jueves, 1 de noviembre de 2012

Una vulgar y estúpida mentira

Una vulgar y estúpida mentira - Editorial del 2 de noviembre de 2012 No voy a dedicar, obviamente, esta página a hacer un "chivo" para Valeria Lynch, quién popularizó el tema que tiene en su texto la frase que estoy utilizando hoy como título. Solamente me pareció la mejor descripción para algo que escuché en el contexto de los homenajes a Néstor Kirchner, a dos años de su muerte. Juan Cabandié, hijo de desaparecidos, personaje inspirador para León Gieco de su tema "Yo soy Juan", y actual diputado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Frente Para la Victoria, fue figura central de varios programas dedicados a resaltar la figura del expresidente al cumplirse el pasado sábado un nuevo aniversario de su fallecimiento. Por supuesto que no tengo nada que objetar a los homenajes, en tanto sean hechos en programas que uno puede mirar si quiere. En mi caso, y como el tema me interesaba porque considero a Kirchner uno de los inventores de política en nuestro país, conjuntamente con Carlos Menem y detrás, en lista, de Raúl Alfonsín y de Juan Perón (de más está decir que creo que el resto solamente copió o copia) y como en medio de esta lucha que supuestamente terminará el 7 de diciembre, "cuando los argentinos recuperemos el manejo de los medios de comunicación", me interesa comparar, quería mirar la "amplitud de criterios" que, yo esperaba, demostraría, específicamente en este tema, el Canal CN23, que integra el nuevo monopolio que el kirchnerismo nos va a ofrecer en reemplazo del de Clarín. Grande fue mi descontento, y quizás me lo merezco por tonto, al ver que lejos de realizarse un análisis objetivo de su figura, casi todo el día fue dedicado a un extenso panegírico, que justamente por extenso, y tratándose de un personaje de actuación tan cercana en el tiempo, tuvo momentos de claridad meridiana y otros, los más, de una palmaria inverosimilitud que hasta daba vergüenza ajena escucharlo. Y fue justamente Juan Cabandié, de quién a propósito di al comienzo algunos datos biográficos, quién cayó en el absurdo al sostener, sin que se le moviera un músculo de la cara ni se le pusiera colorada la misma, que fue el Dr. Kirchner quién en 2003 "institucionalizó la defensa de los Derechos Humanos en la Argentina". Creo que para calificar esta afirmación me he quedado corto con el título, ya que desconocer, justamente él, que la verdadera historia comenzó el 10 de diciembre de 1983, cuando asumió Raúl Alfonsín, o más específicamente cuando se abrió el Juicio a las Juntas y a los Jefes de las tres fuerzas armadas, es ser un necio de necedad absoluta. Uno espera, seguramente por esa misma calidad de tonto que me auto atribuí ya, que un representante del pueblo, sufrido como él, además, sea capaz de hacer un recuerdo desideologizado y acrítico de un pasado que, por supuesto, a ellos no les conviene de ninguna manera recordar. Pero como la oposición está tan desvalorizada, especial y específicamente en lo que tiene que ver con el partido que fue real protagonista de esos hechos, o sea la Unión Cívica Radical, tampoco escuché a ninguno de sus dirigentes salir a decir, y por eso debo hacerlo desde este medio, que si hubiese triunfado Ítalo Luder en esas elecciones, o sea el mismo que dictó siendo presidente provisional en 1975 los decretos que ordenaron a los militares "aniquilar a la subversión", y que fuera la antesala de la represión ilegal del Proceso, hubiese propiciado una autoamnistía de los dictadores, cosa que como candidato no se preocupó en ocultar. Si eso hubiese ocurrido (por suerte para la Democracia ganó Alfonsín con un 51,75 % de los votos) distinto hubiese sido el destino de Juan Cabandié y de tantos otros que confunden pasión con jactancia vana. De todas maneras la gota que colmó el vaso de mi paciencia fue el abuso cometido durante la emisión de "Fútbol para Todos", sobre todo en el clásico disputado el pasado domingo entre River Plate y Boca Juniors. Como es costumbre ya, y eso es lo que me da pavor respecto