jueves, 24 de noviembre de 2011

Un cacho de cultura II

Un cacho de cultura II - Editorial del 25 de noviembre de 2011-11-23
En otra página de esta edición, a raíz de la carta enviada por un poeta local en la cual se queja de la falta de atención a su obra por parte de las autoridades de Cultura de Entre Ríos, puse, como Nota de la Dirección, un comentario que después se me ocurrió ampliar y darle este espacio que, semanalmente, dedico a los temas que considero de interés como para desarrollarlos y compartirlos con los lectores
Entiendo que seguramente hay otras cuestiones que coyunturalmente importan más, y consciente de eso tenía sobre el escritorio algunos apuntes respecto a temas tan diversos como la estampida del valor del dólar, la problemática de la violencia desmesurada con la que se ha atacado a niños en robos o en actitudes derivadas de despechos amorosos, los wachiturros o la realidad de la Unión Cívica Radical, pero la inminencia del recambio de autoridades, y la epístola de Mimo, casi me obligaron a decantarme por la opción de criticar la gestión que se llevó a cabo en estos años en el área cultural de la provincia, y, consecuentemente, como ya habrá advertido el advertido lector, a reutilizar la opción de la primera persona del singular, como para que quede claro que es mi opinión personal la que vuelco.
Resulta poco menos que extraño, y eso es lo que me parece indiciario de la poca importancia que se le asigna desde Paraná a ciertas actividades que se realizan en el "interior", que habiendo recibido el Coro Municipal Magníficat un reconocimiento de parte del Honorable Senado de la Nación por sus cincuenta años de trayectoria, desde la Sub Secretaría de Cultura, encabezada por el Prof. Roberto Romani, no haya habido ningún eco, por lo menos traducido en expresión pública. Cierto es que podrán argumentar que no se enteraron, porque desde el mismo Coro optamos por el bajo perfil, dada la proximidad entre el lauro y el fallecimiento de Miguel Bernik, fundador y director del Magnificat. Pero que no hayamos publicitado el hecho nosotros no quiere decir que no haya sido la obligación de "alguien" hacérselo saber. Claro que lo mismo había pasado ya hace tres años cuando fue Miguel el que recibió el mismo galardón, en carácter personal por su desempeño como Director. Tampoco en esa oportunidad se hicieron eco del logro.
Igualmente no creo de ninguna manera que la razón haya sido la ignorancia, y esto casi parafraseando al Himno a Sarmiento. Me parece que hay una decisión que ha resuelto hace tiempo ignorar a determinadas personas o grupos, esperando quizás que la falta de apoyo y de reconocimiento los lleve al olvido. Y en esto debo ser leal diciendo que, si bien uno esperaba algo distinto de Romani, similares actitudes han tomado casi todos los que lo precedieron. Inútiles fueron las gestiones en estos últimos veinte años para lograr que se tuviera en cuenta al Coro Magnificat para alguna representación provincial en festivales o acontecimientos que así lo requirieran, siendo que Entre Ríos envía delegaciones de ese tipo frecuentemente.
Una prueba de lo que digo lo constituye el hecho de que, en 2009, en oportunidad del aniversario del Tratado del Pilar, iba a ser el Magnificat el que representara a nuestra provincia en un espectáculo coral en el que participarían también dos importantes coros de Santa Fe y Buenos Aires, o sea las otras dos signatarias del Pacto. Si bien finalmente se frustró la realización del evento por las inundaciones que azotaron aquella zona, lo cierto es que tampoco para esa presencia había habido gestiones de la Sub Secretaría. Si hasta el micro que nos iba a trasladar fue conseguido de manera personal. Es bueno decir, ahora que ya no está Miguel para oponerse a tanto detalle, que el coro (y él mismo, con sus casi 80 años) trabajó sin descansar en las vacaciones de verano, a los efectos de cumplir sin ninguna mengua técnica con el compromiso. Aunque Romani iba a formar parte de los festejos, en su doble carácter artístico y de funcionario, nunca pasó por Basavilbaso para vernos ensayar y para dejarnos su aliento. En una de esas, sabedor de las cosas nuestras, hizo suyas las palabras de Yupanqui: "pasé de largo por Basso, detenerme para qué…"
No quiero, o no pretendo, herir susceptibilidades con estas líneas. Y debo decir que lo único que no comparto de la carta de Mimo es su categórica expresión peyorativa de la persona del citado funcionario. De él sólo me ocupa en este caso la ignorancia de una realidad que Miguel soñó y llevó adelante, casi siempre solo, salvando escollos que para otros hubiesen sido insalvables, y formando un grupo que es fiel a su legado como fue fiel a su persona.
