viernes, 1 de enero de 2010

Nuestro balance - Editorial del 2 de enero de 2010

Hay un tema en tiempo de tango, con letra y música de Chico Novarro, del que hoy tomamos el título, porque nos parece el justo y adecuado para encabezar esta especie de análisis de las cosas que nos importaron durante este 2009.

Pero quédese tranquilo amigo lector (genéricamente; también las amigas lectoras), que no lo vamos a cantar.

Pero sí vamos a tomar una estrofa de esa canción, para iniciar desde allí esta recorrida, que a manera de estudio comparativo de las circunstancias o de los factores que intervienen en un proceso, queremos proponerles para, a su vez, y dentro de nuestras limitadas posibilidades, tratar de prever lo que nos espera en el año que se inicia. Digamos, si serán tiempos de evolución o de involución.

Lentamente fue creciendo

la visión de la caída.

La sombra del ayer

nos envolvió

y no atinamos a luchar...

Hay una frase muy conocida que dice "conoce tu aldea y conocerás el mundo", y hay quienes le atribuyen al escritor ruso León Tolstoi, el mismo de "La Guerra y la Paz" una similar que reza "conoce tu aldea y serás universal".

En cualquiera de los dos casos es indiscutible que las realidades que vemos en nuestro pueblo son las mismas que, aumentadas en la lente, se ven en la provincia y en el país. Si quieren decirlo con un sabor (y un saber) más popular, "casas más, casas menos, igualito a mi Santiago".

Lo real es que en un mundo en el que el hombre puede volar, sentado y disfrutando, con comodidad, y con ventaja sobre todas las aves (único ser vivo que lo podía hacer, hasta hace poco); puede viajar bajo del agua, también con "ventaja" sobre los peces, porque lo hace sin mojarse; ir a la Luna (y muy pronto a otros planetas); organizar una reunión entre varias personas situadas en distintas partes de la tierra, como si estuvieran al otro lado de la mesa, a través de lo que se conoce como "teleconferencia"; consultar la biblioteca de cualquier universidad del mundo, sin moverse de su casa y a muy bajos costos, con solo una conexión a la Internet, etc., al mismo tiempo, la posibilidad de los hombres de vivir dignamente, con sus necesidades básicas satisfechas, sigue en dudas, como resultado, a nuestro entender, de que el modelo que nos han vendido los países centrales y las teorías que lo sustentan, al menos para los habitantes de América Latina, son un verdadero fracaso.

El actual no es el mejor de los mundos posibles, a menos que la característica fundamental de los seres humanos sea la estulticia (vulgarmente ignorancia), que lleva a hacer creer que todo se reduce a la lucha de una masa contra otra. Eso es lo que nos inducen a hacer muchos políticos, cuando rayan en una doble estupidez (este también es el significado de estulticia): por un lado, pretender trasplantar esquemas antiguos, y, por el otro, llevarnos inexorablemente a hacernos equivocar en la elección, cumpliendo así el adagio de Publio Syro (siglo I a.C.), a quién la posteridad no ha valorado lo suficiente. ¿Será porque en sus Sentencias advirtió: "La multitud siempre elige el peor partido"?

Cuando más arriba decíamos que íbamos a escribir con la visión puesta en este futuro que se llama 2010, lo hacíamos juzgando el proceder de una forma de hacer política que piensa sólo en qué va a ganar, sin importarle que el país (y la pequeña aldea) esté desmotivado. Para eso los insignes encuestadores hacen proyecciones falsas de viejas cifras (acá, en Entre Ríos, lo vimos, y lo escribimos, cuando se falsearon los datos del acatamiento del paro docente), porque hablan mucho en esta mentira que los lleva a buscar sustituir a los medios dependientes en procura de alzarse como los nuevos gurúes grandilocuentes que le enseñarán a la gente cómo actuar. Ya lo hemos dicho acá. Y si no nos creen, vean desapasionadamente 6, 7, 8, ahora llevado intencionalmente a horario central, y sabrán qué modelo similar al de "1984", del genial George Orwell, nos proponen.

A nosotros nos parece que las ideas que se están llevando adelante están imaginadas únicamente para el beneficio personal de aquéllos a los que se les ocurren. No hemos visto por estos tiempo a nadie que tenga poder y que piense en el desarrollo como un espacio donde un miembro de la comunidad, por el solo hecho de serlo, no esté condenado a morir de hambre o de una enfermedad curable, es decir, que la salud sea un derecho y no una mercadería para vender a quien pueda comprarla; que la educación sea también un derecho y no un producto vendible.

Podemos aquí recoger las palabras del premio Nobel de Economía de 1998, el economista hindú Amartya Sen, que advertía a quién lo quisiera oír que "el proceso de desarrollo no consiste esencialmente en extender la oferta de bienes y servicios, sino en las capacidades de la gente... Necesitamos prestar más atención a crear y asegurar los derechos y convertirlos en capacidades".

Estamos hartos de la vocinglería que anuncia la obra pública como si fuera esa la función única para la que hemos elegido a nuestros representantes. Y acá con el agravante de que se empiezan pero nunca se sabe cuándo se terminan (Rutas 20 y 39, ingreso de tránsito pesado, Escuela N° 91, Escuela N° 9…). Y ni qué decir de la puja inconsistente y de imprevisibles (¿imprevisibles?) consecuencias que está llevándose adelante entre los dos "cantautores" locales, que se adjudican cuanta payada se les cruce en el camino. Así la misma dádiva, el mismo cheque y la misma licitación tendrán para la posteridad dos fotos, sacadas con el procedimiento que se utilizaba en los viejos parques de diversiones: una escena montada previamente y un agujero en el que poner la cara. ¡Eso!, en el que "poner la cara".

Nosotros seguiremos creyendo en que salir de todo esto es posible. Obviamente que sabemos que no con los que nos están guiando ahora. Con ellos lo único evidente es la ruta al precipicio. La cosa estará de la mano de un mayor compromiso comunitario que deje de lado el berrinche que alguna vez ejemplificamos acá como "gritarle al televisor".

Lo que nosotros proponemos, y ejecutamos, está pensado sobre una estrategia política actual, vale decir, sobre una política democrática real, no sobre una parodia de democracia. Después de todo, y como siempre repetimos, ¿Para qué los profesores de Formación Ética y Ciudadana seguimos insistiendo desde hace años (¡ya casi 20 nosotros!) a nuestros alumnos respecto a la esencia o definición de una república democrática que, entre otras condiciones, exige la periodicidad de los funcionarios, su responsabilidad y honestidad, y la publicidad (veraz) de sus actos?

Justo hoy leíamos una frase de Albert Einstein que tomamos prestada para el final.

"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa".

Este es el doble compromiso aquí y hoy: no sentarse nunca a ver pasar el mal.

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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