jueves, 7 de mayo de 2015

Basta la salud

Basta la salud - Editorial del 8 de mayo de 2015
Este editorial, obviamente, es una consecuencia del anterior y de la situación descripta en el mismo. O, mejor dicho, de las situaciones descriptas en el mismo, ya que eran varias y de distinto origen y desarrollo.
Hace unos días, en un comentario hecho en la  red, un amigo remarcaba la importancia que tenía la ubicación de una coma en un texto, en ese caso de corte futbolístico, por lo que no viene al caso la mención del párrafo. Pero sí debo decir que, así como lo titulé de la manera que lo hice, también podría haber puesto "¡Basta, la salud! (al estilo de la famosa frase de Bill Clinton: "es la economía, estúpido"), e, incluso "Vasta la salud", y también, en otra acepción de la palabra (y quizás más apropiada) "Basta la salud" (acá aconsejo usar el diccionario).
Antes de continuar debo aclarar, nobleza obliga, que voy a volver a hablar de la Salud Pública, en el sentido de que es, a mi entender, una de las tres funciones básicas del Estado, junto a la Educación y a la Seguridad. Y también, antes de que alguien salte horrorizado, diré que esta es una opinión netamente política, aunque no partidaria, por lo menos por el momento. Y es política precisamente porque esa ciencia es la que tiene como finalidad principal, sino única, la de lograr el bienestar general.
Como decía más arriba, la pasada semana relataba un hecho que, finalmente, tuvo hasta ahora un final feliz, que debería estar completándose en las mismas horas en que usted está leyendo esta página. En efecto, luego de muchas discusiones, amenazas y mala sangre, conseguí que mi tía fuera trasladada al Hospital "San Martín" de Paraná, obviando el paso por el de Concepción del Uruguay, básicamente porque un funcionario de mayor categoría entendió las razones. Es claro que para eso fue necesario que se las explique y le aclare qué era lo que pensaba hacer si no lo conseguía "por las buenas". "Por las malas" significaba una Denuncia Penal por Abandono de Persona, y un Recurso de Amparo para lograr el traslado, dos cosas que, por suerte, no hicieron falta más allá de la simple mención. De la misma manera, o sea con la convicción de que, como ya he dicho muchas veces acá, "los derechos no se piden sino que se arrancan" (José Martí), en tres días estaba disponible la prótesis y hoy viernes, alrededor de las diez de la mañana, mi tía debe estar siendo objeto de una cirugía que le dé solución a su quebradura de cabeza de fémur.
Pero este hasta ahora "final feliz" es el que me obliga a seguir hilvanando ideas respecto a la situación de la Salud Pública en mi provincia, hecho que, pareciera, se repite también en otras de nuestro país.
No sé si por obra y gracia de la casualidad o de la causalidad, a los pocos días de mi comentario el Dr. Carlos Cherot, director del Hospital de Zona "Justo José de Urquiza", y aludido directamente en mi editorial, salió por los medios uruguayenses a expresar que:   "en referencia a las denuncias suscitadas desde la comunidad, tenemos problemas con la entrega de turnos respecto de algunas especialidades por dos motivos particulares; el primero es un notorio incremento en la demanda y el segundo motivo es la falta de profesionales en esas especialidades".
Por supuesto, Dr. Cherot, que faltan y cada vez faltarán más profesionales, si un médico residente en Entre Ríos gana la mitad que uno en Santa Fe, aunque un amigo galeno me decía, quizás con razón desde su punto de vista, que el problema no es que acá ganan poco sino que allá ganan mucho. Entonces, utilizando el mismo criterio, y sin juzgar yo la cantidad y calidad de los servicios que cada uno presta, podría decir, para no salir de la provincia, que me parece ilógico que ese médico residente, que en muchos casos sostiene la Salud Pública con su presencia cotidiana, gane un diez por ciento de lo que gana un Director del Iosper, la obra social de los empleados públicos de Entre Ríos.
Estos días de permanencia en hospitales y de contacto con los efectores de la Salud Pública me han llevado a advertir cosas buenas y cosas malas, que creo necesario resaltar, en algunos casos para congratularnos, y en otros para intentar lograr, entre todos, una solución.