al día después del 7 de diciembre (y no porque considere a Clarín un adalid de la independencia periodística), es pensar que cuando esto que pasa en la ¿TV Pública? pase también en todos los medios de los que intenta apoderarse el kirchnerismo, no nos quedarán opciones para saber qué es lo que sucede en realidad, porque se tergiversará la verdad de una manera descarada, si tomo eso como muestra. Nos harán un diario ficticio para que nos creamos que vivimos en un mundo real que, en verdad, será irreal. No solamente que todos los intervalos del citado partido de fútbol, así como la previa y la posterior, estuvieron dedicados a ensalzar la figura de un dirigente de un partido político, al que todavía le falta mucho camino por recorrer, en valoración histórica, para ser un prócer, sino que, encima de todo, se obvió lo que sí correspondía, que era recordar el hecho histórico de la recuperación de la Democracia, de lo que a los tres días se cumplían 29 años. De eso ni se habló, porque como ya dije más arriba, no les conviene. Es más, en el colmo de la obsecuencia, el árbitro Pablo Lunati, "fuera de programa", ordenó hacer un minuto de silencio por el aniversario de la muerte de Kirchner, sin que recordemos que se haya hecho lo mismo en el aniversario de la muerte de Alfonsín, ya que estamos utilizando ese paralelo. Lo que quiero dejar en claro entonces, a tan pocos días de que eclosione el tema de la ejecución y puesta en práctica de la nueva Ley de Medios, es que haber usado y abusado de un canal oficial y público (que quiere decir de todos) para obligar, a quienes no somos ni fuimos sus partidarios, a adorar a uno de sus dos jefes (el que se fue) es un exceso y un abuso. Siguiendo con mi afán de recibirme de tonto (la palabra es otra), y aun sabiendo a los riesgos a que me exponía, miré una de estas noches "Duro de Domar", que se ha convertido en una especie "mejorada" (degradadamente mejorada) del absurdo "6,7,8". En ese programa uno de los panelistas, de quién no recuerdo el nombre (o, como dice el Quijote, "de cuyo nombre no quiero acordarme"), ensalzó la existencia de "Fútbol para Todos", porque, dijo, hace llegar ese popular deporte a todos los hogares de la Argentina, cosa que, es cierto, antes era imposible dada la exigencia de los codificadores. Pero, lo que olvidó decir es que la motivación que tuvo el kirchnerismo para hacerlo no tiene nada que ver con la supuesta voluntad de alegrar el domingo de los futboleros. La realidad indica que para ellos contar con esa herramienta es, como se dice vulgarmente, "jamón del medio", ya que utilizan el espacio para vender una publicidad con altísimo raiting, en la que se promocionan solamente a ellos mismos. Y no solo lo hacen en los intermedios, sino que los chupamedias que pusieron como relatores y comentaristas no dudan en mezclar con la descripción de las acciones del partido sus propias opiniones oficialistas respecto a cualquier cosa que se les ordene. Esto queda tan evidente que no entendemos como todavía ningún fiscal ha denunciado esta malversación de los caudales públicos (que, repito, quiere decir "de todos") en un único fin partidario, electoralista y con ánimos de perpetuidad. Y para terminar, como humilde consejo para Juan Cabandié, si es que se le da por leer esta página, le sugiero que relea la Historia, con una visión "un poco" más objetiva, porque si sigue insistiendo con la tergiversación de la verdad, vulgar y estúpidamente, acabará diciendo que San Martín creó la bandera, Urquiza cruzó los Andes y liberó a Chile y Perú, Sarmiento presidió la Primera Junta, y, aunque Ud. no lo crea, que Luis D'Elía fue el "Padre del Aula" y Cristina la Madre Teresa de Calcuta. ¡Total nadie se va a animar a contradecirlo! Por último, pido perdón si he cometido algún exceso, porque si lo hice fue inspirado en la célebre frase: "Cuando la estupidez abofetea a la inteligencia, la inteligencia tiene derecho a portarse estúpidamente". Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

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