jueves, 19 de diciembre de 2013

La lavandería

La lavandería - Editorial del 20 de diciembre de 2013 El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, calificó de "acuerdo entre privados" los polémicos convenios confidenciales y retroactivos que el hotel Alto Calafate, del matrimonio presidencial Kirchner, firmó durante los últimos años con el principal beneficiario de la obra pública, Lázaro Báez, y por los que se pagaron millones de pesos. "Es un acuerdo privado entre personas, que fue declarado tanto por el ex presidente como por la Presidenta", argumentó Parrilli. Ante la repregunta de los periodistas insistió: "Es una cuestión de negocios privados", y afirmó que no le "importa" lo que Báez haya hecho luego con las 935 habitaciones por mes que reservó y pagó durante por lo menos dos años. El propio funcionario indicó, sin embargo, que Báez alquilaba todas esas habitaciones "para subalquilarlas, obviamente, no para tenerlas cerradas", al tiempo que defendió ese vínculo contractual entre el matrimonio Kirchner y el empresario, ya que con esos alquileres "garantizaba un negocio". Para mí esto no es más "presunto lavado de dinero". Esto ya es lavado, secado, y guardado. Servicio completo. Si cae Báez, el resto cae como castillo de naipes en el viento. Ya veníamos diciendo desde hace tiempo que resultaba raro ver a un presidente multiplicar su fortuna escandalosamente en el ejercicio de la presidencia. Porque de "abogada exitosa", no tuvo nada, y eso está probado. Ni registros hay de que haya ejercido la profesión La pasada semana decíamos que la democracia se terminó cuando cayó el gobierno de Alfonsín, por un golpe institucional pergeñado por aquellos a los que no les convenía que gobernara un hombre honesto. Si alguien me quiere demostrar lo contrario, lo que debería hacer es trabajar para que así como hubo huevos para juzgar a la Junta Militar los haya también para juzgar a estos beneficiados del Poder, incluida a la Presidente si cabe. ¿Dónde está el Poder Judicial, la Oficina Anticorrupción, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas y toda la panoplia creada a expensas del Pueblo para impedir y juzgar estos delitos? ¡Es la República la que está en juego! Creo que la única posibilidad para este país de ser un poquito normal, es ir preparando el equivalente a la CONADEP del Dr. Alfonsín en 1984 para los delitos de lesa humanidad. Una comisión similar con plenos poderes investigativos, para los delitos económicos cometidos por el estado actual. Y, por supuesto, los delitos cometidos dentro del estado no deben prescribir por espacio de 100 años, para que involucre a todos sus descendientes, y ascendentes y laterales, sanguíneos y por ley. Para que ninguno pueda usar el dinero mal habido. Hay normas que claramente establecen que ningún funcionario público puede tener negocios, de cualquier naturaleza, con personas físicas o jurídicas que tienen relación contractual con el Estado al cual pertenece, mucho menos un Presidente de la Nación. Lo que dice el Sr. Parrilli ("que es una transacción entre privados") es una barbaridad muy sorprendente, ya que se trata, nada menos, que del Secretario General de la Presidencia de la Nación, que tiene la obligación moral y funcional de conocer esta norma. El asunto está clarísimo: Báez roba dinero del pueblo mediante sobreprecios de obra pública amañada, y "alguien" lo lava (y de paso evade impuestos y realiza negociaciones incompatibles con su condición de funcionaria pública) para hacer pasar por blanca su fortuna, que es más negra que el agujero negro. Jamás nunca hubo tantas pruebas de actos incompatibles con la función pública, de enriquecimiento ilícito y presunto lavado como las que surgen de este gobierno. Jamás nunca antes hubo tanta corrupción y jamás nunca antes una gran parte del Poder Judicial estuvo absolutamente tomada por el oficialismo, al punto de servir de barrera de contención a cualquier intento de justicia ante hechos de evidente signo mafioso. Los entes recaudadores y controladores de la Nación también se encuentran sumisos y atentos a provocar acciones contra agentes y organizaciones consideradas opositoras, de la misma manera que actúan distraídos y silencian toda acusación o investigación de oficio. Es demasiado grave la situación como para soslayarla o considerar esperar cambiar el gobierno, como piensan algunos. Hay que iniciar ya acciones sumarísimas sobre estas y otras cuestiones que se encuentran perdidas en los cajones de los juzgados fieles. Estamos hablando de enriquecerse vilmente con el dinero de todos, el que falta en el bolsillo de los pobres y los trabajadores, el mismo que les ha permitido ser reyes en un País pobre. Dejarlos esquilmar la Nación con tanta impunidad es de cobardes y merecedores de todo lo que nos ocurra. Poco a poco vamos viendo la luz, no la que ahora se corta por la crisis de la energía, sino la que ilumina la mentira y el relato K. Primero fue la salida de Moreno y por consiguiente la salida del Indec mentiroso de los precios congelados. Ahora el reconocimiento de Báez y Parrilli de los negocios presidenciales como cosa de privados. El error consiste en que la Presidente no es un privado más, sino el personaje público en lo más alto de la escala del poder nacional, al que le caben ciertas incompatibilidades en el ejercicio de la función pública. Báez, por su parte, un mal administrador que desnuda y pone en duda la honestidad presidencial. Entonces es hora de la justicia, y la verdad deberá hablar aunque los gritos la pretendan acallar. Causa asombro ver cómo se critica al periodismo por sus investigaciones refiriéndose a que son incompletas. En los Estados Unidos un presidente tuvo que renunciar por una denuncia periodística que era de muchísimo menor importancia que estas. La diferencia es que con esos pocos datos la justicia empezó a investigar. Y acá, con los datos, la justicia se dedica a embarrar la cancha y si no puede echan fiscales y jueces. Por supuesto, para Parrilli, Báez es un simple y honesto ciudadano que "maravillosamente" se enriqueció de la noche a la mañana, y que, entre "otras" cosas, puede pagar millones de dólares en alquileres al matrimonio presidencial. ¿Qué te parece, cholito?, se decía cuando yo era chico. Es famosa la frase que indica que la mujer del César no solo debe ser honrada sino que también debe parecerlo. Mafalda decía "no se puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás", y eso es lo que "alguien" ha hecho: amasó su fortuna haciendo harina al pueblo argentino. Por lo menos a los contribuyentes que pagamos por las obras públicas. Y el que lo hizo estuvo rodeado de exitosos como Báez, cajero de banco, o un chofer o algunos secretarios privados. ¿Sigo? La convención de las Naciones Unidas contra la corrupción es el primer instrumento de carácter global para enfrentar la corrupción y el concepto de evasión y elusión de impuestos, sobrecostos en compras directas, desviación de recursos y evasión al régimen impositivo. De manera que la Justicia argentina tiene doctrina y jurisprudencia suficiente como para juzgar estos hechos. Si se pudo hacer con Fujimori en Perú, ¿por qué no se puede hacer acá? Néstor Kirchner y Cristina Fernández, fueron o son funcionarios públicos, que en este caso celebraron contratos con proveedores del Estado. Sugiero leer la Constitución Nacional y la Ley de Ética Pública para refrescarse las ideas. La frase de Parrilli contiene una gran falacia. Si yo le vendo 100 kilos de "merca" a otra persona, es una transacción privada, pero no por eso deja de ser un delito. Y lo mismo pasa con la corrupción, que no puede distinguir entre público y privado. "No andarás tras la muchedumbre para hacer el mal, y no obrarás en un proceso inclinándote por la mayoría para desvirtuar la justicia" - Éxodo 23:2. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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