Y esa falta de intención de herir susceptibilidades hace también que me resista a hacer comparaciones, que finalmente terminan siendo odiosas, porque pese a denunciar hechos concretos, se desvían en la atención de la gente hacia expresiones falaces como "sangran por la herida". Los lectores que conocen nuestra realidad cotidiana son conscientes de que, pese a esa marginación, el coro ha viajado y cantado por gran parte del país y por algunos lugares del Uruguay, así como, tal lo escribiera Miguel en el curriculum, por la mayoría de las ciudades y pueblos de su provincia. No nos hizo ni nos hará falta un "Tren Cultural" para mostrarnos, porque lo que cuenta es el contenido y no el continente.
Y para aquellos que leen este editorial en lugares lejanos a nuestra "Macondo", con suma benevolencia porque muchos lo reciben sin haberlo pedido, les digo que aunque no conozcan a los personajes de la historia, no creo que les sea difícil imaginarlos o permutarlos por los de su propia realidad. La contradicción entre el centro y la periferia, que se da desde Buenos Aires hacia lo que groseramente se define como "el interior", se repite con idénticos resultados desde las capitales de provincia hacia cada una de las localidades que la forman. No sé quién les ha hecho creer que la aglomeración da derechos, pero hasta ese Vagón Cultural del que tanto hacen gala, y al que inocentemente se publicita desde las coordinaciones o direcciones de cultura de estos pueblos, es un tren solamente de ida, porque lleva su bagaje de sueños en un solo sentido. O por lo menos yo no sé de uno que haya transportado a artistas y a sus obras desde Basavilbaso, por decir, hasta Paraná. Coincido con Mimo que sería interesante que alguna vez se muestre en la capital, o en alguna de las otras grandes ciudades, lo que se hace en el desconocido ambiente cultural del interior. ¿O es que la Identidad Entrerriana no nos incluye?
Y como nos gustan los botones de muestra, esta misma semana ese vagón está en Villa Elisa, y una de las presentaciones estará a cargo del grupo coral de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UADER, ¡de Paraná!
Alguna vez dije que gobernar no es solamente hacer obra pública, o por lo menos no es solamente hacer obra pública de ladrillos y hormigón. Sarmiento aprendió y enseñó a leer debajo de una higuera, y no tenemos por qué no creerle eso a la Historia.
Me alegra muchísimo ver la transformación del edificio de la Luz Obrera, pero más me alegrará que no haya que hacer rifas a vender entre los socios y lectores, para poder comprar libros.
Y ni hablar de lo contento que me pone ver casi terminado el Jardín de mi escuela, "la 9". Pero quisiera que se reconozca el trabajo de los maestros por lo más palpable, que es su remuneración.
Y, de la misma manera, celebro la vida cultural de Entre Ríos y felicito a los que luchan por ella, pero me gustaría que a Dios se le permita atender en todos lados, y no solamente en Paraná.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Republicano y unitario?

¿Republicano y unitario? - Editorial del 18 de noviembre de 2011
Aunque ya nos ha pasado varias veces, resulta satisfactorio, incluso para el propio ego, ver que un medio como el diario La Nación trata, tres días después de nuestro último editorial, el mismo tema para el cual nosotros hicimos una especie de "anticipación".
En efecto, en la edición dominical del diario de los Mitre, estigmatizado por los Kirchner (ahora) como integrante de la "Corpo", se analiza la situación de la provincias argentinas respecto al gobierno central. Obviamente que ellos lo hacen con mucha más información que la que cuenta este editorialista, pero en síntesis los dos apuntamos a lo mismo. Hemos decidido, entonces, insistir con esta cuestión porque estamos a muy pocos días de la asunción de las nuevas autoridades, período en que las mismas se encuentran muy dadas a reiterar la promesa fácil que ya hicieron en las elecciones, perdiendo el punto de mira de los principales problemas que enfrentamos.
