jueves, 17 de octubre de 2013

El imbécil

El imbécil - Editorial del 18 de octubre de 2013 Ya estoy repodrido (y lamento la necesidad del exabrupto, pero no lamento el exabrupto en sí) del abuso que significa la utilización del espacio denominado Fútbol para Todos, en el canal del Estado, para hacer publicidad oficialista chupamedias, descarada y pagada por todos los argentinos, en beneficio exclusivo de un partido político. Es un asco (ruego leer acá lo escrito entre paréntesis en el párrafo anterior) escuchar a los relatores y comentaristas de ese proyecto kirchnerista de neto contenido electoralista y clientelista, los que en vez de dedicarse a ayudar al televidente a entender el partido, se esmeran en exaltar la figura de cualquier perejil que tenga tan poca personalidad como para prestarse a ser partenaire de los pseudo periodistas que integran el panel de ese circo que se llama “6, 7, 8”, o de las entrevistas con libreto a las que se “sometió” la Sra. Presidente. El problema no sería quizás tan grave si eso sucediera en el entretiempo, momento en el que uno puede hacer “zapping”. Pero la realidad es que lo intercalan en el relato, con lo cual Cabandié, Guillermo Moreno, Abal Medina o algún “figureti” cualquiera vienen a quedar entre medio de un pase de Riquelme a Gago, en una especie de fantasía surrealista más propia de Macondo que de la Argentina del Siglo XXI. Pero el colmo de los colmos lo vimos el pasado domingo, en ocasión del encuentro entre Boca Juniors y Rosario Central, cuando desde la hinchada local se empezaron a entonar los típicos cánticos contra River, que forman parte del folclore del fútbol. Incluso por la pantalla gigante del estadio se mostraron imágenes del festejo de los jugadores en el clásico, en el medio de la cancha, con las lógicas referencias al paso de los “primos hermanos” por la “B”. Ahora bien, esos mismos relatores oficialistas y chupamedias, que utilizan la mitad del tiempo para alabar a los funcionarios de turno, tal como hicieron con todos los anteriores siempre que trabajaron en el canal estatal, fieles a su condición de “alpargatas” (término popular que hace a alusión a que los primeros ejemplares de ese tipo de calzado de campo no tenían lado, o sea se podían usar en cualquier pie, sea derecho o izquierdo), se rasgaron las vestiduras con ese tema, pero se callan la boca con las cuestiones más importantes que suceden en el país. Marcelo Araujo y Julio Ricardo fueron antes tan alfonsinistas y luego tan menemistas como ahora son kirchneristas, aunque eso en realidad no es sorprendente, ni en ellos ni en casi ninguno, incluyendo a los que dan nombre a este sub modelo del peronismo, es decir Néstor y Cristina. Y es por eso, quizás, que nunca les hemos escuchado hablar ni comentar temas tales como la gente que se muere de hambre en algunas provincias argentinas mientras sus gobernadores usan los aviones sanitarios para irse de vacaciones con su familia; del aumento del consumo de paco y de la deserción escolar, pese al “regalo” de las notebooks (a propósito, viene bien acá recordar la frase que Virgilio le hace decir a Laocoonte en su poema épico Eneida, para disuadir a los troyanos de dejar entrar en sus muros el famoso caballo de Troya: “Temo a los griegos, incluso cuando ofrecen regalos”); de los Quoms asesinados en Formosa (ni de su asesino); ni, por supuesto, del “correctivo” pedido por un Diputado Nacional que gana cien mil pesos por mes para una chica de 22 años, contratada precaria, fruto del cual se quedó sin trabajo, cosa que a él ni siquiera le importó. El tema es que estos mismos imbéciles (personas que molestan haciendo o diciendo tonterías, según el diccionario) que se callan la boca cuando frente a las cámaras se enfocan permanentemente carteles que hacen referencia a personajes relacionados con el partido gobernante, totalmente fuera de lugar y ocasión, tales como el que se vio durante esta semana pidiendo “Fuerza Cristina” o los que hacían alusión a “Martín” antes de las PASO, se mandaron la “pasión” por esos cánticos y ese video, pidiendo incluso la suspensión de la cancha de Boca por ese motivo. Yo me pregunto ¿No tendría que suspender, con ese mismo criterio, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) al Canal 7 por usar su pantalla en beneficio exclusivo de los candidatos y propuestas del partido del gobierno? ¿No es eso, acaso, más grave y peligroso que un video y unos cantos de hinchada tan viejos como el fútbol mismo, soliviantar la paciencia de la gente usando los fondos públicos (quiere decir “de todos”) para hacer alabanzas a quienes ni siquiera se las merecen? ¿No tendrían que reclamar frente a ellos mismos ante los organismos de contralor estatal por ese uso descontrolado de la plata de todos? Eso me lleva a preguntar si son o se hacen. O, en todo caso, si nosotros somos o nos hacemos. A muchos lectores les gustó la frase con la que culminé el editorial de la semana pasada, y aprovecho entonces para decir acá que es una continuidad teórica de un pensamiento de Albert Einstein, muy conocido, que indica que “Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy seguro de la primera”. ¿Puede ser más criticable el hecho de que la hinchada del equipo más popular del país cante, en su propia cancha, sus propios cánticos y emita, en su propia cancha y en su propia pantalla, todo esto frente a sus propios hinchas, un video que se ha tornado emblemático a solo una semana de su origen, mientras los productores del programa se pasan por “salva sea la parte” la Constitución Nacional, la ética periodística, el derecho de las minorías, la condición de canal del Estado y no del gobierno que tiene lo que ahora eufemística y mentirosamente llaman la “TV Pública”, pero que en realidad se llama Canal 7, único medio que el Estado Nacional se reservó justamente para llegar a la gente sin tintes ideológicos, pero que los partidos gobernantes transforman consuetudinariamente en sus oficinas de prensa, en algunos casos, como en éste, sublimados hasta el paroxismo. En la película Gladiador (que no es otra cosa que la versión fílmica de un verdadero hecho histórico), Cómodo, coronado emperador, para ganarse el favor del pueblo, inaugura varios meses de juegos en el Coliseo entre los que incluye la reapertura de las peleas de los gladiadores, mientras que desde los carros le arrojan pan a la muchedumbre. La escena de la película muestra la tradicional frase: pan y circo. Claro que vale aclarar que ese período de la historia poco tiene que ver con la actualidad, porque los procesos políticos, sociales y económicos, se han vuelto mucho más complejos, dado que cuando la inflación hace escasear el pan, no debería haber circo romano que pueda montar Cómodo para distraer a la gente de los problemas que la afligen todos los días. Y si eso pasa, realmente es que “estamos al horno”, o sea adormecidos vamos viendo cómo la cultura es desplazada por la vulgaridad y el exitismo, donde los honestos parecen fracasados, y los corruptos exitosos. Esa será la prueba irrefutable del verdadero triunfo de la cultura mafiosa por sobre la cultura del trabajo, del esfuerzo y la trasparencia. Hay frases imposibles de imitar, así que recurriré otra vez a Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, más conocido como Francisco de Quevedo, y célebre por su ingenio: “La soberbia nunca baja de donde se sube, pero siempre cae de donde se subió” Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

No hay comentarios:

Publicar un comentario