jueves, 3 de septiembre de 2015

Roma no paga traidores

Roma no paga traidores  – Editorial del 4 de septiembre de 2015
El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, le respondió al candidato presidencial por el Frente Renovador, Sergio Massa. En el marco de la campaña de cara a las elecciones de octubre, el líder opositor y diputado nacional dijo en alusión al gobernador que "dan asco" los señores feudales que usan la pobreza para mantener el poder". "Asco dan los que traicionan. Los que van y vienen", le contestó el entrerriano a través de su cuenta de Twitter. Aludió así, supongo, a la pertenencia de Massa al Frente para la Victoria (FpV) hasta 2013, cuando creó su propia fuerza para competir en los comicios legislativos.
Textualmente nuestro primer magistrado, que de hecho ejerce la investidura más importante que tiene Entre Ríos, lo que, a mi entender, conlleva una serie de responsabilidades que debería incluir la mesura y el respeto, dijo: “Asco dan los que traicionan. Los que van y vienen. Los que les dan esperanzas a los enemigos del país que van a volver a hacer lo que quieran con él. Asco dan estos renovadores aliados en Entre Ríos del atraso y el caudillismo. En Entre Ríos no hay señores feudales. Hay ciudadanos que nos exigen cada día un buen gobierno en las obras, la gestión y el respeto a las instituciones”. Aclaro yo aquí que pese a que la transcripción es textual de los twits de Urribarri, yo les hice algunas correcciones porque había errores gramaticales que me daban vergüenza ajena.
El argumento principal de nuestro gobernador, que dicho sea de paso es el mandatario de todos los entrerrianos y no solo de los simpatizantes del FpV, cosa que parece que ignora o directamente no le interesa ni le importa, está basado en que Bordet-Bahl ha sido la fórmula más votada en Entre Ríos en las PASO (cerca del 50%), y eso demostraría que el FpV construye mientras que los demás hacen (hacemos, porque he decidido que me quepa el sayo) política del odio.
Yo podría decir, para empezar a rebatir este argumento, que, por lo menos hasta ahora, y si es que no se demuestra lo contrario, Manzur en Tucumán también fue el más votado, pero con fraude, lo cual es una forma de odio y también genera asco.
Mezclando nuevamente su rol de gobernador con el de jefe de campaña, Urribarri se “defendió” de las críticas de Massa: "En Entre Ríos no hay señores feudales. Hay ciudadanos que nos exigen cada día un buen gobierno en las obras, la gestión y el respeto a las instituciones", lanzó quién se había postulado como precandidato presidencial pero luego se bajó de la grilla a “pedido” de la presidente Cristina Kirchner. Y sí, tiene razón. Hay ciudadanos que le exigen cada día un buen gobierno. Lo que no dice es que tiene a los docentes con paros todas las semanas, que la mayoría de los agentes del estado provincial está con reclamos salariales, que las obras son de una bajísima calidad, que la salud pública deja bastante que desear y que un porcentaje altísimo de las escuelas de la provincia no está en condiciones de que los alumnos concurran con seguridad a ellas. Y ni hablar de los hospitales, ya que el San Martín de Paraná, que debería ser un modelo, es un acopio de escombros y de basura, y se mantiene en pie gracias a la fortaleza de los empleados y profesionales que trabajan en él en las peores condiciones posibles. Y, ya que hablamos de traición, también lo es la que le hizo a la industria entrerriana con el subsidio a la fábrica trucha de las famosas cosechadoras que iban a ir a Angola.
Quizás en algo se equivoque Sergio Massa. Y es en su afirmación de que en muchas provincias “los señores feudales usan la pobreza para mantener el poder”. A mi entender, a muchos ni les alcanza para tener la categoría de esos personajes de la historia. En realidad son solo caudillos corruptos que se enriquecen a expensas del pueblo al que dicen defender.
Lo que Urribarri no debería olvidar, cuando habla de traición, es que Busti “lo puso” en el poder porque no se le permitía a él la reelección, y cuando quiso volver, su “amigo” estaba atornillado al sillón. Para contrarrestar esa traición, Jorge Busti creó un nuevo partido, denominado Frente Entrerriano Federal, cuya cúpula integraban varios legisladores e intendentes. A los seis meses casi todos “descubrieron” que sin los cheques de Urribarri no podían gobernar, y entonces lo dejaron solo a Busti. Pero eso no fue una traición, porque esa palabra proviene del latín traditĭo, y es aquella falta que quebranta la lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo. Consiste en renegar, ya sea con una acción o con un dicho, de un compromiso de lealtad. ¡Caramba; qué coincidencia!, diría Les Luthiers.
