gobierno "republicana, representativa y federal", pero la llamada "generación del ochenta" definió un esquema centralista que se perpetúa hasta hoy. Las líneas férreas confluyen en Buenos Aires y ahí se encuentran las principales instituciones políticas y financieras del país.
Todo esto terminó en un federalismo sólo declarado pero siempre inexistente, es decir con el triunfo del unitarismo.
Así es como la política se ha manejado desde Buenos Aires y aún hoy (esto lo estamos escribiendo el día de la firma de la prórroga de las deudas) los gobernadores deben viajar a Buenos Aires para obtener dinero para sus provincias.
Los ingresos genuinos de las mismas no alcanzan para satisfacer las necesidades fundamentales de su gasto corriente. Todo el sector público está afectado por esa falta de financiamiento, sumado a los gravosos presupuestos provinciales que se encuentran en la necesidad de obtener una mayor participación en la recaudación nacional, o estas "graciosas" prórrogas para poder subsistir.
Y eso es así porque la economía argentina se enmarca en un modelo similar al del centro-periferia, donde las provincias juegan de parte subdesarrollada, como productoras de bienes de bajo valor agregado, mientras al centro industrial le corresponde la transformación de aquéllos en bienes finales para el consumo, incluso en esas mismas provincias.
Esta situación de intercambio desigual se agravó con el auge de la economía especulativa, que drenó recursos financieros de las provincias hacia la Capital. No fueron muchas las que consiguieron, en base a pelear por ello, que se radicaran industrias a fin de lograr diversificar sus estructuras productivas.
Esta visión cortoplacista, que nos hace ver con dolor a nuestro gobernador sentado en primera fila en ese acto que más pareció una entrega de regalos de Papá Noel que un reconocimiento a las autonomías provinciales, nos muestra un horizonte incierto y confuso, en tanto y en cuanto las posibilidades de las provincias dependan de la buena voluntad del gobierno central.
Lo que pasa es que a la hora de las elecciones, a nadie se le ocurre preguntar cuál es el modelo de país que queremos, acaso porque sabemos que nadie puede proponer seriamente ninguno.
Nos parece a nosotros que la contradicción fundamental en materia económica sigue siendo la falta de armonización de los desarrollos regionales y la necesidad de encontrar una política superadora en materia de financiamiento, para posibilitar esos desarrollos. Habrá que establecer cuatro o cinco puntos de desarrollo regional, que tiendan a privilegiar la industrialización, sobre la base de presencia de materias primas en los lugares de origen, aprovechando las economías de escala.
Para aquellos que se llenan todavía la boca con la "liberación nacional", les tenemos que decir que aplaudir obsecuentemente como aplaudieron los 17 gobernadores el miércoles, es una clara demostración de que seguimos dominados.
Y como colofón de la intromisión del poder central, ahora se puso como condición para que no se interrumpa el beneficio y se comience a cobrar la deuda, que cada distrito informe, al 29 de enero próximo, la cifra de empleados estatales que posee.
Con dolor vamos a insistir con esta frase de Víctor Hugo, pensada para su genial novela "Los Miserables", frase que si tuviéramos lugar suficiente estaría en la portada como la de Tácito ("Irritarse por la crítica es reconocer que era merecida"):
"Los que dejan que los humillen por temor o facilismo perpetúan no sólo su propia humillación, sino la de sus descendientes. No comprenden que mientras más se dobleguen más los doblegarán. Al contrario, aquellos que no aceptan que los humillen y que no entregan sus conciencias, aunque anden desnudos y tan sólo coman mendrugos de pan, son mucho más dignos que los que se visten de seda a expensas de sus conciencias". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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