jueves, 28 de noviembre de 2013

No tan Pancho

No tan Pancho - Editorial del 29 de noviembre de 2013 El pasado jueves 21 de noviembre, que quizás no por casualidad ni propios ni extraños recordaron su importancia histórica, teniendo en cuenta la frase de Nicolás Avellaneda, que pregonaba "los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden conciencia de sus destinos", se produjo un gravísimo incidente cívico en la ciudad cabecera de nuestra departamento, que creo, todavía, por lo menos hasta que yo escribí este editorial, no se ha dimensionado en su justa medida. Antes de seguir, voy a explicar por qué dije que justamente los hechos ocurrieron en un día con mucha importancia histórica (y política, agrego ahora). Es que en el año 1852, por no estar de acuerdo con algunas cláusulas del Acuerdo de Gobernadores de San Nicolás de los Arroyos, la provincia de Buenos Aires se separa del resto de la Confederación. Los jefes del Estado disidente trazaron un plan para evitar la reunión del Congreso General Constituyente en Santa Fe que incluía invadir esta provincia, pero primeramente lo harían con Entre Ríos. El día 21 de noviembre de 1852, desde el mirador del Colegio del Uruguay, se avistó al invasor, se organizó la defensa de la ciudad bajo las órdenes del Comandante Ricardo López Jordán, de la que también participaron alumnos y personal del establecimiento. Se seleccionaron 35 estudiantes de los cuales 18 fueron al mirador y el resto hacía fuego desde las ventanas del Gran Salón de Estudios. El enemigo fue rechazado, y así el Congreso pudo seguir sesionando hasta darnos la tan ansiada Constitución. Ese mismo día, pero ciento sesenta y un años después, y tras la sesión ordinaria del Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay, el dirigente del GEN, e integrante del grupo de vecinos autoconvocados en Defensa del Patrimonio Público, Francisco "Pancho" Larocca, denunció que un grupo de policías de civil lo agredieron en la escalinata del Centro Cívico de La Histórica. El dirigente uruguayense participa en ese movimiento de vecinos que, más específicamente, se preocupa por lo que tiene que ver con luchar contra el proyecto que incluye cambios a medida de los requerimientos del empresario Miguel Marizza para quedarse por cincuenta años con la explotación de la manzana de la actual terminal y el hotel "Francisco Ramírez", aceptando "en parte de pago" una alejada y precaria edificación construida por el grupo empresario, que supuestamente la reemplazará, pero que queda allá en lo que vulgarmente llamamos "la loma del...", y también con el ex Mercado 3 de Febrero, con la posibilidad concreta de instalar allí salas de juego de azar. Como en esa sesión había muchos vecinos y vecinas, y el clima estaba pesado y caluroso en el recinto del Concejo (literal y figuradamente hablando), Francisco Larroca, a quién los amigos conocemos como Pancho, y que es un viejo (no por la edad) militante radical ahora en el GEN, advirtió que una señora que estaba al lado suyo se sentía mal y que necesitaba aire. Entonces la acompañó hasta una ventana, frente a la que había dos personas. Les pidieron, amablemente, que se corrieran para que la señora tome aire, y ¡vaya sorpresa!, les contestaron, no tan amablemente, que no se correrían porque eran policías y estaban para que la gente ¡no se acercara a la ventana! Por supuesto que mi amigo Pancho, a quién le enseñaron en la escuela que nuestra Constitución dice que todos somos iguales ante la Ley (por eso justamente los militares del Proceso la guardaron en un cajón y mataron, torturaron y robaron bebés) les pidió, otra vez amablemente, que se identificaran, porque le pareció raro que en una sesión de Concejo hubiera policías de civil. De malas maneras le contestaron que no se identificarían, "y que si tenía algo que decir vaya a la Jefatura". Al final decidieron ir con la señora a otra ventana, donde, extrañamente, no había policías de civil cuidando, y tomaron un poco de aire, para luego comentar con otros amigos de la asamblea esta situación ridícula, de que cuidaran unas ventanas y otras no. Cuando Pancho decide retirarse, justamente como "Pancho por su casa", ya que el Concejo y el Municipio, en un sistema republicano, son de todos, y cuando estaba ya en la escalinata del edificio, se aproxima una persona y le pide identificación. Obviamente que le pregunta quién es, y le contesta que es policía. Le solicita, como corresponde, su previa identificación como tal, y entonces el policía le dice, textual "¡ah!...