Esto se agudiza aún más en el orden municipal y provincial, ya que de ninguna manera pueden reclamar al gobierno central de su mismo partido lo que, en rigor, deberían reclamar. Y conste que somos conscientes del uso del concepto "gobierno central", porque nos parece que esta acumulación de poder nos lleva a una práctica más unitaria que federal, rompiendo la idea no ya de los constitucionalistas del '53, sino más que eso la de muchos dirigentes del siglo 20 que casi literalmente dieron su vida por la idea de la autonomía política de sus provincias.
Nosotros ya habíamos comenzado a escribir esta página cuando fuimos "sorprendidos" por el anuncio del ministro Boudou acerca de la eliminación de subsidios en agua, gas y electricidad a las mayores compañías de combustible, gas, biodiesel y agroquímicos y a los usuarios de Puerto Madero, Barrio Parque y countries.
Pero para ese momento ya teníamos escrito acá que un habitante entrerriano cobra 13 veces menos subsidios que un ciudadano de Ciudad de Buenos Aires. El dato se desprendió de un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, que revela la inequidad en los criterios de distribución desde la cartera que dirige Julio De Vido. Mientras Capital Federal es, lejos, el distrito del país que recibe la mayor cantidad de subsidios al transporte y la energía por habitante, con 2.138 pesos per cápita, en Entre Ríos, el beneficio sólo llega a 169 pesos por persona. ¿Entonces?
Esta quita de subsidios puede resultarle un negocio redondo al gobierno, ya que por una parte el estado se ahorra muchos pesos, pero también, por consecuencia, aumentan los precios y el gobierno recauda más IVA y ganancias de esas empresas. Y además lo hicieron a pocos días de ganar las elecciones, total ya no tiene costo político. Ya se votó. Encima nos venimos a enterar de que durante quién sabe cuánto tiempo estuvimos subsidiando al juego, a los bancos y a los funcionarios K que viven en Puerto Madero. ¡Con razón ganaban las elecciones! Además de la AUH (Asignación Universal por Hijo) resulta que también había una AUR (Asignación Universal por Rico).
Pero el problema es que para enero se viene la quita del subsidio al transporte, y ese sí que alcanzará a todos, incluso al obsecuente que no quiere reconocer los errores.
Pero uno tiene la obligación de decir que, más allá de que esté de acuerdo con esta medida, antes del 23 de octubre los candidatos del Frente Para la Victoria, Cristina Fernández incluida, en sus más que maratónicas cadenas nacionales, en ningún momento dijeron que quitarían los subsidios. Entonces uno puede preguntarse si esta medida la tomó el gobierno que termina o el que está por empezar y al que eligió el 54% del electorado. Aún cuando uno no comparta el sistema y le guste que cada cual abone lo que consume, debe recordar que en campaña ellos fueron los únicos que no hablaron de quitarlos.
Más que lo meramente coyuntural de este anuncio, uno para tratar de interpretar y escribir sobre ello, debe preguntarse qué va a pasar en los próximos meses. Y uno supone que aunque tengan la suma del poder público no pueden continuar de la misma manera, porque por los errores propios y premeditados, tales como el atraso del tipo de cambio, las estadísticas falsas del INDEK, las retenciones a unos y a otros no, el descontrol de los gastos, el pago de la deuda con las reservas, el uso de los fondos de la Anses para "conectar igualdad", se está acabando la fiesta, van a cerrar el salón, y alguien tendrá que pagar las facturas.
Volviendo al tema del comienzo, y porque todo tiene que ver con todo, es sabido que los gobernadores están canjeando lealtad política a cambio de los favores que el Estado Nacional les tiene que brindar para superar su déficit y el pago de sus deudas.
Y esta situación, según los entendidos, se podría agravar ahora por la retracción del consumo al aumentar las tasas de interés e incrementarse el pase de los ahorros de pesos a dólares.
En 2010 se concedió un año de gracia (¡si hasta en eso parece una monarquía!) a las provincias para que abonen su deuda con la Nación, pero no resulta creíble que esto se pueda renovar, ya que debería conseguirse previamente una fuerte reducción del gasto (poco dado en el kirchnerismo) o el incremento de los ingresos. Algo de eso hemos visto ya que sucedió con la quita de los subsidios, pero ahora deberemos esperar también un aumento de los impuestos.
A esto íbamos cuando decíamos que parece tener más de unitario que de federal. Es evidente que el gobierno nacional no tiene ningún interés en romper la relación de subordinación con la que mantiene sujetas a las provincias, en especial a aquellas gobernadas por los que, uno imagina, podrían atreverse a desafiar su poder.
