jueves, 25 de octubre de 2012

El padre de la democracia

El padre de la democracia - Editorial del 26 de octubre de 2012 Al próximo martes 30 de octubre se cumplirán 29 años del triunfo de Raúl Alfonsín en las elecciones presidenciales, por sobre la fórmula del PJ. Este triunfo, sin dudas, fue el germen para todos los logros que se consiguieron en su gobierno, que no por casualidad fue obligado a dejar antes de tiempo por un novedoso golpe de estado institucional que recurrió a métodos arteros, apoyado en sectores que hoy se rasgan las vestiduras en defensa de la República. Pero también aquél triunfo fue el germen, y de eso a mí no me cabe ninguna duda, de lo que seguramente es lo único rescatable del régimen que nos gobierna en desde hace ya casi diez años. Sin ese triunfo de Alfonsín no hubiese sido posible hacer los alardes que se hacen hoy respecto a una política de Derechos Humanos que, si hubiese estado en manos de Herminio Iglesias en aquellos albores, “otro gallo cantaría”, como dicen Los Olimareños. Raúl Alfonsín, que como ya hemos dejado aclarado es, a nuestro juicio, que no pretendemos sea el de todos, el más grande político argentino, sufrió las consecuencias de intentar cambiar el rumbo, teniendo como oposición a esos mismos que mencionamos. Y uno de los errores que cometió, que como humano tiene permitido, fue el de pretender fundar un "Movimiento", que en política, convengamos, es un instrumento sumamente útil a la hora de intentar demostrar por qué, si es imposible mezclarlos, están juntos el agua y el aceite, con lo cual la inevitable conclusión es que ambos son agua o ambos son aceite. Alguna vez expresamos aquí, en esta página, nuestra opinión acerca de la necesidad de volver a buscar las soluciones ideológicas para los problemas que enfrentamos, dejando de lado los pragmatismos que tanto daño nos han hecho. Es evidente que esta propuesta no encuentra eco en ciertos sectores del funcionariado político argentino, en todos los niveles, ya que gran parte del mismo ha accedido a los lugares de preferencia que ocupa debido a esa falta de compromiso en las ideas, pero a un exceso de celo en la consecución de sus fines. Porque, además de ese profesionalismo que se viene defendiendo desde los cargos, contribuye a mantener la imagen el propósito demostrado por ciertos medios, que, ante el intento de volver a abrevar en las aguas de los principios partidarios, se estremecen pensando que se le van a terminar ciertas prebendas que están íntimamente ligadas a estas prácticas. Es por eso que los que somos militantes de los históricos partidos políticos de la Argentina, y aún los de los partidos "nuevos" pero forjados en ideales y no en "ofertas de ocasión" debemos fortalecer las instituciones por sobre los circunstanciales nombres, como forma de garantizar la continuidad de un sistema político del que se ha dicho, con muy buen criterio, que "no será el mejor, pero es el único". Estamos viviendo en una sociedad en la que la familia aceptó que sus funciones sean reemplazadas por la televisión (basura), las incomprensibles horas de boliche (y posteriores, también incomprensibles, de sueño) y las tardes enteras de "despatarro" en “la compu” o con “el celu”, detrás de absurdas comunicaciones en su mayoría inútiles. Para colmo de males las instituciones religiosas, que antes venían en subsidio de la inadecuada atención que a veces daba la familia, están ahora mayoritariamente orientadas hacia un propósito materialista, cuando no de sustento de egoístas proyectos personales de sus dirigentes. Y, encima de eso, la educación está siendo bastardeada a través de la pauperización de los docentes, con sueldos de miseria y condiciones de trabajo pésimas, en un claro intento de conseguir que se dediquen a otra cosa y dejen de "llenarle la cabeza" a los chicos con la "insolente" idea de pensar y razonar. Si, entonces, la dirigencia política no asume su responsabilidad, a imagen y semejanza de lo que hicieron algunos de nuestros próceres de otrora, a los que, ahora, con el paso de lo años, nos empeñamos en encontrarles defectos (humanos) para ponerlos por encima de sus virtudes, pero que dedicaron su tiempo y su esfuerzo para el logro del bienestar de sus semejantes, terminando su gestión en la pobreza y el abandono, pero con la conciencia tranquila, todo esfuerzo será en vano, y pasaremos de fracaso en fracaso. Esto, que parece una lección de historia de mediados del siglo pasado, es, sin embargo, una alternativa que consideramos válida frente a los intentos de arrebatarnos de las manos el ejercicio de la democracia representativa, arrogándose derechos para imponer y borrar nombres, convirtiéndose en jueces de las vidas ajenas cuando no pueden defender la transparencia de las propias. En nuestra ciudad nos conocemos todos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, por lo que pontificar acerca de la maldad ajena se convierte rápidamente en un "boomerang" de vertiginoso recorrido. Hay quienes pensamos que no somos dueños de nuestras propias vidas, por lo que, mucho menos, somos dueños de las vidas de los demás. Tampoco hay dueños exclusivos de la historia, porque el pasado ya está hecho, y no se puede cambiar. Hay textos que se convirtieron ya en universales, en el sentido de que son válidos para todos, independientemente de que hayan nacido al influjo de una creencia determinada. Así pasa con el Nuevo Testamento, que es dogma para los cristianos pero puede servir de enseñanza para los que no lo son. "Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman ¿qué recompensa vais a tener? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular?" (Mateo 5,43-48). Alfonsín, a quién dedico la página de hoy, fue adversario político en la interna radical durante muchísimos años de Ricardo Balbín. De él, que también con su enfrentamiento leal hizo posible aquél triunfo, quiero rescatar, para terminar, y por su altísimo contenido moral y de enseñanza, sus dichos en oportunidad del proceso de desafuero a que fuera sometido en 1949, siendo presidente del bloque de diputados del radicalismo: "Muchos de los que votaron en mi contra eran mis amigos en la lucha contra el fraude. ¿Qué culpa tengo yo si sigo creyendo lo de antes y ellos han cambiado sus convicciones? El juez que me manda a encarcelar es de los que andaban en los pasillos del Congreso este último tiempo, mendigando la ratificación del nombramiento, como una definición de que la Justicia se condiciona al color político de quiénes lo designan" "Señores diputados: óiganlo bien. Echan a un hombre a la calle para vivir ustedes en libertad sin darse cuenta de que yo seguiré siendo libre, mientras ustedes quedan presos e incapacitados para reaccionar. Si con irme de aquí pago precio como cualquier otro de los luchadores de mi partido, que es una reserva moral del país, han cobrado barato; fusilándome, todavía estaríamos a mano". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

No hay comentarios:

Publicar un comentario