¿sos vivo? Allá arriba había mucha gente!", lo toma del brazo y le dice "acompañáme". Mi amigo Pancho, que leyó mucho sobre estas cosas, tan tristes en la Argentina, y que sabe cómo suelen terminar los "acompañáme", le contestó "¿estás loco o que te pasa?; yo no hice nada y vos no sos policía". Entonces entre dos personas de civil lo empiezan a arrastrar y pegarle por la vereda. De ahí lo llevaron hasta la esquina, donde aparecieron varias personas "vestidas de policía" y patrulleros. Lo tiraron al piso, le pegaron en varias partes del cuerpo y lo llevaron a la Jefatura, donde recibió varios empujones y agresiones verbales. Como sufre presión nerviosa, sintió que se mareaba, y se acordó que no había tomado las pastillas para eso, por lo que les pidió revisar si en su billetera no tenía una. Al no encontrar les solicitó, con el miedo que tenía (acá debería ir otra palabra) ir hasta el auto donde creía tener una, ¡y le dijeron que no! Comenzó a sentir que se le dormía el brazo y la pierna. Pidió para pararse y caminar porque no sentía el lado izquierdo, y no lo dejaron. Mucho más tarde vino una enfermera, le tomó la presión y tenía 18 de máxima. Ella aconseja trasladarlo al Hospital teniendo en cuenta que presentaba "hormigueo en pierna y brazo izquierdo". Llegó un abogado (¡hizo falta un abogado!), le hicieron firmar que por orden del Fiscal se podía retirar de la Jefatura, lo llevaron al Hospital donde lo dejaron en observación 45 minutos y lo medicaron para la presión y los dolores de los golpes. Voy a parar un poquito acá para recordarle, amigo lector, que estamos en el mes de noviembre de 2013, a treinta años de una democracia que supimos conseguir a fuerza de muertos y desaparecidos, y con un gobierno que habla de una "década ganada". ¿A quién le ganaron estos tipos? ¿A un militante desarmado, desamparado, cagado de miedo y que no sabía qué es lo que había hecho para merecer esto? Las autoridades del Concejo nunca explicaron por qué había personas de civil que aducían pertenecer a la Policía, y esta tampoco nunca explicó bien de qué lo acusó el presunto personal policial de civil que lo interceptó y golpeó en la vía pública, ya que solo emitió un comunicado que parece extrapolado de otros tiempos. Personas vestidas de policía y de civil que nunca se identificaron, ni los que lo trataron con buenos modales ni los que lo increparon. Uno no puede dejar de pensar, junto a Pancho, que ese sea quizás el modelo de policía que el "modelo" le exige a Urribarri. Una lástima que nuestros Derechos Humanos como ciudadanos se esfumen cuando uno piensa distinto al Frente para la Victoria. Estamos en democracia. Tenemos deberes y derechos, pero parece que hay muchos funcionarios que todavía deben aprender mucho de eso. Ni bien me enteré de los hechos, por boca (digital) de la víctima, le contesté con una frase sumamente descriptiva: "Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado" De todas maneras todavía no puedo entender el porqué del retorno a esas prácticas que yo creía que ya formaban parte de una historia que no queríamos volver a vivir. O, en todo caso, que le adjudicábamos, inocentemente, a la "mano de obra desocupada". Pero no. Creer o reventar. En el Chaco del nuevo Jefe de Gabinete y en la Formosa de Gildo Insfrán se persigue a los Quom. Y en la Entre Ríos de Urribarri, el mismo del "sueño entrerriano", se comenzó a perseguir ahora a quienes, como mi amigo Pancho, "piensan feo". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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