jueves, 10 de septiembre de 2015

Planeta Argentina

Planeta Argentina – Editorial del 11 de septiembre de 2015
Un chico qom de 14 años murió el martes en el Hospital Pediátrico de Resistencia, en Chaco, a raíz de un cuadro de tuberculosis y desnutrición que padecía desde hace tiempo. Murió en plena "década ganada", y en una provincia en la que el caudillo se jacta de que hay "hambre cero".
"Elegir seguir bien", "Seguir nos hace bien" asegura Jorge Capitanich desde afiches, paredes, pasacalles y lunetas de colectivos. La de "El Coqui", como todos le dicen en esta provincia, es la cara principal de la campaña que dentro de dos semanas desembocará en la elección del próximo gobernador, aunque él en realidad es "solo" candidato a intendente de la ciudad capital.
Según el censo de 2010, en Chaco viven 1.050.000 personas. Los detalles de cómo viven son, oficialmente, un misterio. La provincia dejó de publicar datos de pobreza, indigencia, inflación y empleo, entre otros indicadores, hace más de tres años. No así el Indec, que hace menos de un mes ubicó a esta ciudad al borde del pleno empleo (calculó que sólo le falta trabajo al 0,4% de sus habitantes) y registró un 8,4% como último dato de pobreza de la provincia, y una indigencia de sólo 1,4 por ciento.
La realidad es que 306.000 chaqueños, según la Anses, reciben el Plan Hogar. Son $ 154 por mes para comprar gas. Podría sumar otros $ 150 si, DNI mediante, consiguiera la tarjeta del Programa de Seguridad Alimentaria.
Según datos de la misma Anses de mayo último, más de la mitad de la población (540.015 chaqueños) recibe algún tipo de ayuda del Estado: Asignación Universal por Hijo, Asignación por Embarazo, asignaciones familiares, becas del programa Progresar, garrafa social y tarjeta alimentaria. Hay superposiciones, desde ya.
Muy lejos del paraíso socioeconómico que pretende dibujar el Indec, Chaco figura para los privados entre las provincias más complicadas. Según el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), el 48,1% de los chaqueños es pobre y el 14,4% es indigente. Los datos surgen de un índice de precios que se calcula desde 2012 y corresponde a fines de 2014.
El otro gran eslabón de dependencia es el empleo público. El gobierno provincial no difunde cifras. Según el Centro de Estudios Nelson Mandela (CENM), trabajan para o en relación con el Estado en sus tres niveles (nacional, provincial y municipal) unas 130.000 personas, lo que, multiplicado por cuatro (una familia tipo) alcanza a 520.000 personas. "Semejante cantidad de empleados del Estado atenta contra la exigencia ética al gobierno y hace que la demanda de cambio sea nula". O sea, no es que votan al FpV por afinidad, sino por necesidad. ¡Y esa necesidad la crearon los mismos a quienes ellos votan, justamente para que tengan necesidad de votarlos!
¿Quién puede explicar por qué murió un chico de 14 años por desnutrición en "la Provincia de Coqui"  con desocupación 0 y desnutrición 0?
Días pasados escuchábamos hablar a un economista de prestigio, que no está participando de la campaña electoral, decir que la Argentina es un planeta separado del resto de la tierra. De ahí el título que tomé para hoy. Porque más allá de la muerte del chico qom,  hay datos que dicen que mueren dos mil chicos de desnutrición en un país que puede alimentar a cuatrocientos millones de personas.
Y ese mismo economista brindaba datos escalofriantes. En principio decía que no había que confundir hambre con desnutrición, y que no había que atarse a los meros datos numéricos. El gobierno se jacta del hambre cero, pero esa hambre se puede calmar todos los días con fideos o arroz. Es la falta de proteínas (carnes, huevos) la que diferencia una cosa de la otra. Un chico que come solamente hidratos de carbono (pastas) es "cachetón" y sus piernas están bien gordas. Pero se enferma de cuánta peste anda rondando, porque no tiene defensas. Una prueba que dicen se puede hacer es pedirles que se paren de golpe. Supuestamente se le cae toda esa gordura porque es pura grasa y agua. No tiene las proteínas que son estructurales, como el colágeno, la elastina, la keratina, etc. Para que estas proteínas estructurales se mantengan el individuo debe consumir alimentos que le brinden los aminoácidos necesarios, que obviamente no están en las pastas ni el arroz, que solo tienen hidratos de carbono. Como dije más arriba, sí los tienen las carnes, el huevo, los lácteos, que debido a la pobreza extrema y a la indigencia, no están al alcance de casi el 40% de los argentinos, mal que les pese a los "genios" de la década ganada.