Entre Ríos, para que nos vayamos dando una idea del escenario que nos espera, debe más de tres mil millones de pesos a la Nación. Y pensar que por mucho menos que eso Urquiza se pronunció contra Rosas un 1° de Mayo de 1851, "para crear y fomentar instituciones tutelares, mejorando su actualidad y aproximando su porvenir glorioso, reservado en premio a las bien acreditadas virtudes de sus hijos".
Ya lo dijo José Martí:
Los derechos no se piden, se toman...
No se mendigan, se arrancan...
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 11 de noviembre de 2011

La Gran Aldea

La Gran Aldea - Editorial del 11 de noviembre de 2011
Las elecciones del pasado 23 de octubre, y su resultado, pusieron de manifiesto un arrastre de la figura de Cristina Kirchner y su investidura presidencial, por sobre el resto de los poderes.
Consecuentemente con eso, a nuestro entender, se acentuó el centralismo, porque casi todos los candidatos kirchneristas pusieron como bandera la supremacía del poder central, volviendo al programa centralista que definió la llamada generación del ochenta. Ellos pensaron las líneas férreas confluyendo invariablemente hacia el puerto de Buenos Aires y nosotros repetimos en nuestros canales de televisión la programación que nos llega de la Capital Federal, preocupándonos más por los accidentes de tránsito que allí ocurren, que por los que pasan a la vuelta de nuestra esquina.
En la ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires se encuentran no sólo las principales instituciones políticas y financieras del país, sino también el kilómetro cero de todas las rutas nacionales.
Y, encima, nuestro gobernador (y casi todos los demás) gobiernan mirando para allá en vez de hacerlo mirando para acá.
Es un hecho incontrastable que después de la Revolución de Mayo de 1810 se acentuó la dependencia política de las provincias, y nosotros tenemos el orgullo, como habitantes de Entre Ríos, de haber sido junto con Corrientes, Córdoba y Salta las primeras que tomaron distancia del poder central. Incluso Salta fue la primera en elegir por sí misma a su gobernante: Martín Miguel de Güemes.
De todas maneras la ciudad portuaria fue siempre, para el interior, la representación del poder español, y sus sucesores criollos heredaron esa imagen. La Historia les dio la razón, puesto que los porteños se consideraron con derechos adquiridos para encabezar la revolución y fijar sus derroteros.
Las luchas entre federales y unitarios llevaron al país a una verdadera guerra civil, que se extendió por más de 30 años. Y también los entrerrianos somos artífices de lo que pasó en 1851, con el Pronunciamiento de Urquza, en 1852 con la batalla de Caseros, y, sobre todo en 1853, con la sanción de una nueva Constitución federalista.
Pese a eso, y seguramente por la desidia de los gobernantes, que no queremos ver repetida ahora, Buenos Aires pasó de tener 187.000 habitantes en el censo de 1869, al 1.575.000 del censo de 1914, incorporando en desmedro del interior obras como vías férreas, agua corriente, desagües, entubamientos, hospitales, bancos, frigoríficos y obras portuarias. Ese desarrollo no fue siquiera comparable al de ninguna capital provincial.
Fue ahí, entonces, cuando comienza a definirse el esquema centralista que se perpetuaría hasta hoy en nuestro país. Los trasportes y las comunicaciones constituyeron la columna vertebral para el desarrollo de la economía nacional. El ferrocarril, que terminaba en Buenos Aires, hizo desaparecer poco a poco las economías regionales que ya no encontraron forma de comercialización de los productos entre provincias, debiendo pasar todo por la gran urbe.
Desde entonces la economía argentina se enmarca en un modelo similar al de centro-periferia, donde las provincias juegan de parte subdesarrollada, como productoras de bienes de bajo valor agregado, mientas al centro industrial le corresponde la transformación de aquéllos en bienes finales para el consumo, incluso en las mismas provincias.
El problema es que los gobiernos provinciales obsecuentes no reclaman ante el gobierno nacional un mejor trato respecto a la Coparticipación Federal, que no es un subsidio, como algunos nos quieren hacer creer, sino la distribución que se hace de la recaudación impositiva.
Pero el sistema se torna perverso, además, en tanto y en cuanto no se aclare nunca la discusión acerca de si el criterio de distribución debe ser devolutivo o redistributivo. En el primero de los casos cada provincia recibe un caudal proporcional a lo que hubiera recaudado por sí misma, y en el segundo, se toman en cuenta las necesidades financieras de cada una, independientemente de lo aportado a la recaudación total.
