jueves, 9 de mayo de 2013

Sobran las faltas

Sobran las faltas - Editorial del 10 de mayo de 2013 La Torre de Babel es una edificación clave en la tradición judeo-cristiana, mencionada en el Antiguo Testamento. Las principales interpretaciones del capítulo 11 del Génesis afirman que, con la construcción de la torre, los hombres pretendían alcanzar el Cielo. Y es que hasta allí toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras, pero cuando Dios descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando, dijo: "He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros". Por ello se la llamó Babel (deriva del verbo hebreo antiguo balbál, "confundir"), porque allí confundió Dios la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie. Hecha esta introducción, muy a propósito para comenzar con el tema de hoy, y aclarando que no va a ser una clase de religión sino un análisis sobre el uso que hacemos del lenguaje, empecemos a andar, si se nos permite la metáfora. Muchas veces hemos tratado en esta página la cuestión de los errores ortográficos y de sintaxis, alguna vez bajo el título de "Se' gual", tomado del personaje Minguito de Juan Carlos Altavista. En esa ocasión hacíamos mención a la justificación que quienes los cometen usan para restarle importancia, acaso convencidos de que, efectivamente, "se' gual" (es igual). Nosotros usamos en clase algunos ejemplos que demuestran fehacientemente lo contrario, pero que no los podemos utilizar acá porque requieren de una escenificación que solamente es posible en el aula. De todas maneras, entre medio de lo que pensamos desarrollar para argumentar en nuestro favor, puede ser que recurramos, aunque simplificadamente, a esas muestras. El hecho es que para nosotros resulta alarmante el avance (que es a la vez retroceso) de la despreocupación por la manera en que nos comunicamos, tanto entre persona y persona (en forma hablada pero más en forma escrita) cuanto de medio periodístico a persona (acá también de las dos maneras). Cada vez se cuida menos la calidad de la expresión, sin darse cuenta de que podemos llegar a vivir una situación similar a lo de la torre, ya no por la imposibilidad de llegar al cielo, sino "simplemente" por la complicación para entender lo que nos quieren decir. Hace poco leíamos de un diario español una referencia a la misma preocupación, lo que demuestra que la globalización también llegó a los defectos, que repasando mentalmente las faltas más habituales de los alumnos de una universidad, aparece pronto el clásico abrir (con hache, lo cual más que un error es un horror, por lo terrible y también por la hache) al que, probablemente, conjeturaban allí los docentes, se llegaba porque no distinguían el "habría" del verbo haber del "abría" (casi siempre escrito sin acento) del verbo abrir. Y así como en España advirtieron esa mezcla equivocada, nosotros podemos relatar varias más, que seguramente nacieron o se potenciaron con el uso del celular y la "necesidad" de ahorrar caracteres, pero que han llegado hasta las pruebas escritas (en el caso de la mayoría de los alumnos) y a las planificaciones y otras comunicaciones (en el caso de muchos docentes). A esta altura necesito aclarar que en el archivo de los originales que recibimos en este semanario para publicar hay cosas que es necesario ver para creer, sobre todo si decimos quién las escribió. Por ejemplo, y utilizando el mismo criterio que los españoles, acá se confunde el "haber" con el "a ver", y de ahí todas las derivaciones posibles, cada vez más fantásticas e increíbles. Y ni hablar del "hay" (también de verbo haber) del "ay" (interjección de dolor) y del "ahí" (adverbio de lugar) Quedándonos un ratito en el ámbito escolar, sobre todo en el secundario, que es donde más se advierten estas cosas, los profesores celosos del cuidado del idioma reconocen que el panorama es desolador, pero pocos bajan la nota de un examen por la ortografía y la expresión, cayendo, aunque sea inconscientemente, en la frase típica de Minguito. La lista podría ser interminable, y nosotros no vamos a ahorrar espacio en ejemplificar las faltas que nos parecen más usuales, porque han llegado ya incluso a los medios. La causa de ello la desconocemos, pero las consecuencias pueden llegar a ser fatales, sin que estemos exagerando ni un cachito. Acá viene bien recordar, por ejemplo, que no es lo mismo "cazar" que "casar", aunque más de un casado se sienta cazado. No es lo mismo "ves" (del verbo ver) que "vez" (tiempo de hacer algo por turno u orden), como tampoco lo es "serrar" (de cortar con una sierra) que "cerrar" (lo contrario de abrir). Y otra vez vamos a parar un poquito para explicar, con el objeto de demostrar la importancia de la ortografía, que si le ordenamos a alguien, escribiéndoselo en un papel, que "haga el favor de serrar la puerta" (textual) no estaremos cometiendo un error si lo que le pedimos es que la corte en dos mitades, pero si lo que efectivamente queremos es que la cierre (o sea que deje incomunicado el interior con el exterior), y el mandadero cumple al pie de la letra con lo que dice el papel, nos encontraremos después con el tremendo lío de ver quién paga el daño o quién repone la abertura cortada por error. Tampoco es lo mismo "desbastar" que "devastar" (acá ya vamos a dejar que el lector empiece a buscar el diccionario), ni "coser" que "cocer". Otra vez no podemos resistir la tentación de poner un ejemplo, y piensen ustedes en un matambre, al que se le pueden hacer las dos cosas, pero en el orden en que las escribimos hoy acá, y no en el inverso. Si primero lo cocemos y después lo cosemos, se nos va a desparramar el relleno irremediablemente. Por eso hay que saber cuál es cuál, y escribirlo correctamente. ¡En este caso para después poderlo comer! Hace muchos años la RAE (Real Academia de la Lengua Española) estableció que los monosílabos no llevan acento ortográfico, sin embargo es lo más común ver escrito "fue, fui, vio y dio" con una empecinada tilde en la última vocal. Lo mismo pasa con la palabra fe, también monosílabo y por lo tanto comprendida en esa regla. Aun cuando Crónica trata de cuidar al extremo estas cuestiones en su redacción, suele suceder que algunas veces dejemos a propósito algunas faltas, quedándonos con el original como respaldo, para hacer más evidente el descuido. Así suele verse escrito "Consejo Deliberante", cuando lo correcto es "Concejo…", ya que sus miembros no son consejeros (de aconsejar), sino concejales (integrantes de un concilio o asamblea). Y ya que hablamos del municipio, el nuestro está ubicado en la intersección de dos calles, una de las cuales recuerda al expresidente Hipólito Yrigoyen. Sin embargo en toda la papelería e incluso en los carteles indicadores de cada esquina desde allí hasta el polideportivo, está escrito Irigoyen. Es cierto que el procesador de textos Word lo corrige, pero eso no quiere decir que tenga razón. Tampoco el Word distingue (porque no es inteligente) el "más" (de sumar) del "mas" (sinónimo de pero), ni el "espanto" del "espantó", ni el "proceso" del "procesó", y eso lleva a que quienes todavía disfrutamos con la lectura quedemos cerca del infarto al leer la mayoría de las cosas que hoy se escriben. Y esto de los errores no es en absoluto privativo de lo escrito. También es muy común en los medios orales escuchar cosas como "hace unos años atrás", lo que constituye lo que se llama un pleonasmo, o sea una reiteración inútil, ya que si "hace" es obvio que también es "atrás", con lo cual una de las dos palabras sobra. Iba a decir que iva es un impuesto, pero ya no tengo más tiempo. Ora es hora de concluir. Si no lo hago eso será una valla para que me vaya a dormir. O, dicho en otras palabras, una vez que esta página está hecha, el editor se echa. Y ya que estamos, con estos términos termino: "A la basura hay que botarla, y no votarla". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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