Roma no paga traidores
– Editorial del 4 de septiembre
de 2015
El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, le respondió al
candidato presidencial por el Frente Renovador, Sergio Massa. En el marco de la
campaña de cara a las elecciones de octubre, el líder opositor y diputado
nacional dijo en alusión al gobernador que "dan asco" los señores
feudales que usan la pobreza para mantener el poder". "Asco dan los
que traicionan. Los que van y vienen", le contestó el entrerriano a través
de su cuenta de Twitter. Aludió así, supongo, a la pertenencia de Massa al
Frente para la Victoria (FpV) hasta 2013, cuando creó su propia fuerza para
competir en los comicios legislativos.
Textualmente nuestro primer magistrado, que de hecho ejerce la
investidura más importante que tiene Entre Ríos, lo que, a mi entender,
conlleva una serie de responsabilidades que debería incluir la mesura y el
respeto, dijo: “Asco dan los que traicionan. Los que van y vienen. Los que les
dan esperanzas a los enemigos del país que van a volver a hacer lo que quieran
con él. Asco dan estos renovadores aliados en Entre Ríos del atraso y el
caudillismo. En Entre Ríos no hay señores feudales. Hay ciudadanos que nos
exigen cada día un buen gobierno en las obras, la gestión y el respeto a las
instituciones”. Aclaro yo aquí que pese a que la transcripción es textual de
los twits de Urribarri, yo les hice algunas correcciones porque había errores
gramaticales que me daban vergüenza ajena.
El argumento principal de nuestro gobernador, que dicho sea de paso es
el mandatario de todos los entrerrianos y no solo de los simpatizantes del FpV,
cosa que parece que ignora o directamente no le interesa ni le importa, está
basado en que Bordet-Bahl ha sido la fórmula más votada en Entre Ríos en las
PASO (cerca del 50%), y eso demostraría que el FpV construye mientras que los
demás hacen (hacemos, porque he decidido que me quepa el sayo) política del
odio.
Yo podría decir, para empezar a rebatir este argumento, que, por lo
menos hasta ahora, y si es que no se demuestra lo contrario, Manzur en Tucumán
también fue el más votado, pero con fraude, lo cual es una forma de odio y
también genera asco.
Mezclando nuevamente su rol de gobernador con el de jefe de campaña,
Urribarri se “defendió” de las críticas de Massa: "En Entre Ríos no hay
señores feudales. Hay ciudadanos que nos exigen cada día un buen gobierno en
las obras, la gestión y el respeto a las instituciones", lanzó quién se
había postulado como precandidato presidencial pero luego se bajó de la grilla
a “pedido” de la presidente Cristina Kirchner. Y sí, tiene razón. Hay
ciudadanos que le exigen cada día un buen gobierno. Lo que no dice es que tiene
a los docentes con paros todas las semanas, que la mayoría de los agentes del
estado provincial está con reclamos salariales, que las obras son de una bajísima
calidad, que la salud pública deja bastante que desear y que un porcentaje
altísimo de las escuelas de la provincia no está en condiciones de que los
alumnos concurran con seguridad a ellas. Y ni hablar de los hospitales, ya que
el San Martín de Paraná, que debería ser un modelo, es un acopio de escombros y
de basura, y se mantiene en pie gracias a la fortaleza de los empleados y
profesionales que trabajan en él en las peores condiciones posibles. Y, ya que
hablamos de traición, también lo es la que le hizo a la industria entrerriana
con el subsidio a la fábrica trucha de las famosas cosechadoras que iban a ir a
Angola.
Quizás en algo se equivoque Sergio Massa. Y es en su afirmación de que
en muchas provincias “los señores feudales usan la pobreza para mantener el
poder”. A mi entender, a muchos ni les alcanza para tener la categoría de esos
personajes de la historia. En realidad son solo caudillos corruptos que se
enriquecen a expensas del pueblo al que dicen defender.
Lo que Urribarri no debería olvidar, cuando habla de traición, es que
Busti “lo puso” en el poder porque no se le permitía a él la reelección, y
cuando quiso volver, su “amigo” estaba atornillado al sillón. Para
contrarrestar esa traición, Jorge Busti creó un nuevo partido, denominado
Frente Entrerriano Federal, cuya cúpula integraban varios legisladores e
intendentes. A los seis meses casi todos “descubrieron” que sin los cheques de
Urribarri no podían gobernar, y entonces lo dejaron solo a Busti. Pero eso no
fue una traición, porque esa palabra proviene del latín traditĭo, y es aquella falta que quebranta la lealtad o fidelidad
que se debería guardar hacia alguien o algo. Consiste en renegar, ya sea con
una acción o con un dicho, de un compromiso de lealtad. ¡Caramba; qué
coincidencia!, diría Les Luthiers.
