viernes, 22 de enero de 2010

Críticos y acríticos - Editorial del 22 de enero de 2010

En otras páginas de esta edición hacemos referencia a la noticia (más que noticia, confesión de parte y relevo de pruebas) de que los recursos con los que dispondrán este año los comedores escolares en la provincia serán los mismos con los que se financiaron en 2009, a pesar del pedido de un aumento de entre el 10 y el 15 por ciento elevado por Acción Social cuando se elaboró el proyecto de Presupuesto 2010, aprobado por la Legislatura el 28 de diciembre último.

Para alimentar a los 85.965 chicos que asisten en forma diaria, el Estado gira una partida de ¡1,50! pesos per cápita, aunque una estimación oficial indica que esa cifra debería ser de 1,95 pesos.

No sin antes dejar expresamente aclarado que tampoco esta última cifra alcanzaría, no podemos menos que asombrarnos de que haya "genios" capaces de creer que con esa plata alguien pueda comer algo más que un pedazo (¡y sólo un pedazo, eh!) de pan.

Si fuera de otra manera, lo que no creemos, pero como somos seres humanos abiertos a las ideas estamos a disposición de quién nos lo quiera demostrar, el gobierno provincial estaría logrando el milagro económico y social de combatir la desnutrición infantil (que existe aún después de seis años de maravillosos gobiernos kirchneristas y sus respectivas y locales cadenas) obligando a esos miles de chicos a comer polenta nueve de cada diez días. Sí, por supuesto, no solo polenta. No somos tan necios. ¡También un poco de arroz, alguna masa pintada con tomate y con una muestra de queso, y no mucho pan, porque se nos acaba la partida! ¡Ah, y para tomar, agua!

¡Y después se llenan la boca hablando del pueblo! La verdad es que es tan inútil este gobierno, que más allá de hacerles pasar hambre a nuestros chicos (¿de eso se tratará el famoso lema "primero los gurises? ¿Primeros en pasar hambre?), no pierden oportunidad de ir a chupar las medias a Buenos Aires, sin atreverse en esas múltiples ocasiones a protestar por la falta de envío de los fondos que legítimamente nos pertenecen y de los cuales hemos hablado tantas veces acá. ¿Cuál es, entonces, el federalismo de estos funcionarios que no funcionan? Menos mal que Pancho Ramírez ya no está, sino como leíamos hace un rato, "los degüella de parados".

A nosotros se nos ocurre que se podría hacer un sustancial ahorro en el presupuesto provincial eliminando algunos puestos de la actual administración. En todo caso podríamos colaborar aportando una lista de candidatos a volverse a su pueblo para intentar, desde la actividad privada (¡ja!), proveerse de esos fondos necesarios para su subsistencia sin tener que sacárselo (literalmente) de la boca a los gurises entrerrianos. Suponemos, para evitar las ahora tan mentandas recurrencias a esa cuestión de la gobernabilidad, que los entes autárquicos, las direcciones, las asesorías y las secretarías personales podrán ser cubiertas por empleados del escalafón, sin que se vean en absoluto menguados los logros institucionales ni las obras a iniciarse o a terminarse. En todo caso, y dada la capacidad demostrada por esos propuestos candidatos al retorno, puede ser que se vea un poco demorada la gestión, ya que de ninguna manera los empleados de planta permanente de que dispone la provincia podrán ni siquiera igualar la idoneidad de estos pro seres (que no próceres). Estimamos que se darán situaciones que deberemos entender, como, por ejemplo, la que quedó demostrada días pasados cuando el tornado que asoló la vecina ciudad de Rosario del Tala dejó sin luz al hospital. Eso sirvió para advertir que el equipo electrógeno no funcionaba desde hace ¡12 años! (¿a esto se refieren cuando hablan de la "herencia recibida"?), llevando a la absurda situación de que se haya tenido que escuchar de boca de los médicos: "tráigame velas Schaff (es el intendente), tengo dos mujeres por tener familia y acá no tenemos energía". Esa frase que quedara para la historia nos lleva, además, a colegir que eso ya pasa a ser una cuestión lindante con la ética, porque lo que algunos se llevan de más, lo sufren muchos otros a los que les siguen faltando las cosas.

Einstein, no nosotros, decía que el punto fundamental era saber cuál era el mínimo de riqueza que garantiza una vida digna y sobre todo qué hacer cuando alguien comienza a obtener más de lo que realmente necesita.

Es que tan pronto alguien puede acumular, la tendencia a abusar del poder que da el dinero se le vuelve irresistible, ya que el sistema en que vivimos está construido para favorecer el abuso. El "ideal de la pocilga" se convierte en ideal social recomendado, ¡obviamente para los demás!

Al final, todos los hombres actúan como cerdos, y lo que hacen todos les parece "natural" a los teóricos "realistas", de los que tenemos varios en este gobierno. La respuesta del ministro Bahl a Arralde, por ejemplo, es prueba de ello.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en este caso nos complace que así sea, porque vamos a intentar trazar un paralelo entre esta tristísima situación y algunas cosas que vimos en estos días en que nos tomamos un descanso.

Estando en la vecina República Oriental del Uruguay advertimos, con sorpresa, ciertas realidades que habíamos leído pero que, por esa idiosincrasia propia de argentinos, no creíamos. Y como tiene que ver con los gurises, "botijas", como los llaman ellos, lo vamos a contar, ya que estamos convencidos de que ese obrar que los distingue tendrá sus frutos en el mediano plazo y nos volverá a colocar, como país, en los últimos lugares de los rankings que realmente importan, tales como el índice de alfabetismo, que hoy mide más que solo saber leer y escribir, mientras nos seguiremos riendo de ellos porque no entran al mundial (o entran por repechaje, como ahora).

En la rambla de Piriápolis, en efecto, hay un enorme edificio en pleno centro, en el que residen, durante una semana, alumnos de las distintas escuelas del "paisito", como ellos mismos lo llaman a su Uruguay. Así, nos dijeron, pasan por ese lugar todos los estudiantes primarios, sin que quede nadie sin gozar de esas vacaciones del mismo nivel de las que gozan aquellos a los que sus riquezas se lo permiten (acá deberíamos decir que a algunos que conocemos sus riquezas les permiten ir un poco más lejos, sin que el hambre de los chicos que conocen les afecte demasiado).

Pero no solo eso. Cada chico lleva su propia computadora portátil, que le proveyó el gobierno (¡y acá estamos discutiendo respecto a cuarenta y cinco centavos de diferencia en el hambre!), conectada a Internet, con la cual tienen la obligación de trabajar durante una hora por día para no perder el tren de los estudios. Esos mismos chicos son llevados por la noche a espectáculos culturales (música popular rioplatense, mimos, pintores, actores) de primer nivel, a los que asisten con absolutísimo respeto porque para eso fueron educados. Durante esas horas en las que los vimos, durante varios días, los acompañantes les iban acercando "refuerzos", como ellos llaman a lo que nosotros por colonialismo cultural todavía denominamos sándwiches. ¡Y seguramente que no eran ni de polenta ni de arroz! Einstein lo dijo, señores, seguramente pensando en las actitudes de los dirigentes que nos han tocado en suerte: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".

Es por eso que los "del otro lado del río", le han hecho caso a uno de sus mayores poetas populares, Víctor Lima: "Nadie camina mejor, te juro, que aquél que aprende sobre su andar".

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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