viernes, 14 de agosto de 2009

Fabricantes de pobreza

Fabricantes de pobreza (1)
Editorial del 14 de agosto de 2009

(1) Dado que esta página forma parte de la edición impresa del Semanario "Crónica", hemos optado por agregar en esta versión digital aquellas referencias a las que el lector de este blog no puede acceder, y cuya lectura resulta necesaria para una mejor compresión del contexto al que se refiere el autor. Así, al final de este editorial, encontrarán la página del Dr. Juan Carlos Formigo. Las otras derivaciones (la poesía "Hay un niño en la calle" de Armando Tejada Gómez y el artículo de Mons. Jorge Lozano publicado en La Nación del pasado domingo), pueden ser leídas por Internet.

Un amigo de la infancia (esa es la ventaja que da el vivir en el lugar en el que uno nació) nos "reprochaba" (dicho esto con "buena leche" y aceptado con hidalguía) que hubiésemos puesto en nuestro editorial anterior que "uno espera y desea que no nos convirtamos tan rápida e inconscientemente en una sociedad capitalista voraz y deshumanizada". Él consideraba, y así nos lo dijo, que era una crítica fuera de lugar.
Vamos a dedicar, entonces, esta página, a explicar por qué pensamos así, ya que no acostumbramos a emitir opinión sin fundamentos.
Día a día estamos viendo como, casi sin estorbos, los nuevos "valores" son el lucro y la fama, cimientos de una sociedad de mercado que necesita cada vez más clientes que personas, si se nos permite la necesaria separación filosófica.
No tenemos la formación necesaria como para saber, hoy, si el sistema capitalista está garantizando en algún lugar del mundo la satisfacción de las necesidades de, por lo menos, la mayoría de la población (tome en cuenta, amigo lector, que no pedimos, por utópica, la satisfacción de las necesidades de todos, aunque así debería ser).
Pero de todas maneras, imaginándonos que no es así, sí estamos seguros de que en nuestro país, que en toda su historia de casi, casi, dos siglos no se ha salido para nada de ese sistema (con los nombres que a lo largo de su vida ha tenido el mismo), ni siquiera cuando la "marchita" anunciaba que se estaba "combatiendo al capital", no ha dado los resultados esperados. Solo ha servido, entonces, para profundizar las diferencias, ahogar en la dependencia política del clientelismo a los más necesitados y mantener en números altísimos los índices que en el mundo miden, por bajos, los niveles de desarrollo.
Si alguno cree que no es así, le sugerimos como ejercicio del pensamiento, que a pocos días de un nuevo aniversario de la muerte del Gral. San Martín, imagine la existencia actual de héroes como él. La conclusión será que la figura más parecida será hoy la de algún "poderoso", que no tendrá la dimensión espiritual del "Libertador" ni mucho menos su ánimo solidario, pero sí acumulará tantos bienes como aquél desechó y necesitará que se le rindan tantos honores como honores supo resignar San Martín.
No tenemos nada, debemos decirlo, contra el sistema capitalista en sí. Ni siquiera somos quiénes para tenerlo. Lo que sí nos molesta sobremanera, y necesitamos decirlo todas las veces que esté a nuestro alcance, es que no se tenga en cuenta (o sí, lo que es peor, porque se está engañando entonces a la gente) que la aplicación del capitalismo en su estado más crudo en la Argentina, sin considerar la formación social endeble que nuestro país tiene, profundizada por la crisis de valores que todos presenciamos y muy pocos denunciamos, es ir directamente al suicidio social y a la consecuente salvación de muy pocos.
Al hablar del sistema capitalista, y sobre todo al defenderlo, nadie debe ser tan iluso como para no comprender el entorno en el que el mismo debe forzosamente desarrollarse. Con una clase dirigente como la que tenemos (no sólo la política, eh, que acá sufrimos por estos días sobradas muestras de ello), que hace "gala" de un injustificable e impresionante deterioro, es impensado confiar en que todos estaremos en igualdad de condiciones.
El primitivo cristianismo, ante la moral del Imperio que venía en franca declinación, apuntó al pecado original, dejándonos como enseñanza que cuando valores que antes eran importantes (honestidad, estudio, constancia, solidaridad, sensibilidad artística) ahora ya no rigen, las conductas se corren invariablemente hacia un egoísmo elemental que termina desembocando inevitablemente en la depravación.
Por supuesto que nuestra postura no pretende ser apocalíptica. Ya hemos dicho hasta el cansancio (aunque en verdad no nos cansamos de decirlo), que esta situación es superable. Si no pensáramos así no haríamos las cosas que cotidianamente hacemos, que incluyen escribir pero que no consisten solo en eso.