Ahora Urribarri “puso” a dedo a Bordet, otro desconocido, salvo para
los concordienses, cuando el candidato de las bases era Adán Bahl. Resultaría
muy cómico que se repita la historia, que en este caso sería “la historia de
una traición”, casualmente el título de un libro que tengo en mi biblioteca,
heredado de mi padre, y que alguna vez comenté en esta página editorial. Aunque
sea otro el tema, los protagonistas tienen mucho que ver.
Lo que yo creo que en realidad sucede es que Massa está armando revuelo
sólo con su palabra, mientras que a los otros dos candidatos se les está “quedando
sin nafta” el marketing. Por eso la consigna es acusarlo de traidor, ya que
además de esa manera tapan el sol con la mano y pretenden que la gente no
recuerde el “tucumanazo” del lunes y el peligro latente de que se instale en
todo el país.
En realidad, ya que di la definición enciclopédica de “traición” voy a
dar también la de asco. Derivada de la palabra asqueroso, que a su vez proviene
del latín escharosus con el
significado de algo que contiene escaras o costras en cantidad considerable; el
término asco, alude a una sensación desagradable, de repugnancia y rechazo, que
se siente especialmente ante algo que provoca no solo reacciones emocionales,
sino también físicas, como náuseas.
A mí, particularmente, me dan los que hacen uso y abuso de los bienes
del Estado para beneficio personal. Asco me dan quienes utilizan la Cadena
Nacional para hacer campaña política, conscientes de que eso está prohibido. Asco
me dan los que la pesan porque es tanto lo que roban que ya ni la puedan
contar. Asco me dan los que dejan morir a los niños por desnutrición, y a los
aborígenes, y cuando alguien lo denuncia, le contestan tratándolo de “villerito
europeizado” (¡Grande Carlitos Tevez!), en vez de negar (¡no pueden!) el motivo
de la denuncia. Sentir asco por todo esto, y más, en realidad es poco todavía.
Y ya que Urribarri habla de traición, ¿acaso no los traicionó Cristina
a él y a Randazzo al nombrar candidato “a dedo” a Daniel Scioli, que ya antes
lo había traicionado a Carlos Menem y que, seguramente, si gana, no hesitará en
traicionarla también a la actual Presidente?
¿Y, antes, no había traicionado Néstor Kirchner a Duhalde, que lo
llevó al poder, y al mismo Menem, de quién llegó a decir que era “el mejor
presidente de la Historia?
Pero es claro que las traiciones no se agotan en el Frente para la
Victoria. También muchos radicales que no hubiesen sido nadie si no fuera por
Alfonsín terminaron traicionándolo, y varios dirigentes de la UCR de Entre Ríos
que crecieron a la sombra de Montiel también lo traicionaron cuando les convino
“abandonar el barco”. Y ni hablar de los que en un Congreso Provincial pusieron
como condición sine qua non que cualquier alianza o frente debía estar
encabezada por un radical, y terminaron poniendo de candidato a gobernador a De
Ángeli, traicionando ciento veinte años de historia y dejando por primera vez
sin representación al partido.
Hace muchos siglos, allá por el año 150 antes de Cristo,
cuando los romanos se extendían por una parte importante del mundo conocido,
ocurrió que en Lusitania un cónsul llamado Escipio debió afrontar los embates
de un movimiento independentista. Como la tarea de represión era muy
dificultosa, decidió aniquilar al líder de los rebeldes, de nombre Viriato.
Para concretar tal fin, pactó con tres nativos, cercanos a Viriato, para que
hiciesen el trabajo sucio a cambio de una suculenta recompensa. Perpetrado el
crimen, los sujetos se presentaron ante Escipio reclamando el pago de la deuda.
Sin inmutarse, el político romano les dijo: “Roma no paga traidores”. De esta
forma, les hizo sentir el rigor por haber actuado en contra de la ética
imperante, aun cuando él mismo había sido el gestor del acto. Desde entonces,
resulta útil para reprender a personas que supuestamente obran de manera
traicionera, aunque uno sea, en verdad, el autor intelectual del hecho.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso
No hay comentarios:
Publicar un comentario