jueves, 10 de enero de 2013

Ex nihilo nihil fit

Ex nihilo nihil fit - Editorial del 11 de enero de 2013 Nuestro colega “Pregón”, que además está dirigido por un hermano (no solo hay hermanos de sangre, sino también del corazón) que se llama Ricardo Galarza, con quien compartimos los siete años de la escuela primaria y muchas cosas más, publicó en su pasada edición una visión que supongo emanada del municipio local, respecto a la problemática del tránsito en nuestra ciudad, y que en Crónica, o más precisamente en nuestros editoriales, venimos tratando hace ya algunas semanas. No sabemos si la intención de ese informe, que no recibimos en nuestro semanario, fue la de responder a los mismos, pero si esa fue la idea, entendemos que no es la manera. En ningún momento nosotros apelamos a la estadística, no por despreciarla, ya que por definición es una ciencia formal que estudia la recolección, análisis e interpretación de datos de una muestra representativa, ya sea para ayudar en la toma de decisiones o para explicar condiciones regulares o irregulares de algún fenómeno o estudio aplicado, de ocurrencia en forma aleatoria o condicional, sino porque no hay que olvidar que las estadísticas son solo eso: estadísticas. Como anécdota suelo contar que en el negocio de un amigo, no hace muchos años, había un cartel que decía: “si las estadísticas dicen que cada persona tiene cuatro panes, eso no quiere decir que uno no tenga ocho y otro ninguno”. Hay una percepción general de que el conocimiento estadístico es intencionado y frecuentemente mal usado, encontrando maneras de interpretar los datos que sean favorables al presentador. Un dicho famoso, al parecer de Benjamín Disraelí (político, escritor y aristócrata británico, que ejerció dos veces como Primer Ministro del Reino Unido), es: “hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y estadísticas”. Al escoger (o rechazar o modificar) una cierta muestra, los resultados pueden ser manipulados; por ejemplo, mediante la eliminación selectiva de valores atípicos (outliers). Este puede ser el resultado de fraudes o sesgos intencionales por parte del investigador. Lawrence Lowell (decano de la Universidad de Harvard) escribió en 1909 que las estadísticas, “como algunas tortas, son buenas si se sabe quién las hizo y se está seguro de los ingredientes que se usaron”. A mí, por ejemplo, de las que leo en esta nota, me llama muchísimo la atención que haya 209 multas por circular sin casco y solamente 8 por hacerlo más de dos personas (estoy hablando, por supuesto, de quienes lo hacen en moto), cuando la proporción en la realidad cotidiana es similar. Y eso sin tener en cuenta que, más allá de que tiene razón el Dr. Giordanengo cuando me corrige diciéndome que el no uso del casco genera un gasto extra innecesario en la Salud Pública para atender al “descuidado”, es muchísimo más grave exponer al riesgo a tres personas más, generalmente niños. En esta misma edición del semanario publicamos la noticia de un accidente ocurrido esta semana en la ciudad de Paraná, en el que una moto fue embestida de atrás por una camioneta. En el vehículo más pequeño iba una pareja con su beba de tres meses, que cayó al suelo y está internada en terapia en el Hospital San Roque de la capital de nuestra provincia. Lo sugestivo es la frase del padre con la que concluye la entrevista: "Ahora ya sé que, con la nena, nunca más en la moto". Y más todavía me llama la atención que en ese estudio no haya ni un solo caso de infracción a la norma que pena la circulación ingiriendo bebidas alcohólicas (ver para eso el art. 54 del Código de Faltas, que habla no solamente de quién conduce un vehículo sino también de quienes lo acompañan), infracción que por otra parte es una de las más frecuentes en las calles de nuestro pueblo. Ya dije una vez, y no me canso de decirlo porque me preocupa que algo tan evidente no sea advertido, que el “crimen perfecto” existe, pero que aquellas faltas o contravenciones que son observadas y a las que no se les aplica la normativa vigente, pasan a justificar lo que a muchos no les gustó que dijera: la denuncia por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Y en cuanto al "estacionamiento indebido", con solo salir a la calle una mañana cualquiera se puede advertir que los 81 casos detectados en diez meses se pueden detectar en un solo día. Es más, al día siguiente de leer el citado artículo en la transcripción que hizo la página digital de FM Riel, dediqué algunos minutos de mi tiempo libre (estoy de feria judicial y de vacaciones escolares) a observar el tránsito del centro de nuestra ciudad. Ya al llegar con el auto a la cuadra de Rogelio Gómez entre San Martín y Dr. Uchitel (para los que no son de mi pueblo les explico que vendría a ser la “City”, ya que en las esquinas están los dos bancos y entre ellos solo negocios y oficinas, lo que la torna la cuadra más concurrida en la mañana), y querer estacionar en un espacio suficiente frente a una casa de artículos para el hogar, se me presentó el primer problema: me encontré con una moto ocupando el lugar, siendo que existe un sector, sobre la esquina, reservado especialmente para ese tipo de vehículos, y en el que yo no podría poner mi auto. Bastante “calentito” (hay que reconocer que vengo desde hace tiempo reclamando por este tema, y hasta ahora, como dicen los chicos “cero respuesta”) me dirigí al inspector municipal que se encontraba en ese sector. Ya dije acá alguna vez que en este pueblo nos conocemos todos, y debemos estar en condiciones de separar las funciones de las personas. Es por eso que, en tanto y en cuánto ese individuo tiene un cargo por el que recibe un sueldo, debe cumplir con la tarea que le corresponde, y yo como ciudadano y contribuyente, tengo derecho a reclamárselo. El citado inspector, mientras yo daba la vuelta, con la idea, hasta ese momento, de volver a intentar estacionar en ese lugar, aunque para eso tuviera que chocar la moto o desplazarla a empujones, se dirigió al sitio. Obviamente que al llegar yo a la esquina del Bersa ya se me había pasado la bronca, entendiendo que no podía hacer lo que mi primer impulso me indicaba. Por eso estacioné sobre la Av. Presidente Perón y volví para hablar con el funcionario y ver qué medida tomaba. Grande fue mi sorpresa al recibir como respuesta que no podía hacerle la multa a la moto ¡porque no tenía patente! (doble infracción, en este caso, ya que correspondería aplicar el art. 50 del horrible Código de Faltas que tenemos) ; que además no había podido ubicar al conductor, y que desde el municipio le habían contestado que no contaban con un vehículo para trasladar la moto luego de proceder a su secuestro y posterior remisión (art. 67º del mismo Código que votaron por unanimidad nuestros ediles en la “gestión Rossi”). Conclusión de esta primera experiencia nefasta (y para muestra basta un botón): no se puede hacer cumplir las normas en nuestra ciudad por imposibilidades estructurales, lo cual, para buscar una comparación entendible, es como si un padre se jactara de darle de comer a sus hijos, pero les sirviera un plato vacío. Parménides, filósofo griego que no estacionaba su moto en mitad de la cuadra, ni andaba sin casco, ni llevaba a sus chicos entre medio, ni manejaba tomando alcohol, entre otras cosas porque en ese tiempo no había motos, dejó para la posteridad una frase que se conserva en latín: ex nihilo nihil fit, y que en nuestra lengua, traducido, quiere decir: de la nada, nada sacarás. Acá la única solución posible, que bajaría todos esos datos a niveles ínfimos y aumentaría la seguridad (de todos), tanto con las motos como con los autos, tiene nombre y apellido. Se llama DECISIÓN POLÍTICA. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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