jueves, 13 de enero de 2011

Aporías (o Ucronías II)

Aporías (o Ucronías II) - Editorial del 14 de enero de 2011
La palabra que hoy nos sirve de título es un término filosófico que designa un problema sin solución, una contradicción insoluble.
Como tuvo muy buena recepción en los lectores la utilización de una palabra novedosa, de uso no tan común, en el encabezado de la semana pasada, incluimos otra ahora, con la misma intención y con similar o complementario significado.
Como todo tiene que ver con todo, y para enlazar las dos páginas, vamos a recurrir a una frase acuñada por Fray Luis de León, poeta, humanista y religioso agustino español de la Escuela salamantina y uno de los escritores más importantes de la segunda fase del Renacimiento, que fuera encarcelado por "pensar feo". El fraile, al salir de la cárcel y volver a su cátedra en la Universidad de Salamanca, (que no presta lo que natura no da), dijo a sus alumnos, retomando la clase interrumpida cinco años atrás por la Inquisición, bajo la acusación (cierta, por otra parte, pero no por eso justa) de preferir el texto hebreo del Antiguo Testamento a la versión latina (la traducción Vulgata de San Jerónimo) adoptada por el Concilio de Trento: "Como decíamos ayer…"
Así, recordamos que se nos habían ocurrido algunas ucronías, que también descubrimos ahora que son aporías, que están sucediendo por estos días, y que constituyen una palmaria demostración de que hay muchos políticos argentinos que pretenden hacernos comer gato por liebre. Bah, hay muchos que, si por ellos fuera, no nos dan ni gato ni liebre. ¡Se comen todo ellos!
Uno de estos temas tiene que ver con los grandes negocios que se están haciendo en la Argentina, algunos en particular en Entre Ríos, y que son fieles a lo que podríamos denominar "la aporía del desarrollo", que permite que la civilización técnica e industrial sea destructora de la naturaleza, pero se escude en que, al mismo tiempo, aporta soluciones a los problemas que plantea.
Por ejemplo todas las sociedades desarrolladas tienen un crecimiento demográfico débil, incluso negativo. Por lo contrario, los países subdesarrollados, no cesan de crecer en número. Y esa proliferación, sin ninguna evolución técnica, tiene consecuencias dramáticas: deforestación masiva, desertización, aprovechamiento del suelo hasta su agotamiento, explotación indiscriminada de sus recursos naturales renovables y no renovables.
Lo malo es que para los dueños del mundo (y de eso no quieren darse cuenta nuestros dirigentes) (¿no quieren?), es evidente que para cuando esa proliferación humana alcance determinados niveles, ya no habrá otra solución que la "solución final" (¿remember Hitler?)
Uno de los indicadores de que esto es así, y de que nosotros formamos parte de la "gilada" que entra como por un caño en la vorágine, es que la prioridad de la ecología y de las organizaciones "no gubernamentales" no es luchar en contra de la sociedad industrial productivista. Es más, ni siquiera se proponen condenarla. Y eso que, en su afán materialista matan la fauna salvaje, asfixian los ríos, trafican con las especies protegidas, talan maderas preciosas y manchan cientos de miles de kilómetros de costas.
Mientras tanto la prioridad parece ser el control de la basura y su reciclaje. Un comerciante local editó hace unos años un almanaque en el que destacaba los tiempos de absorción de determinados materiales en la tierra y en el ambiente en general. Había algunos, recordamos, que precisaban cien mil años para reducirse. Entonces, como se verá, seguimos en la pavada total, porque, mientras tanto, al mismo ritmo con que algunos se enriquecen, nosotros nos estamos muriendo de cáncer por efecto del glifosato de la soja, el cianuro de la minería a cielo abierto y el cloro de las pasteras.
Salvo en las oscuras horas transcurridas a la sombra de la Resolución 125, no hemos escuchado a nadie desde el gobierno ni desde las organizaciones intermedias relacionadas con el campo, hablar respecto a las consecuencias del uso de los pesticidas, fundamentalmente en la soja. Es más, hasta hemos comprendido que casi todos ellos pretenden tapar el sol con las manos. Si, para colmo, hace pocos días, cuando el gobernador Urribarri inauguraba obras en una escuela rural de la zona de Villaguay, como fondo de la foto se veía, casi a centímetros (con eso queremos decir casi a menos de un metro) del mástil y del patio de juegos, una plantación de soja. Verde, inmaculada, erguida, borracha de Roundap. Así, por más salones de usos múltiples que construyamos y netbooks que regalemos, nuestros alumnos se van a morir antes de disfrutarlos.
Muchos de los logros (¿todos dice usted?) de esta gestión kirchnerista tienen que ver con la obtención de ingentes fondos con los cuales financiar el asistencialismo clientelista, que es eso y no otra cosa lo que hacen. Ya lo dijimos una vez, en oportunidad de hablar del "menosmalismo", que cuando se califica a este gobierno, audazmente, como el mejor de los últimos años (hay que ver de cuáles últimos), no se puede obviar el hecho de que con los pasillos del Banco Central llenos de lingotes de oro es fácil gobernar. Solemos recordarle a algunos amigos faltos de memoria que en el año 2007, cuando eran los tiempos de la fiesta de la soja y de las obras públicas, muchos de los que ahora mandan correos electrónicos mofándose de la Presidente de la Nación la votaron en aquella oportunidad, porque estaban convencidos de que el país empezaba y terminaba en sus propios bolsillos.
No es casualidad que durante el conflicto con el campo en ningún momento el gobierno se propuso atacar a las multinacionales exportadoras que, con el monopolio de la comercialización, impiden toda política que garantice la autonomía alimentaria de los argentinos.
Y ni hablar del saqueo abierto y brutal contaminación del "boom minero" en San Juan, Catamarca y La Rioja, por parte de corporaciones que empobrecen y contaminan al pueblo día a día, mientras se limpian la imagen sosteniendo económicamente a universidades de las que después egresarán esbirros que probarán la bondad y el desinterés que las animan.
El veto que hizo Cristina Fernández de la ley que protegía a los glaciares es otra medida más para darse cuenta de a quién responde este gobierno "popular".
Pero siendo entrerrianos no podemos dejar de apuntar un párrafo en referencia al accionar de Botnia, a la luz de este concepto de aporía. El canciller Héctor Timerman ha demostrado, con sus declaraciones efectuadas a poco de terminar la reunión con su par uruguayo, que lo que intenta el gobierno es hacer lo posible para convencer a la gente de que estas plantas pueden convivir con nosotros. Así lo denunciaron los principales luchadores de la Asamblea de Gualeguaychú, a quienes hay que prestarles especial atención, cosa que suponemos que ahora estarán haciendo muchos argentinos, dado que les solucionaron el agudo problema que les significaba no poder ir en auto a Punta del Este.
Los invitamos a releer el comienzo de esta página, ahora pensando que, así como los pesticidas están prohibidos en todos los países desarrollados, porque comprendieron que se estaban suicidando, el proyecto celulósico mundial tiene decidido trasladar sus emprendimientos a esta zona por el alcance de la materia prima, pero más que nada porque los futuros contaminados son para ellos solo un número.
Y, para colmo, un número irracional. Y negativo.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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