jueves, 12 de enero de 2012

Las manos de Alejandro Magno

Las manos de Alejandro Magno - Editorial del 13 de enero de 2012
Cuentan que, encontrándose al borde de la muerte, Alejandro Magno convocó a sus generales y les comunicó que sus últimos deseos eran que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones: “Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen, y quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo”.
Hace mucho que me viene dando vueltas en la cabeza este tema de la riqueza de los políticos, justamente porque no es un tema de simple tratamiento, y porque es quizás uno de los más viejos de nuestra historia, por lo menos desde Rosas y Urquiza hasta acá. Pero es claro que en todos esos años (solo descuento los primeros de la Libertad y de la Independencia) la cosa ha ido variando, ya que de gente rica que se empobreció, como Belgrano y San Martín, pasamos a gente rica que accedió a la política y con ella acrecentó sus bienes (acá para dar ejemplos necesito toda la página), para concluir ahora, en los últimos cincuenta años, con gente que aprovecha la política para enriquecerse, prácticamente desde cero.
"Es muy incómodo adherir al gobierno de dos multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático y te hablan del hambre". Eso dijo José Pablo Feinman, “escritor de izquierda, ligado a los derechos humanos”, como él mismo se definió alguna vez, ante una pregunta específica que le hizo un periodista del diario La Nación:
¿Pero no le hace ruido el vertiginoso y enorme aumento patrimonial de los Kirchner? ¿O le parece un tema menor?
-No, no me parece un tema menor. Habría que hacer un muy buen análisis de cómo creció ese patrimonio, que alguien demuestre con qué mecánica se hizo la extracción ilegal. Eso me tranquilizaría mucho más. Me dolió cuando se habló de un hotel de dos millones de dólares que pertenecía a Néstor Kirchner. Pero no me duele tanto: no tengo mi causa total comprometida con los Kirchner y estoy acostumbrado a que los líderes en los que uno confía hagan también grandes macanas. Yo creí, o quise creer, en Perón. Fijate cómo me fue y cómo nos fue a todos. La cabeza, a esta altura, no la doy por nadie. Uno sufre con estas cosas porque desearía que se aclaren y que ellos digan: "Esto viene de acá". Y que les quiten la incomodidad a los que adhieren al Gobierno porque es muy incómodo adherir a un gobierno de dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático, y que te hablan del hambre. Por ejemplo, cuando Cristina dice que es la primera que renuncia a los subsidios, sería muy bueno un acto simbólico: "Yo doy 10 millones de dólares para hacer un barrio en tal lugar". Un millón, aunque sea. "De esa fortuna que dicen que yo robé, uno va ahí."

Feinman es un filósofo, docente, escritor, ensayista, guionista y conductor de radio y televisión argentino, que se sumó al kirchnerismo en 2003, por lo que su opinión, aunque quizás tardía, viene a darnos la razón en algunas cosas.
El detonante para elegir hoy este tema, tiene que ver en principio con la muerte de Carlos Soria, que provenía de una familia trabajadora. Su padre Ernesto era carnicero (de él, un militante del peronismo bonaerense, heredó su pasión por la política) y su madre atendía un almacén.
Las crónicas periodísticas describen la “chacra” en la que ocurrió el hecho, como poco menos que paradisíaca, y para referirse a la vida que le gustaba hacer, aconsejan mirar “Analízame”, aquella película en la que Robert De Niro interpreta al recalcitrante pero compungido mafioso Paul Vitti, y que era la preferida de Carlos Soria. Se sentía identificado con la mirada cínica del gangster, así como con su manera elegante de vestir.
Creo que por estos días se acentúa más el desfasaje que hay entre la realidad del pueblo y el bolsillo de la mayoría de sus dirigentes, porque las vacaciones son ideales para mostrarlos en las playas más caras y lucidas, con alojamiento en hoteles de súper lujo. Y es por eso, justamente, que cuando protagonizan internas les va la vida en la lucha, ya que para ellos volver al llano significa, en muchos casos, volver a la nada, porque en su vida no hicieron otra cosa que política profesional.
La frase emblemática de Feinman adquiere sentido casi universal, porque incluso cualquiera de nosotros puede aplicarla mirando hacia los lados. Muchos son los representantes del pueblo a los que cuesta creerles esa representatividad, habida cuenta de la distancia que tomaron de sus orígenes.
Alguna vez un profesor, luego devenido notorio dirigente político, intentó explicarme que controlar demasiado férreamente ese enriquecimiento limitaría el acceso a la política a aquellos que podrían dejar sus ocupaciones habituales sin que ello hiciera mella en su patrimonio, lo cual lo tornaría discriminatorio. Pero, si bien el razonamiento es lógico, la existencia de algunos (aunque pocos) que volvieron con lo mismo o con menos de lo que tenían, y a los que el pueblo reconoce ese valor (Illia, Alfonsín, Cámpora, Perette, y, más cerca, por dar dos nombres notorios, Roberto Lescano y “Tito” Rozapanera), nos dice que no es necesario aprovechar la política para cambiar de estatus. Y que no hace falta, para ser mejor persona, tener más plata.
Pero el colmo de la desfachatez se dio esta semana al publicarse la noticia de la compra del anillo por parte del Juez Oyarbide. Su nueva “piedra” costaría alrededor de 250 mil dólares, es decir, más de un millón de pesos, o casi 50 hectáreas de campo entrerriano, para que se entienda. “Entregué en pago todo lo que me regalaron en los últimos cinco años”, es la frase con la que explica su compra ante sus íntimos.
Hipnotizado por la llamativa belleza del anillo, el titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 5 está encantado con su nuevo chiche de diamantes, que, según las palabras del propio Oyarbide, “es un brillante dorado”. Así lo explica, porque “no todos saben lo que es…”, comenta chocho.
Si el Poder Judicial es, en el esquema de la división de poderes, el que debe controlar el cumplimiento de las leyes, que uno de sus máximos exponentes reconozca haber recibido “regalos” tan costosos en un período tan corto y tan coincidente, llamativamente, con lo que cuestiona Feinman, es más que preocupante.
“El líder popular, una vez que ha gustado del placer del mundo, cae en el delirio del poder y la grandeza y todo lo subordina a su permanencia en lo alto. Abolirá todo derecho hasta que, finalmente, comprenda el pueblo qué monstruo ha creado” – Platón.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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