A pocos días de la muerte de Sergio Montiel, bueno es que recordemos todo esto, porque justamente ahí estuvo la raíz del problema de los bonos en general y de los Federales en particular, más allá del valor agregado que le otorgó en ese momento quién era gobernador, al no “bajar” a los pueblos y ciudades a explicar de qué manera eran expoliados los bienes de la provincia.
La organización jurídica del Estado argentino obedece a la norma constitucional según la cual la Nación “adopta para su gobierno la forma republicana, representativa y federal”, pero parece que eso ahora a nadie le interesa.
Tenemos un fundado temor de que el plan “Conectar Igualdad”, que tiene como costado positivo el hecho de proveer de computadoras tipo netbook a todos los alumnos y docentes, se convierta en otra herramienta de centralización, aprovechándola para mandarnos a decir desde el poder central qué es lo que tenemos que enseñar.
En nuestro archivo tenemos un comentario editorial del diario La Prensa del año 1931, que representaba por aquél momento a los mismos poderosos que hay ahora, quizás con otros nombres y apellidos, y con orígenes no tan “aristocráticos”, en el que, hablando de las radios, diciendo que “son las que anticipan la información de la prensa escrita y permiten que los más alejados habitantes del interior oigan lo que se les quiere hacer llegar desde la Capital, centro emisor de las actividades mentales, políticas, científicas, industriales, llamadas a repercutir en las provincias y gobernaciones”.
Setenta años más tarde las cosas no han cambiado demasiado. Sobran ejemplos de programas de televisión supuestamente federalistas, cuyo federalismo se limita a un simple traslado de equipos y de móviles desde la Capital hacia determinados puntos del país, y generalmente no para mostrar sus realidades productivas, sino más bien sus curiosidades.
Las grandes producciones de la TV muestran una realidad que solo existe en Buenos Aires, y podemos dar fe personal de que no existen las mismas reglas para participar en ciertos y determinados programas para quienes somos del “interior”.
Es claro que esa contradicción de centro-periferia también la sufrimos, casi en la misma medida y con los mismos parámetros, aquellos que vivimos en los pueblos y ciudades de Entre Ríos con respecto a Paraná. Pero ese será tema de otro editorial, porque tenemos respecto a eso mucho que decir.
Y en el Día de la Tradición, terminamos, junto con Martín Fierro:
De los males que sufrimos
Hablan mucho los puebleros,
Pero hacen como los teros
Para esconder sus niditos:
En un lao pegan los gritos
Y en otro tienen los güevos.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 3 de noviembre de 2011

Medio litro de vida

Medio litro de vida - Editorial del 4 de noviembre de 2011
Nunca es fácil la tarea de elegir el tema central de esta página editorial. En primer lugar porque soy consciente del amplísimo espectro de opiniones que representan los lectores de Crónica, pero más que nada por la responsabilidad que significa escribir para un universo indefinido, o sea sin saber quién, cómo y cuándo leerá este texto, en qué circunstancias, y con qué preconceptos.
Pero la cercanía del Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre me llevó a decidirme por éste, con los riesgos que ahora verán que correré.
Entre las anécdotas que se cuentan en los ambientes relacionados con el tema, se suele recordar el caso de una nena de nombre Liz, que padecía una enfermedad extraña a la que sólo podría sobrevivir si recibía sangre de su hermano menor, de cinco años, que había superado el mismo mal y había desarrollado anticuerpos. Con sencillez, le explicaron al chico la situación y le preguntaron si estaba dispuesto. Dijo que, si eso salvaba a su hermana, lo haría. Durante la transfusión estaban en camas paralelas. Cuando el niño vio que la cara de Liz tomaba color, preguntó: "¿En qué momento moriré?" Había imaginado que Liz recibiría toda su sangre y que él le donaba, en realidad, su propia vida.
A pocos días de mudarme yo a Buenos Aires para estudiar Derecho, estando una noche, ya tarde, mirando televisión, veo que sobreimprimen un “llamado a la solidaridad”, con un pedido de sangre 0+, o sea mi grupo y factor. Muchas veces había escuchado esos llamados, pero convengamos que acá en Basso, y con las limitaciones propias de la edad y del contexto, nunca le había dado demasiada importancia.