Ahora Urribarri “puso” a dedo a Bordet, otro desconocido, salvo para los concordienses, cuando el candidato de las bases era Adán Bahl. Resultaría muy cómico que se repita la historia, que en este caso sería “la historia de una traición”, casualmente el título de un libro que tengo en mi biblioteca, heredado de mi padre, y que alguna vez comenté en esta página editorial. Aunque sea otro el tema, los protagonistas tienen mucho que ver.
Lo que yo creo que en realidad sucede es que Massa está armando revuelo sólo con su palabra, mientras que a los otros dos candidatos se les está “quedando sin nafta” el marketing. Por eso la consigna es acusarlo de traidor, ya que además de esa manera tapan el sol con la mano y pretenden que la gente no recuerde el “tucumanazo” del lunes y el peligro latente de que se instale en todo el país.
En realidad, ya que di la definición enciclopédica de “traición” voy a dar también la de asco. Derivada de la palabra asqueroso, que a su vez proviene del latín escharosus con el significado de algo que contiene escaras o costras en cantidad considerable; el término asco, alude a una sensación desagradable, de repugnancia y rechazo, que se siente especialmente ante algo que provoca no solo reacciones emocionales, sino también físicas, como náuseas.
A mí, particularmente, me dan los que hacen uso y abuso de los bienes del Estado para beneficio personal. Asco me dan quienes utilizan la Cadena Nacional para hacer campaña política, conscientes de que eso está prohibido. Asco me dan los que la pesan porque es tanto lo que roban que ya ni la puedan contar. Asco me dan los que dejan morir a los niños por desnutrición, y a los aborígenes, y cuando alguien lo denuncia, le contestan tratándolo de “villerito europeizado” (¡Grande Carlitos Tevez!), en vez de negar (¡no pueden!) el motivo de la denuncia. Sentir asco por todo esto, y más, en realidad es poco todavía.
Y ya que Urribarri habla de traición, ¿acaso no los traicionó Cristina a él y a Randazzo al nombrar candidato “a dedo” a Daniel Scioli, que ya antes lo había traicionado a Carlos Menem y que, seguramente, si gana, no hesitará en traicionarla también a la actual Presidente?
¿Y, antes, no había traicionado Néstor Kirchner a Duhalde, que lo llevó al poder, y al mismo Menem, de quién llegó a decir que era “el mejor presidente de la Historia?
Pero es claro que las traiciones no se agotan en el Frente para la Victoria. También muchos radicales que no hubiesen sido nadie si no fuera por Alfonsín terminaron traicionándolo, y varios dirigentes de la UCR de Entre Ríos que crecieron a la sombra de Montiel también lo traicionaron cuando les convino “abandonar el barco”. Y ni hablar de los que en un Congreso Provincial pusieron como condición sine qua non que cualquier alianza o frente debía estar encabezada por un radical, y terminaron poniendo de candidato a gobernador a De Ángeli, traicionando ciento veinte años de historia y dejando por primera vez sin representación al partido.
Hace muchos siglos, allá por el año 150 antes de Cristo, cuando los romanos se extendían por una parte importante del mundo conocido, ocurrió que en Lusitania un cónsul llamado Escipio debió afrontar los embates de un movimiento independentista. Como la tarea de represión era muy dificultosa, decidió aniquilar al líder de los rebeldes, de nombre Viriato. Para concretar tal fin, pactó con tres nativos, cercanos a Viriato, para que hiciesen el trabajo sucio a cambio de una suculenta recompensa. Perpetrado el crimen, los sujetos se presentaron ante Escipio reclamando el pago de la deuda. Sin inmutarse, el político romano les dijo: “Roma no paga traidores”. De esta forma, les hizo sentir el rigor por haber actuado en contra de la ética imperante, aun cuando él mismo había sido el gestor del acto. Desde entonces, resulta útil para reprender a personas que supuestamente obran de manera traicionera, aunque uno sea, en verdad, el autor intelectual del hecho.
                                                  Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

                       

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