jueves, 14 de noviembre de 2013

Nunca Más

Nunca Más - Editorial del 15 de noviembre de 2013 Un ex suscriptor de Crónica, pero que aparentemente sigue igualmente siendo lector, me reclama continuamente la falta de análisis respecto a las declaraciones que hiciera el año pasado Marcos Aguinis, poco felices por cierto, con relación a las Juventudes Hitlerianas. Cada vez que nos encontramos en la calle o en algún negocio, lo que sucede a menudo dado que los dos andamos caminando mucho por nuestro pueblo, sobre todo por el centro, me insiste con lo mismo, incluso sugiriendo las supuestas razones que, a su entender, me inducían a la autocensura. Seguramente entiende que mi condición de judío, como Aguinis, condiciona mi opinión. El hecho es que en los 817 editoriales que llevo escritos nunca acepté sugerencias y menos imposiciones. Pero en este caso debo reconocer que siempre consideré que el amigo estaba en lo cierto, solo que debía yo esperar el momento oportuno, y finalmente ese momento llegó. En aquella ocasión, más exactamente el 21 de marzo de 2012, Marcos Aguinis escribió lo siguiente: “La corrupción se ha vuelto septicémica. El modelo consiste en profundizarla. Nada importante se hace para disminuirla. Desde lo alto se dibuja el camino. Si la yunta presidencial ha conseguido amasar una fortuna que no se podría fundir en varias generaciones, quienes se acercan a ella esperan lograr lo mismo. O un poco, aunque sea. Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras (sic). Los actuales paramilitares kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación. Muchos de los blogueros que se ocuparán de insultar este artículo lo harán por la rabia que les produce un desenmascaramiento y el temor de perder sus mal habidos ingresos”. Luego, seguramente cuando se dio cuenta de lo que había escrito (me refiero a lo que más arriba puse en cursiva y marqué con el sic que significa textual, y ante las críticas (no todas sinceras, debo decirlo, porque muchas fueron aviesas) Aguinis dijo: “No respondo a un absurdo tan patético como endilgarme que apoyo a los nazis y niego la Shoá. No hay en mi artículo una sola palabra que lo afirme. Se ha distorsionado mi mensaje poniendo la lupa en un par de párrafos poco claros para ocultar la esencia de mi mensaje” (sic). Eso, a mi entender, es como la otra cara de aquellos que militan su antisemitismo, pero se resguardan en el infame “tengo un amigo judío”. El senador kirchnerista Aníbal Fernández fue uno de los primeros en salir al cruce de la controvertida columna, ya que en su espíritu general, el artículo apuntaba a cuestionar la política del Gobierno nacional y la relación con las organizaciones sociales. Pero en vez de contestar respecto al fondo de la cuestión, aprovechó la ocasión para decir que “Aguinis se olvidó de los 5 (en verdad fueron 6) millones de judíos asesinados para exculpar a Hitler y culpar a Milagros Sala. Es tal la burrada de Aguinis que nos encontramos ante una situación inentendible. El nivel de antisemitismo es fuerte”, dijo el ex jefe de Gabinete. En ese momento el presidente de la DAIA, Aldo Donzis, repudió el contenido de la columna de Aguinis al tiempo que instó a que "nadie vuelva a hacer comparaciones de esta naturaleza, porque en definitiva lo que se está haciendo es banalizar la Shoá". Y ahora, entonces, la ocasión se dio, no por uno, sino por tres “disparadores”. El pasado 9 de noviembre el principal asesor comunicacional del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, aseguró que “Hitler era un tipo espectacular y que era muy importante en el mundo” y minimizó la matanza de seis millones de judíos al comparar el Holocausto con la situación actual en Venezuela. El estratega del PRO realizó estas declaraciones en una entrevista que concedió a la revista Noticias, en la cual afirma que “el principal problema de Mauricio Macri es el sincericidio”, lo que evidencia que aconseja al jefe de Gobierno porteño a no decir siempre lo que piensa. Pese a eso, a las pocas horas Macri dijo: "Fue sin lugar a duda inaceptable la expresión `espectacular` para referirse a un personaje nefasto de la historia como es Hitler. No existen calificativos positivos posibles para una persona responsable del mayor genocidio de la historia de la humanidad". Sin embargo el Rabino Bergman (¡El rabino Bergman!) si bien criticó los dichos de Durán Barba, hizo hincapié en que esa frase “no es una posición, sino una expresión”, y manifestó que no lo va a “condenar como un reivindicador de Hitler, porque no lo es”. ¡Por algo decía yo más arriba que Durán Barna aconseja a no decir siempre lo que se piensa! Y este martes un inusual clima de tensión se vivió en la Catedral Metropolitana cuando un grupo ultraconservador católico intentó impedir, rezando el Rosario en voz alta, la realización de un acto judeo-cristiano por la conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos, considerada el inicio del Holocausto judío perpetrado por el nazismo. Integrado en su mayoría por jóvenes identificados con boinas rojas, el grupo cismático lefebvrista se instaló minutos después de las 19 en la nave central de la iglesia para impedir que se lleve adelante la ceremonia. Profirieron insultos y cantos hostiles, mientras repartían textos que consignaban "fuera adoradores de dioses falsos del templo santo, que precipitarán las almas al castigo eterno". Luego de unos minutos de tensión y de la presencia de efectivos de la Policía Federal, que (¡qué raro!) no intervinieron, y mientras Giannetti rezaba la Oración de la Paz de San Francisco de Asís, volvió la calma al interior del templo y pudo iniciarse el acto litúrgico, del que participaron también el sacerdote Alejandro Llorente, el rabino Jonás Shalom (Bet Am Marc Chagall) y los pastores David Calvo (Iglesia Luterana Unida), Ester Iglesias (Iglesia de los Discípulos de Cristo), Sergio López (Iglesia Dinamarquesa) y Mariel Pons (Iglesia Evangélica Metodista). Tras leerse textos que condenan el genocidio y se solidarizan con el pueblo judío, de los Papas Benedicto XVI y Francisco, se hizo un minuto de silencio para que "se reconozcan otros silencios anteriores, el de las conciencias enmudecidas que aceptaron persecuciones y fueron indiferentes a la degradación y al crimen". Alguna vez recomendé leer “Los que supieron morir”, de Howard Fast y Mila 18, de León Uris, libros ya tradicionales acerca de la Shoá. Pero ahora, con placer, debo sugerir la lectura de “Herejes”, del autor cubano Leonardo Padura, de reciente aparición. De ese libro extraigo el final de mi editorial de hoy: “El miedo invade a un individuo cuando las fuerzas desatadas y manipuladas de una sociedad lo eligen como enemigo y le sustraen el recurso de apelación, en este caso solo por profesar ideas que los otros, la mayoría manipulada por un poder totalitario, han asumido como perniciosas para el bien común”. El libro, debo decirlo, cuenta la historia del S.S. Saint Luis, barco en el que en 1939 viajaban novecientos judíos polacos que habían podido huir de la Alemania nazi, y que por no ser recibidos ni por Cuba, ni por los EEUU ni por Canadá, terminaron sus días en las cámaras de gas de Auschwitz. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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