jueves, 11 de febrero de 2010

Se va a acabar… - Editorial del 12 de febrero de 2010

La revista Barcelona, de la que somos "adictos", tiene una sección dedicada a los cánticos políticos de los '60 y '70. Ahí hemos encontrado varios que ya habíamos olvidado, y de entre ellos rescatamos hoy el que comienza como nuestro título, y que tuviera varias versiones, según hacia quién fuera dirigido.

Originariamente nació para referirse, en el deseo de que se terminara pronto, a la "dictadura militar" autodenominada Revolución Argentina, y que tuviera como presidentes de facto a Onganía, Levingston y Lanusse, y como funcionarios a varios que ahora no quieren recordar ese hecho.

Pero, también, fue usado posteriormente en relación a la "burocracia sindical" y, luego, a "esa costumbre de robar (o de afanar)". Como verá el lector, la fidelidad a la rima se respetaba siempre.

Obviamente, y por suerte, el primer uso ya está desechado, y esperemos que para siempre. Y con la misma obviedad, pero lamentablemente, las otras dos acepciones no solo no han perdido vigencia, sino que se han acrecentado.

Incluso mucho después, ya en la democracia que supimos conseguir, hubo una recurrencia triste para referirse, bastante reaccionariamente, a la supuesta "sinagoga radical" de Alfonsín.

Por estos días deberíamos recordarle a algunos de los referentes del kirchnerismo que están defendiendo la compra de dólares por parte del ¿ex? Presidente este cántico y la importancia que el mismo tuvo en los movimientos de los citados años para conseguir las libertades de las que supuestamente hoy gozamos.

Como para empezar, en un programa de TV que conduce José "Pepe" Eliaschev por el Canal 26, la diputada Diana Conti hizo un vergonzoso alegato no solo a favor de la actitud específica de la compra de dólares, sino, lo que es peor, respecto a la supuesta necesidad de que los dirigentes políticos sean ricos, para, de esa forma (según ella) poder enfrentar al establishment (conjunto de dirigentes o personas que tiene el poder) con el resto suficiente.

Antes de seguir con este obligado análisis, debemos dejar en claro que hace tiempo que no escuchábamos una referencia tan discriminatoria como ésta, más que nada viniendo de quién viene. ¡Y pensar que se cataloga de fascista a aquél que pide desde hace tiempo el voto calificado o la cualidad de la formación intelectual para ser candidato a algo! ¡Ahora resulta que con tener plata alcanza y sobra! Con razón en todos los pueblos tenemos ejemplos de ese afán desordenado y desmedido por hacerse rico a través de la política. Ahora, por suerte, nos enteramos que es por nuestro bien, ya que así podrán enfrentar mejor a los poderosos. ¡Por favor!

Desde hace tiempo, Conti cree, o al menos eso demuestra cada vez que tiene un micrófono delante, que su verdad es la verdad, tal como pretendiera explicar alguna vez un dirigente local.

Por más que no somos partidarios de poner "etiquetas" a la gente, en este caso Diana Conti "se la buscó". De acuerdo a sus antecedentes (alfonsinista, menemista, delarruista y duhaldista, sucesivamente), el 'kirchnerismo' presente de Conti no le impediría migrar hacia otras ideas que se impongan en el futuro, tal como corrobora su historia política. Es lo de siempre para Kirchner: no consigue lealtades permanentes, todo es coyuntural, acomodaticio, voluble, leve.

No resulta extraño, entonces, que investigando un poco, encontremos que un ex asesor de la diputada, llamado Bruno Bimbi, denunció a la legisladora por quedarse con parte de su sueldo cuando trabajaba como jefe de prensa mientras era senadora. Según la denuncia, Conti lo obligó a entregarle $ 4.429 del salario trimestral de $ 5.429 y cuando se negó a entregar el dinero, se quedó sin trabajo. La causa data de 2005 y el juez federal Rodolfo Canicoba Corral investiga el hecho llevado por Bimbi al Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 29.

El periodista relató que "más allá de la humillación personal, el dolor y la bronca que el hecho en sí me produjo, lo más feo fue darme cuenta de que esa persona a la que admiraba por haber propuesto la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final, por defender los derechos de las parejas homosexuales y otras posiciones que la colocaban en lo que suele definirse con poca precisión como 'progresismo' tenía otra cara: la que vi cuando contaba los billetes que me había sacado de las manos mientras yo la miraba con asombro y sin entender qué estaba pasando. Y ella me decía con cinismo: 'Las monedas te las podés quedar'. Esa frase no me la voy a olvidar nunca", comentó.

Por último añadió: "Mientras espero que la Justicia se pronuncie sobre el delito que denuncié, me muerdo los labios por consejo de mi abogado cada vez que debo asistir al show político en el que la ahora diputada Conti da lecciones de ética cada vez que le acercan un micrófono".

Ahora sí uno entiende mejor la "justificación" que hizo Conti de la voracidad acumulativa de Néstor Kirchner. Es por la admiración que le tiene en ese aspecto, y la necesidad de cubrirse también ella de esa transgresión a los principios revolucionarios que alguna vez dijeron defender. Habría que hacerles escuchar aquellas canciones que se entonaban en los fogones de esos años, y que no hablaban, precisamente, a favor de la acumulación de la riqueza. Solo a modo de ejemplo, y para el que la conozca, deberían recordar aquello de "Que la tortilla se vuelva", tan representativa de la lucha de los revolucionarios en la Guerra Civil Española, por ejemplo. O lo de "al que asome la cabeza duro con él".

Es causalidad, entonces, que ya en una oportunidad, a propósito del proyecto de adelantamiento de las elecciones, haya afirmado que la representación parlamentaria no refleja la voluntad popular. Seguramente ella, como tantos otros, estaría mucho más cómoda con una Comisión de Asesoramiento Legislativo elitista, conformada únicamente por ricos.

Y como si todo esto fuera poco, Luis D´Elía, en su carácter de inimputable, afirmó que el patrimonio de los Kirchner no lo hizo el ex presidente sino su abuelo, que "era usurero y tenía plata, plata que acrecentó el papá y plata que tienen los Kirchner". No es casualidad, señores, que D'Elía se identifique con un régimen como el iraní, que muestra a la comunidad internacional espejitos de colores pero que de puertas para adentro es uno de los sistemas políticos más perversos de la historia. Ni que la diputada se declare "stalinista" en respuesta a un comentario que Eliaschev le hiciera acusándola de comportarse "como en la Rusia de Stalin" en su defensa del oficialismo.

Ahora, Conti debe hacerse cargo de que Stalin acabó de eliminar del proyecto marxista-leninista todo rastro de ideas democráticas o emancipadoras, anuló todas las libertades, negó el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen policial.

Si eso es a lo que vamos, deberían avisar para que nos preparemos. El stalinismo consistió básicamente en la creación de una casta burocrática. Sí, una casta, ni siquiera una nueva clase social, ya que una clase se define por el papel que ocupa dentro de las relaciones sociales de producción, y estos burócratas solo eran parásitos.

Dijo Stalin, entre otras cosas: "Las ideas son más poderosas que las armas. Nosotros no dejamos que nuestros enemigos tengan armas, ¿por qué dejaríamos que tuvieran ideas?"

Entonces, como solemos decirle a nuestros alumnos: "si mezclamos tierra con agua, siempre saldrá barro".

¡Cualquier semejanza con nuestra realidad es pura coincidencia!

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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