viernes, 5 de junio de 2009

Desencuentro - Editorial del 5 de junio de 2009

La oportunidad que se nos presenta no queremos desaprovecharla.
Siempre hay temas coyunturales que se imponen al momento de elegir de qué hablaremos en esta página, y seguramente a partir de la próxima semana la inminencia de las elecciones legislativas (¡solo legislativas!) nos llevará de la mano inexorablemente. Es por eso que hoy hemos decidido "entrarle" a una cuestión que nos parece que está sumamente descuidada por estos tiempos, al influjo de las "urgencias" y, por qué no, de ciertas presiones ideológicas que pretenden desmemoriar a los argentinos.
Asistimos con dolor (esto se viene repitiendo desde hace ya varios años) a la escasa participación del pueblo en los actos patrios, sobre todo en aquellos que tienen que ver específicamente con la recordación de la fecha más que con las celebraciones paralelas de contenido artístico o social.
No entendemos muy bien el por qué de tanta insistencia con el lema del "Camino al Bicentenario", cuando la forma en que lo estamos transitando más parece recordar la letra de aquél tango de Cátulo Castillo no por nada llamado como el título de hoy, que discurre: "estás desorientado y no sabés qué trole hay que tomar, para seguir". Vamos a hacer un breve paréntesis acá para explicar a los más jóvenes que el "trole" es una especie de colectivo alimentado por energía eléctrica a través de dos líneas aéreas paralelas, que se usó mucho en Buenos Aires hace años y que, por estos tiempos, creemos, solo circulan en la ciudad de Córdoba. Esto es un mero dato informativo, pero sirve porque estamos convencidos de que en cada oportunidad en que se pueda hay algo para aprender.
Sigamos, entonces, después de esta breve pero útil digresión.
A nosotros nos parece que es necesario insistir, desde todos los lugares, con que rememorar los sucesos de mayo, en este caso, pero también lo que se viene respecto al aniversario de la muerte de Belgrano y su recordación en el Día de la Bandera, y más adelante con el 9 de Julio, tiene que ver con una forma de reafirmar nuestra identidad nacional.
Si realmente nos interesa recorrer ese "Camino al Bicentenario", quienes nos guíen por él deberán tomar conciencia de que, paulatinamente, sobre todo en el transcurso de los tramos finales del siglo XX y en lo que llevamos del XXI, la memoria se volvió más estereotipada, y en algunos momentos hasta se vació de contenido. De ahí los pálidos y deslucidos festejos de los últimos años, que hasta nos han hecho perder las ganas de asistir a ellos. Presencias que denotan obligación, discursos anodinos, apuro por terminar y falta de capacidad para transmitir el impacto que la fecha nos produce, parecen ser los únicos factores comunes de los actos patrióticos.
Es cierto que a esta "devaluación" ha contribuido grandemente el desprestigio que se "ganó" en cierto momento el Ejército Argentino, a través de sus no siempre oportunas intervenciones en la vida política nacional, sobre todo en la última de ellas, que cruzó ese límite para caer en la más abyecta criminalidad.
Nosotros solemos recurrir a los textos poéticos (las buenas canciones también son un poema) de quienes han sabido, mejor que nosotros, explicar las cosas.
Y para esta oportunidad nada como las palabras de Víctor Heredia en "Aquellos soldaditos de plomo", que creemos traducen exactamente lo que nos pasa:
Qué traidor nos ha robado
la ilusión del corazón?
de los que tanto amaba entonces.
Que vuelva bruñido el bronce
que se limpien las banderas.
Yo quiero una fila entera de soldados desfilando
y todo un pueblo cantando con renovada pasión.
Quiero de nuevo el honor, aunque no existan victorias.
Quiero llorar con la gloria de una marcha militar
y un banderín agitar, frente a un ejercito popular".
Es inútil buscar únicos responsables de este deterioro de las celebraciones cívicas. Las causas se relacionan con el desconcierto generalizado acerca de qué es ser argentino, qué lugar ocupa el país en nuestro pensamiento y qué perspectivas les estamos ofreciendo a las futuras generaciones.
Obviamente que las cosas no pasan solamente, como algunos quieren hacernos creer, por proyectos personales, bipersonales, partidarios o sectoriales, o por meras sumas de iniciativas o de negocios particulares. Es lamentable tener que decir eso, pero como parece ser el denominador común de las propuestas, no podemos callarnos.
A nosotros nos gustaría escuchar de la boca de quienes nos conducen algo más que una evocación cargada de nostalgia de un pasado que, por grato que sea, no es más que pasado.
Alguien alguna vez deberá decidir (nosotros deberemos elegir a ese "alguien") que ese recuerdo histórico adquiera vitalidad y sentido en la medida en que ofrezca sustento a un proyecto de futuro, lo que, por cierto, hasta ahora muy pocas veces se ha podido vislumbrar.
Estamos un poco cansados, de verdad, de las absurdas referencias que respecto a la década de los '90 hacen quienes fueron primeros actores de ella y pretenden ahora borrar su participación (o, a lo sumo, retocarla) con una especie de "photoshop" de la Historia. No será con ellos, que apostaron y perdieron, que cambiaremos el curso de nuestro destino.
Mientras los argentinos nos resistamos a creer que terminó un ciclo (no estamos hablando solamente de hombres y de banderías políticas) y demoremos el viraje que se impone, estaremos en un limbo o en una tierra de nadie, cada vez más peligroso.
Por este camino ya no hay salida. Ahora la política tiene que volver a ocupar su lugar histórico usurpado, arrasado por ese "economicismo" que incluso ha ganado lugares de preponderancia en las listas.
La política es conducción, armonización de intereses y de derechos, y no la comodidad de sobrevivir en la corriente manejada por otros.
Debemos aprender, acá sí, de los "hombres de Mayo", para salirnos de la bolsa como en aquél lluvioso 25, y sacudirnos nuevamente la parálisis, que sigue siendo colonial en el estricto sentido de la palabra, aunque sea otro el Colón que cree que nos descubre.
Pero no podemos intentar salir de la jaula estrellándonos contra los barrotes. Hay que salir con cuidado, dejándonos guiar (¡de una vez por todas!) por quienes son portadores de la luz.
Mientras desde los medios masivos de comunicación nos confundan y nos hagan más difícil entender a los personajes reales que a los imitadores de la lamentable sátira del "Gran Cuñado" (¡así estamos!), el tango que usamos como leit motiv de hoy se hará la "panzada" viendo si logramos saltearnos la conclusión, que alega:
"Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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