Para salir, por ejemplo, hay que hacerse cargo de que los que estamos mal somos nosotros, no los otros. Esto dicho tanto en referencia a los que quieren "salvarse" (usted conoce a muchos, amigo lector) y que miran la situación desde su inmejorable atalaya, cuánto a los que critican viendo la paja en el ojo ajeno pero nunca la viga en el propio.
Nosotros nos enojamos, incluso con nuestro entorno familiar, cuando alguien se queda en la queja hipócrita sin pensar en la posibilidad de ejercer una acción reparadora, por humilde que ella pueda parecer.
Pero es claro que hay que tener mucho cuidado y evitar las confusiones. La denigrante actitud benéfica de la que hacen "gala" casi todos (lo que equivale a decir no todos pero sí muchísimos) nuestros dirigentes políticos (pero no solo políticos, sino también empresariales, periodísticos, deportivos, culturales, ¡religiosos!) dista mucho de la solidaridad basada en un sincero amor al prójimo.
Así que, entonces, no nos "tragamos más el sapo". Vamos a seguir insistiendo en que en la Argentina hay desigualdades e inequidades que marcan para toda la vida. La historia aparece a la vuelta de cualquier esquina y no hacen falta muchas precisiones (¡no sea que después alguien se enoje y no asuma la frase de Tácito que encabeza nuestra portada!). Las compartimos a diario, siempre y cuando no tomemos la actitud cobarde de mirar para otro lado.
El lector tendrá hoy varias posibilidades en Crónica de sumergirse en esa mirada quizás cruel, pero no por ello menos real. Tanto la poesía de Armando Tejada Gómez que una apasionada lectora nos sugirió que publicáramos, cuánto la valiente denuncia de Mons. Lozano que leímos el domingo en La Nación y que decidimos ofrecerles en esta edición, pasando por la cada vez más elogiable columna del Dr. Juan Carlos Formigo, y terminando con este humilde aporte nuestro, todo tiene la impronta de la necesidad de comprender, como decíamos hace unos días, "de qué lado estamos".
Un gremialista de esta provincia aseguró, pocas horas atrás, que "hay problemas más graves que resolver, ya que hay muchísimos trabajadores que están debajo de la línea de pobreza, y sin embargo nosotros nunca fuimos recibidos por la legislatura para dar solución a esto", dicho en referencia a la decisión del presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Busti, de convocar a una sesión especial donde se atendieron los reclamos de la Mesa de Enlace provincial (se trata de dirigentes agropecuarios, para que entiendan los que no conocen nuestra realidad). También opinó que "si el Estado nacional utilizara los 21.700 millones de pesos que le entregó en subsidios al campo se podría solucionar el problema del hambre en el país". Y agregamos nosotros, por si hiciera falta, ¡el hambre es un crimen!
A la hora del reparto, de cuya fila se ponen primeros aquellos "que son parte y reparten", olvidándose de sus orígenes y de lo que prometieron (alguna vez nos cansaremos de las indirectas y diremos los nombres que todos conocen), y vanagloriándose de la "calidad" de los comedores comunitarios (que no deberían existir, convengamos), muchos deberían conocer la historia de Cacaseno. Ella cuenta que un día le piden en el pueblo a Cacaseno que vaya al aljibe a recoger agua, y él, en lugar de un balde, lleva una canasta. Después de varias fracasadas tentativas, Cacaseno llega a la irrefutable conclusión de que el pozo ya no tiene agua, porque no se le ocurre que está empleando un instrumento inadecuado que la deja escapar.
Este es, Tito (Rubén, diría Graciela), el problema del capitalismo en la Argentina. ¡No sé si me explico!
Y como queremos ser más drásticos, tal como deberíamos haberlo sido, quizás, en las anteriores, terminaremos con un monólogo de Tato Bores, que no era "genial" como algunos dicen, pero que a través de sus textos hizo excelentes radiografías del "ser argentino":
"Qué país! ¡Qué país! ¡No me explico por qué nos despelotamos tanto... si éramos multimillonarios!
Ud. iba y tiraba un granito de maíz y ¡paf !, le crecían diez hectáreas...
Sembraba una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que había que tirar la mitad al río porque no teníamos dónde meterla...
Compraba una vaquita, la dejaba sola en el medio del campo y al año se le formaba un harén de vacas...
Créame, lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT... Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos, o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta."
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