"Por supuesto que nos duele una muerte que se da por una cuestión cultural", afirmó  Capitanich, al referirse a la difusión del fallecimiento de Oscar Sánchez, oriundo de Fortín Lavalle, el chico qom que da lugar a la página de hoy.
Resulta ser una "cuestión cultural" para el "Koki" un cuadro de neumonía, desnutrición y otras enfermedades no confirmadas como la tuberculosis. Es verdad que luego el gobernador admitió que la muerte de Oscar fue por causas evitables, ensayó una débil autocrítica e intento justificar a su gobierno al decir "por eso sabemos lo que nos falta". ¿Pero cómo? ¿No era que en su provincia había hambre cero? ¿O al dato se lo dio la Secretaría de Cultura en vez de la de Salud? ¡Vamos, Jorge!
En una de esas lo que quiso decir el ex jefe de gabinete y frustrado candidato a presidente, al catalogarla como una "cuestión cultural", es que "la tuberculosis, la desnutrición, la mal nutrición, la anemia, el Mal de Chagas, la parasitosis y otras enfermedades vinculadas con la pobreza y el fracaso del sistema socio-sanitario público están haciendo estragos en las comunidades indígenas que viven en El Impenetrable".
Como ese dato lo señaló el Centro Mandela al anunciar la muerte  del chico de 14 años que pesaba 11 kilos (cuando debía pesar 40), y el Centro Mandela es un organismo cultural…
Encima, como tomándonos el pelo y creyendo que somos todos unos idiotas (debe estar convencida de eso), tuvimos que escuchar: "No quiero parecerme a países que dejan morir chicos en las playas. Eso es decadencia cultural. Se andan tirando los inmigrantes de un país a otro como si fueran bultos. Nosotros, un país de inmigrantes, en el que nuestros abuelos bajaron de los barcos, somos un ejemplo". Eso dijo la jefa de Estado al encabezar el miércoles un acto en José C. Paz. Si todos nos conmovimos con la foto del pequeño ángel sirio muerto en la costa junto a su hermanito y su mamá, escapando de su país en guerra, ¿Por qué no nos conmovemos con lo que pasa a nuestro alrededor, en nuestro país? ¿Por qué nuestra Presidente, tan dada al histrionismo y a la mentira diabólica (como la justificación que hizo del nazismo, aunque este sea un tema que trataré muy especialmente otro día), no se mostró igual de compungida? Y, encima, en un desesperado intento por no perder el poder, dijo, sin ponerse colorada (bueno, sí, el pelo se le puso colorado): "Se observa, se ve claramente en toda la región, en América del Sur, un intento de volver a instalar las políticas neoliberales que nos llevaron al fracaso, al hambre y la desocupación". El economista del que hablábamos más arriba dijo, sobre bases muy confiables, que en Sud América hay 20 veces más de mortalidad infantil o de chicos "en riesgo" que en los países desarrollados.  La verdad, Sra. Cristina, es que en el país que preside hay un 30% de habitantes bajo la línea de pobreza, y que un cuarto de ellos son niños.
Lo que hace que la Argentina sea un planeta separado del resto del mundo es que acá usamos "tablas" especiales, que los gobernantes modifican según sus necesidades. Capitanich debería ser procesado, como gobernador del Chaco, porque sus índices mentirosos hacen, por ejemplo, que los chicos no reciban en los hospitales la leche fortificada que necesitan para paliar aunque sea su desnutrición. ¿Por qué no lo procesan? ¡Adivine!   
En una de esas la respuesta está en esta frase de Ayn Rand, del libro "La rebelión de Atlas", publicado en 1957: "Cuando advierta que para producir necesita autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebe que el dinero fluye a quienes no trafican bienes sino favores. Cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino que al contrario son ellos los que están protegidos contra Ud. Cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en auto sacrificio, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse que su sociedad está condenada".                                                 
                                     Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

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