jueves, 13 de noviembre de 2014

Milagros inesperados

Milagros inesperados - Editorial del 14 de noviembre de 2014
Elegí el título de hoy tomándolo de un libro de Stephen King que en la traducción al español lleva ese nombre, aunque el original en inglés es “The Green Mile”, o “La Milla Verde”, en alusión al pasillo que lleva a los condenados a muerte en los Estados de los EEUU que todavía la conservan, desde sus celdas hasta el patíbulo (la silla eléctrica o la sala en la que se le aplica la inyección letal).
En realidad la intencionalidad del título tiene mucho que  ver con el propósito de nuestro gobernador de ser candidato a Presidente de la Nación por el Frente para la Victoria en las próximas elecciones de 2015, y por eso usé el título en castellano, aunque después me di cuenta de que, como segunda intención y como metáfora, no estaba mal eso de “el pasillo de la muerte”.
Pensar que Urribarri puede ser Presidente de la Nación es tan creíble como que yo pueda integrar la Suprema Corte de Justicia. Primero tendría que ganarle las PASO a Scioli (y a Randazzo y a Rossi), y después, si eso ocurriera, debe ser consciente de que se le va a hacer más fácil a la oposición ganarle a él. Yo creo que el indeciso votará a cualquiera menos a un ignoto gobernador. Y no particularmente porque sea un mal candidato (aunque para mí lo sea), sino simplemente porque nadie lo conoce fuera de Entre Ríos (y muchos ni siquiera dentro de la provincia).
Pero antes de entrar en tema, quiero dejar en claro que, políticamente, pienso que la jugada de Cristina es hacerle creer a todos los que nombré (Urribarri, Randazzo y Rossi) que pueden llegar a ser Presidente, cuando en realidad lo que está haciendo es una nueva especie de “ley de lemas”, por medio de la que pretenderá sumar todos los votos (mis hijos se van a reír, acá), y luego dárselos a Scioli.
Vuelvo, entonces, a dedicarme a dar mi opinión acerca de la utópica visión de nuestro Sr. Gobernador respecto a que puede llegar a ser Primer Mandatario de un país como la Argentina, solo con voluntarismo y “milagros”.
Digo yo: ¿no sé da cuenta de que tendría, por ejemplo, que solucionar el problema de las inundaciones que se producen en muchos lugares del país cuando caen tres gotas, siendo que él ni siquiera pudo cumplir con el compromiso de pavimentar catorce cuadras para llegar hasta una escuela? Tendría que haber ido a dar clase el miércoles por la mañana, luego de la lluvia, para saber de qué y por qué hablo.
Por estos días se trata en la Cámara de Diputados un proyecto de ley “de emergencia” que obligue a los anestesistas, por un período de cinco años, a prestar servicios en los hospitales públicos a los que se los mande. Esto teniendo en cuenta la carencia de profesionales de esa especialidad en Entre Ríos. Sin dejar de lado que los que hemos recibido toda nuestra educación desde el Estado (primaria, secundaria y universitaria) tenemos, en principio, la obligación moral de devolver lo que nos dieron gratuitamente, no se pueden olvidar los señores legisladores, y tampoco nuestro Sr. Gobernador, que se trata de profesiones liberales, en las que resulta muy difícil “obligar” a alguien a hacer lo que no quiere. En todo caso, si tuviésemos una dirigencia inteligente, deberían preguntarse si la causa de la carencia de anestesistas en la provincia, más allá de que nosotros no tenemos Facultad de Medicina, no está (¡sí está!) fundada en el simple hecho de que, por la misma tarea y para el mismo fin, que es obtener la especialidad, un residente cobra en Santa Fe (cruzando el túnel) el doble de lo que cobra uno en Paraná. Y lo mismo pasa después con los cargos de Salud. Entonces ¿qué incentivación puede tener una persona que estudió durante por lo menos diez años para obtener su título y su especialidad? Pongan en valor los sueldos de los empleados públicos y muchos de los problemas desaparecerán. Y vuelvo, entonces, al tema principal: ¿qué milagro pretende generar Urribarri para ser presidente, si, entre otras cosas no puede asegurarle a los hospitales de la mayor parte de las ciudades entrerrianas un digno servicio de anestesia, y a los anestesistas una digna contraprestación por sus servicios?
Y hablo de esa especialidad médica en particular, primero porque como dije hay un proyecto de ley que, al estilo del modelo soviético pretende obligarlos a trabajar dónde al gobierno se le ocurra, y segundo, obviamente, porque lo conozco de primera mano por una cuestión familiar. Pero lo mismo puede pasarle a otros, al estilo del poema que tantas veces he utilizado acá, y que se le adjudica a Bertold Brecht, pero en realidad le pertenece a Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller, Pastor luterano alemán y antinazi. La traducción textual es:
“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”.
¿Qué clase de República va a gobernar entonces Urribarri si no puede sostener en su provincia un sistema de Salud Pública que sea eficiente y que les pague a sus agentes lo que les corresponde? Porque, no nos engañemos, los hospitales que funcionan bien lo hacen porque tienen una Asociación Cooperadora que viene en subsidio de la responsabilidad del Estado de brindarla. Y pretender cubrir los vacíos con medidas que más se parecen a las imposiciones de un totalitarismo que de una democracia, es vergonzoso. Más cuando para alcanzar los índices que se señalan en el proyecto se incluyen “hospitales” como el de Avigdor o Gilbert, que no tienen ni siquiera una camilla de quirófano en condiciones. Un anestesista allí es más inútil que “cenicero de moto”, de modo que acabemos ya con la mentira y ponderemos con algún criterio creíble.
Y para hacer honor a la poesía que pusimos más arriba, en una reciente encuesta realizada entre un muestreo de abogados entrerrianos, la falta de unificación de criterios jurídicos, la morosidad judicial y la burocracia fueron mencionados como los principales inconvenientes que impiden un “mejor desempeño” de la Justicia en Entre Ríos. ¡Y sólo para el 4% de quienes respondieron la encuesta, la relación del Poder Judicial con los demás poderes del Estado es de absoluta independencia! A nosotros no nos queda ninguna duda de esa falta de independencia, ya que lo estamos sufriendo en carne propia en la demora con la que se están tratando, como ya dijimos en otro editorial, dos casos que nos involucran, y que, por lo menos, rozan al poder.
No nos engañemos. No es mucho lo que puede hacer Urribarri como Presidente de la Nación, salvo que lo que se busque es un “prestanombres”. Si hasta el juego de los cuatro candidatos es perverso entre ellos mismos. Se faltan el respeto y permiten que los otros, como pasó esta semana con Capitanich, vayan rotando en sus preferencias como para que nadie se lleve por ahora los laureles.    
El único consuelo que nos queda es que ni en General Campos ni en Arroyo Barú hay glaciares como atracción turística, y que construir hoteles con spa sería allí tan inútil como aquél anestesista que se menciona para Gilbert. Por lo demás, en la contradicción centro-periferia, la cosa no cambiará mucho, porque así como ahora piensa que la provincia termina en la Avenida de Circunvalación de Paraná, después se va a convencer de que la Argentina termina en la General Paz.
Menos mal que hay quienes, mientras tanto, se ocupan de llevar a Entre Ríos “prendidito al corazón”. Aunque nadie lo cuente más que ellos.

                                               Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso  

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