¿Qué nos pasa a los argentinos?
"¿Qué nos pasa a los argentinos?" decía Fabio Alberti cuando finalizaba el programa humorístico "Todo por 2 Pesos" que conducía junto a Diego Capusotto. Al final Alberti simulaba ponerse serio y decía: "es hora de una reflexión". Se dirigía a un pizarrón mientras decía: "¿que nos pasa a los argentinos?, estamos locos" y empezaba a graficar en un pizarrón mientras explicaba situaciones incoherentes y sin relación lógica entre si.
Creo que esa incoherencia nos está pasando ahora. Como es de público conocimiento manejan nuestra realidad, lo comprobamos con la gripe A que se instauró luego de las elecciones, cifras del INDEC, etc. Pero hay una realidad muy palpable, que es la falta de dinero.
La gente no tiene qué comer y discuten un subsidio a la A.F.A. Es interesante saber que la empresa TSC desde hace 18 años estaba asociada a la A.F.A., y quedaban 5 años de vigencia por los derechos televisivos de los torneos oficiales. TSC que pertenece en partes iguales a Torneos y Competencias y al grupo Clarín ofreció 268 millones de pesos por esta temporada, de los cuales ya adelantó 45 millones y ofreció otros 40 millones para que los clubes hicieran frente a las deudas impositivas y con Agremiados. Pero Julio Grondona lo rechazó. Y aceptó la oferta de 600 millones por temporada del gobierno para romper el vínculo y establecer una nueva relación con el Estado.
Recordemos que para subsidiar el sector tambero el gobierno destinó 500 millones de pesos. No tendremos leche para tomar, pero podremos ver fútbol gracias al gobierno. Pero claro, mientras todos reían con "¿Qué te pasa Clarín?, ¿estas nervioso? que popularizó Freddy Villarreal. No se dieron cuenta que el ex presidente no trataba de divertir el pueblo y su despecho nos costó 600 millones de pesos para el fútbol.
El ex jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández, dijo sentirse "dolido" y "molesto" porque el gobierno "lo espía" y dijo que se está echando gente vinculada a él. Dijo estar curado de espanto; con escuchas telefónicas y violaciones de emails. Recordemos que Fernández fue parte de este gobierno hace un año.
Pero esta es la Argentina panqueque, de gente que apoyaba a Menem cuando era gobernador de Santa Cruz, y siendo presidente toca madera o se tocaba un testículo ante la presencia de Menem.
Otra cosa que tampoco entiendo, es el fenómeno Cobos. Porque tomó una decisión correcta en un momento difícil se metió el pueblo en el bolsillo. O sea, reconocemos cuando alguien actúa bien, porque estamos acostumbrados a que no lo hagan. Si decía "mi voto es positivo" hoy seria uno más de los odiados del gobierno.
Lo que me sorprende es que sin decir nada va a todo acto público que hay, y no faltan cholulos que lo saluden. Si bien la política es el arte de hacer creer. Hacer creer y confiar a la gente para que apoye. Persuadirlos, como decía Alfonsin que se sentía muchas veces.
Pero la gota que rebasó el vaso fue ver a Cobos en la procesión de San Cayetano en Junín. Si bien nuestra Constitución Nacional, en su Art. 2 establece que "El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano".
Esto quiere decir que no solo es la religión oficial del Estado, sino que la subsidia y tiene exenciones impositivas. Es interesante ver al Vicepresidente de la Nación buscando ayuda espiritual para la situación económica del país, que no solo afecta espiritualmente, sino físicamente también. Además dijo "hay solución si en vez de administrar la pobreza trabajamos todos para erradicarla".
Pidió generar "condiciones de seguridad y confianza para que haya inversión". Consideró que de manera urgente "se necesita inversión, producción y trabajo, porque hoy un desempleado seguramente pasa a ser un pobre. No hay capacidad de ahorro en la población".
Pidió como medida de largo plazo "un plan de inclusión con el cual no haya un solo chico en la calle sino en la escuela", y reclamó "un plan de vivienda para la clase media". Valoró el mensaje del papa Benedicto XVI respecto de la pobreza en la Argentina. Pero aclaró: "Independientemente de esto, todos debemos luchar día a día contra el hambre. Más que debatirlo, tenemos que tratarlo y solucionarlo".
También opinó: "Suena poco creíble hablar de hambre e indigencia en la Argentina que es un país que puede suministrar alimentos a gran parte del mundo". Y pidió "avanzar mucho más". Tal vez se olvido que es Vice Presidente y podría algo para mejorar la situación del país…
Muchos dirán que capaz fue a agradecer. La pregunta es: ¿Qué? Tal vez personalmente le fue bien, pero en general no. Es peor que el funcionario que hace donaciones. El funcionario que hace donaciones no demuestra que es bueno en su función. Sino que demuestra que no sirve en su función para gestionar, y cobra un sueldo que excede sus necesidades, por eso dona.
A nadie le importa nada y se pasan la pelota unos a otros. Pero mientras haya una "Zulma Lobato" fuera del neurosiquiatrico hablando pavadas, Tinelli, Guido Süller, etc. podemos seguir viviendo en un mundo de estupideces, mientras nos ultrajan.
Dr. Juan Carlos Formigo

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