El hecho es que llamé al teléfono que daban como contacto, ya cerca de las doce de la noche, y al enterarse de mi disposición, pese a que era mi primera vez, casi me rogaron que vaya enseguida, porque era para una urgencia. Nada de ayunas ni de temprano por la mañana. ¡Ya!
Quizás ese comienzo, también dado en camas paralelas, solo separadas por un biombo, haya marcado en mí todo un camino, que continúa hasta hoy y que me ha llevado por casi todos los hospitales y laboratorios de la zona, las más de la veces por pedidos expresos, y las otras porque el paso del tiempo me “obliga” a entregar mi cuota.
Y para mí este hecho atañe a la generosidad, más que a la solidaridad. Cuando uno da lo que necesitan aquellos a quienes conoce o quiere, o de quienes uno es pariente, ”compañero” o colega, uno es solidario. La solidaridad puede, incluso, ser una cuestión a la que uno se vea obligado a través de exenciones impositivas, de contratos, de campañas, de festivales, o hasta incluso puede ser guiada por conveniencias personales como mantener una amistad, un trabajo, una imagen.
La generosidad es diferente. Cuando uno es generoso actúa en favor de alguien aunque nunca haya compartido nada con él, y se le hace un bien pese a que eso pueda debilitarnos. Se da (como dice un proverbio árabe) antes de que se nos pida y, finalmente, se lo hace, incluso, sin que nadie se entere (y de ahí mi reserva al comenzar a escribir sobre este tema) y sin ningún fin ulterior (como obtener ventajas o descuentos). En este punto se toca con el altruismo, término creado por Augusto Comte (1798-1857), filósofo y padre de la sociología. Como enseñamos en nuestras clases de Ética en la Universidad, Comte sostenía que los únicos actos morales son aquellos que tienen como fin el bien del otro.
Una campaña para que la gente done sangre será muy necesaria como activadora de la solidaridad, pero, si sólo queda en eso, el efecto puede apagarse cuando esa misma campaña se cierre. Distinto será si despierta la generosidad. Si logramos que ésta se instale, luego no se necesitarán campañas. Pero no existen los “llamados a la generosidad”, como los hay a la solidaridad. Tampoco al amor, sostén de la generosidad.
Hay que entender que para ser donante de sangre no se requieren facultades especiales; es un acto que va más allá de la condición social, económica o cultural; es una manera real, efectiva, accesible y activa de recordar que somos parte de un todo. Es como un abrazo fraterno pero más. Debería ser una muestra habitual de generosidad, y no requerir de un día especial para recordarlo. La sangre es un símbolo, algo que nos es común, que todos compartimos, que circula sin barreras de idiomas, ni de religiones, ni político partidarias y está exenta incluso de las pasiones futbolísticas, lo cual ya es mucho decir. Uno puede tener sangre “bostera”, pero a la hora de la transfusión ni siquiera eso importará. Cuando la donamos, sin preguntar a quién, por qué o para qué, donamos, simplemente, humanidad. No hay premios por eso, no debe haberlos. "Cuando uno es generoso con la intención de recibir algo a cambio o de obtener una buena reputación o de ser aceptado, entonces no está actuando como un ser iluminado", dice el Dalai Lama. Y sugiere que, acaso, la famosa iluminación no es algo misterioso ni esotérico, que quizá sea sólo una manifestación de la generosidad.
Yo guardo con mucho cariño una lapicera que me regaló la familia de un receptor de mi sangre, tanto como aguardo con mucho cariño el abrazo que me doy, cada vez que nos encontramos, con Juan, con quién reímos juntos cuando tomamos en chiste los supuestos “extras” que recibió en la transfusión. En cada una de las más de sesenta veces que cumplí con esto que ya es una gustosa obligación, y que lo debería ser de todos, algo quedó en mí como resultado.
No soy quién para aconsejar conductas. Pero esta creo que es imitable. Invito a que prueben en la primera oportunidad que tengan. Que pierdan los miedos y los tabúes y que se larguen, sin esperar otra recompensa que la propia satisfacción. Que es muy grande.
Porque como dice Antonio Alejandro Gil en las décimas que tituló “Y en silencio”:
Tiende tu mano al vecino,
porque sí, por elegancia;
que no todo sea ganancia
a lo largo del camino.
Cambia de sabor el vino
cuando no hay con quién brindar...
¿Qué harás con atesorar
y ser opulento en bienes,
si entre tus bienes no tienes
el bien supremo de dar?
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso