jueves, 4 de agosto de 2016

No se embarren – Editorial del 5 de agosto de 201
Hace unos años, cuando el ahora exgobernador de Entre Ríos recién surgía a la alta política, un dirigente del peronismo local lo nombraba “Urribarren”, y lo hacía en los discursos de barrricada, en los medios, y por más que lo corregían, él insistía. De ahí que algunos le completábamos el error con lo que hoy es el título de mi editorial.
Por supuesto que la introducción hace referencia al conocido hecho de que policías federales y gendarmes allanaron este martes, por orden de la justicia entrerriana, propiedades de familiares del exgobernador kirchnerista Sergio Urribarri, en el marco de una investigación que intenta determinar si el grupo familiar generó un enriquecimiento ilícito a través de la función pública y si hubo lavado de dinero. Los operativos se iniciaron por la mañana y alcanzaron a ocho propiedades de Juan Pablo Aguilera, cuñado del ex mandatario, ahora diputado provincial y secretario general del PJ nacional. La investigación de los fiscales Santiago Brugo y Patricia Yedro alcanza a los hijos del ex mandatario, el actual ministro de gobierno Mauro Urribarri y Sergio, entre otros familiares. Justamente en este último párrafo está la razón por la cual el operativo estuvo a cargo de las fuerzas federales. Es que la Policía de Entre Ríos depende de Mauro Urribarri, por su cargo, lo que ya fue cuestionado desde su mismo nombramiento, ya que dicho funcionario fue denunciado por la hermana Marta Pelloni en el caso de una chica de 16 años que fue rescatada de las redes de una mafia de la trata de blancas en la ciudad de Concordia, y que contó que en la misma “están implicados el hijo del gobernador (Mauro Urribarri), el senador (Enrique Cresto) y el jefe del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf)”.
Según los dichos de Pelloni, Mauro Urribarri sería la persona que llevaba adelante el “regenteo” de prostíbulos. "El gobernador es el que está encubriendo porque tiene todo el poder en sus manos. Es terrible esta historia, la chica está escondida, está amenazada ella y la madre. Mientras tanto, no hubo reacción del gobernador, nada, nada”, señaló la monja en aquella oportunidad.
Mauro Urribari ya había sido con anterioridad nombrado en un caso de drogas que causó conmoción en Entre Ríos. Antes de las elecciones del 2013 se dijo que el hijo del por entonces mandatario iba conduciendo su auto en cercanías de Gualeguaychú en compañía del senador Enrique Cresto, y habría sido encontrado en posesión de 20 kilos de cocaína. Eso nunca se aclaró, seguramente por el ”silencio de radio” que impuso el régimen. La cuestión solo se volvió a debatir al proponer el actual gobernador Gustavo Bordet su nombre para un cargo que, entre otras cosas, es el responsable de la seguridad en la provincia, algo así como poner al zorro a cuidar el gallinero, o al Gato a cuidar la jaula de los canarios. Digo, para ser fiel al título.
Ahora esta causa se inició cuando los abogados de la ciudad de Paraná, Rubén Pagliotto y Guillermo Mulet, presentaron una denuncia luego de que la revista Análisis (medio periodístico de la provincia que acostumbra a hacer este tipo de investigaciones) publicara un informe sobre el crecimiento patrimonial de la familia Urribarri. Los fiscales intentan determinar si los ingresos declarados por el ahora diputado y sus familiares son compatibles con los bienes que registra cada uno de ellos.
Recordemos que Urribarri, fiel discípulo de Cristina, quiso candidatearse a presidente, pero “lo bajaron de un hondazo”. En su fracasada campaña gastó millones de pesos empapelando varias ciudades y rutas de la Argentina con sus afiches y construyendo su propio parador en Mar del Plata (con palmeras traídas de Colón), entre otras excentricidades. Nunca  pudo  justificar de dónde sacó los fondos, ni le preocupó demasiado hacerlo. Tampoco pudo demostrar por qué gastó un 50 % más del presupuesto asignado por la Nación para la cumbre del Mercosur que se realizó en Paraná en diciembre de 2014, preparada por los empresarios amigos y sin licitación. Obviamente tampoco pudo ni quiso  exhibir comprobantes  del exorbitante gasto en publicidad durante su gobierno, todo por supuesto, contratado a la imprenta y empresa publicitaria de su cuñado: gigantografías, nuevos carteles para las calles de la provincia, nuevos carteles para las obras públicas, hasta los rotulados en las ambulancias y vehículos oficiales de su gobierno, como tampoco pudo ni quiso explicar con qué plata y para qué su mujer hizo más de cuarenta viajes al exterior (la mayoría a Europa) durante los últimos 10 años, y mucho menos con qué se armó la "isla" y todas sus instalaciones en el lago de Salto Grande, ni mucho menos la cantidad de campos comprados a su nombre o a nombre de sus hijos, cuñado, amigos, etc.
En definitiva, como se dice ahora, es un señor “flojo de papeles”, que buscó refugio en sus fueros de diputado provincial, y puso a su hijo, acusado de los graves hechos que mencioné más arriba, como ministro de gobierno, para ver si podía “zafar”. Quizás con el mismo fin, antes de irse, les aumentó el sueldo a los vocales del Superior Tribunal de Justicia, como para intentar precaverse de algún infortunado fallo en su contra.
Por suerte estamos en un estado de derecho, y es bueno que a raíz de esta denuncia de los dos colegas de Paraná los mencionados se sometan a la investigación judicial y justifiquen su patrimonio (de tan rápido crecimiento cuan pobre de explicaciones de cómo lo acrecentaron) estos individuos que si hubieran tenido que valerse de sus virtudes en la faz privada, resultaría incomprensible que lo hayan ganado en buena fe. ¡Cuánta razón tiene la gente cuando desconfía de semejantes administradores que solo piensan en acomodarse para toda la vida y para sus bisnietos, cuando muchos otros "yugan" la diaria con esfuerzo y sacrificio! Un contrasentido impropio de lo que hicieron nuestros próceres forjadores de la Patria que estos mediocres bandoleros aprovechan para sí.
Algunos amigos, en tono de broma, y aprovechando el sentimiento de impunidad que se venía oliendo y que parece haber desaparecido, ponían en boca del exgobernador la frase: "Mi principal tranquilidad es que todo lo actuado por mí, o por mi familia, en materia económica, está en las declaraciones juradas que religiosamente he presentado. Si no me creen, pregúntenle a la hermana Alba del ´convento’ de Gral. Rodríguez”.
El “exsoñador” (Sueño entrerriano se llamaba su “proyecto presidencial”) ya no vive en Entre Ríos. Ahora reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires junto a su compañera Ana Aguilera, en un departamento de su propiedad, cerca de los bosques de Palermo. Es justamente Ana Aguilera, hermana del “allanado”, quién viajaba en primera clase a Europa y EEUU; se alojaba en hoteles 5 estrellas o con toda una constelación si es posible; comía en los mejores restaurantes y compraba mercaderías por una fracción de lo que costaban en el país porque sabía que al volver iba a pasar tan lejos de la aduana como el cometa Halley lo hizo de la Tierra, y todo a cuenta de los contribuyentes y de, por ejemplo, el camino embarrado que conduce al cementerio de Basavilbaso y, por dos cuadras más, a la Escuela Agrotécnica.
Urribarri, que creció en una estación de trenes de un paraje perdido en el medio de la nada,  porque su padre trabajaba allí, hoy tiene los mejores campos de Entre Ríos, las mejores casas en Paraná y en Concordia, incluyendo una increíblemente “zarpada” península en el lago de Salto Grande.
Cuando Busti cumplía su primer periodo como gobernador, Urribarri era cajero del Banco de Entre Ríos en General Campos, más o menos en los años ochenta (parecen vidas paralelas con la de Lázaro Báez). Es por eso que si se repasan sus bienes actuales, y los de sus hijos y parientes cercanos, es absolutamente increíble que los haya obtenido “por derecha”, salvo que se hubiera ganado muchos premios al Quini Seis. La cuenta es tan sencilla como la de Báez, y de allí la coincidencia que remarqué. Todos los entrerrianos lo sabemos, solo que es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en un terrible engaño.

                                                   Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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