Demás está decir que creo que el factor humano, salvando excepciones puntuales y mínimas, es de suma excelencia, y justamente ayuda a  ocultar, en muchos casos, las gravísimas carencias que, desde tiempos inmemoriales, sufre esa pauperizada Salud Pública. Faltan drogas, jeringas, gasas, camas, y otras cosas más, sino en cantidad sí en calidad.
Esto tiene mucho que ver con que la Argentina, y sus provincias, no están en desarrollo, como se pretende hacer creer, sino en franco subdesarrollo, lo que provoca que la primera etapa de estudio de la Salud provenga no de ella misma sino de la Economía.
¿Qué podemos esperar de un gobierno que destina millones y millones a propaganda, pongámosle por caso, para el "sueño entrerriano"?
Si nos pusiéramos a analizar los presupuestos nacionales y provinciales dedicados tanto a la salud como a la educación más de uno se daría cuenta hacia dónde va el dinero que debería ser para todos pero es para unos pocos. Pero de este tema no se habla. Debemos recordar que un hasta hace poco Ministro de Salud de la Nación es quien mintió en las estadísticas de su provincia para decir que los niños ya no se morían de hambre, cuando la desnutrición se había duplicado. ¡Qué podemos esperar de estos ineptos!
Y en realidad no debemos echarle la culpa de esto, o por lo menos no de manera directa, a la Sra. Presidente, que no tiene problemas en el área salud porque es un área que no le compete. Y eso porque hace unos veinte años, cuando también gobernaba en este país el PJ con Carlos Menem, el  Banco Mundial le exigió reducir el gasto público nacional, y él, cumplidor como pocos, accedió, pasando la educación y la salud a las provincias y municipios. Por eso es que desde entonces el Gobierno Nacional se ocupa solo de emitir políticas sanitarias, y tiene presupuesto solo para la actividad ministerial.
Si bien la atención de la salud pública es lo que la mayoría de las personas objeta por deficiente, la realidad es que todos los servicios públicos en nuestro país son, en esencia, malos y caros. Todo esto es como consecuencia de la falta de políticas de estado de los gobiernos de turno en cada una de las áreas correspondientes, y de la falta de controles por eficientes profesionales que garanticen que el sistema funcione. Muchas veces no es porque no tengan presupuesto adecuado, sino porque lo utilizan o desvían con otros fines. En nuestro país cada vez retrocedemos más en lugar de avanzar. Y si, como dije antes, la política es el arte de lograr el bienestar general, todo esto que está pasando es consecuencia lógica de los mediocres dirigentes políticos que tenemos y que, supuestamente, nos conducen.
Yendo a los hechos concretos, la atención en el Hospital "San Martín" de Paraná es excelente. Más allá de la cuestión familiar que me involucra, la asistencia al paciente por parte de los médicos, de las enfermeras, del personal de cocina y de maestranza es inmejorable. Pero la infraestructura es sumamente deficitaria. Hay sectores que se caen a pedazos, y caminando como me tocó hacerlo durante todo este fin de semana por las veredas circundantes, da vergüenza observar cómo los baños desagotan cual lluvia los efluentes a la vereda (sí, así es, sin exagerar), y los patios interiores están cubiertos de basura, generando un evidente foco infeccioso, cosa que pareciera que nadie con facultades de solucionarlo ve. No funcionan los ascensores, la comida es básica, falta una adecuada coordinación de horarios y de tareas, lo que complica muchas veces la asistencia de los familiares al enfermo que deben cuidar, etc., etc.
El país gasta dinero en Fútbol para Todos y en una Aerolínea deficiente, pero permite que la gente sea mal atendida en los hospitales públicos. ¿Estos son los derechos humanos tan mentados por el poder de turno?
"La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores". Esto le hace decir Shakespeare al personaje central de una de sus máximas tragedias literarias: Julio Cesar.

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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